Inicio Vida Cotidiana Mascotas 6 consejos para tener mascotas sanas y contentas

6 consejos para tener mascotas sanas y contentas

280
0

Ser un buen amo no es tarea sencilla, especialmente en algunas situaciones como los viajes o en lo relativo al aseo de tu mascota. Pero, como sabemos que cuidar bien…

1. ¡A vacacionar con tus mascotas!

Las residencias caninas no estarán de acuerdo, pero Fido no tiene por qué quedarse en la ciudad mientras vos estás de vacaciones. “Alojate en un hotel que admita mascotas”, sugiere la doctora Kim Langholz, veterinaria de la Universidad Estatal de Iowa en Ames. Sólo planeá bien todo y con tiempo. Recordá que si vas a viajar al extranjero, puede llevarte hasta 6 meses revisar y poner en orden tus papeles. Algunos puntos que debés considerar son los siguientes:

Publicidad
  • Qué documentos sanitarios necesitás. Llevá a tu mascota a su chequeo anual y preguntale al veterinario cuáles deben aplicarse o renovarse.
  • Si viajás en avión, ¿dónde pondrá la aerolínea a tu mascota? ¿Podés llevarla en la cabina, en una jaula, o tiene que ir con el equipaje? Si tiene que ir en la sección de carga, confirmá que esté presurizada, lo que no siempre ocurre en los aviones medianos o pequeños.
  • Verificá que estén bien los datos en la correa de tu mascota y que tenga tu número de celular, por si requieren contactarte.
    Si no lo has hecho aún, implantá un chip en tu perro o en tu gato. Si se pierde, gracias a él volverá pronto a tus brazos.
  • Investigá cuáles son los requisitos oficiales en el lugar de destino. En algunas partes, por ejemplo, los pit bulls y los hurones están prohibidos.
  • También es necesario hacer bien el equipaje de tu perro y de tu gato. Si vas a viajar con Fido para pasar la Navidad con tu mamá, verificá que lleves todo lo necesario, recuerda Langholz, incluyendo:
  • El teléfono del veterinario y el certificado sanitario con la información de vacunas y medicinas. Pedile una copia de la historia clínica de tu mascota, que abarque los dos últimos años.
  • Suficientes medicamentos para el viaje entero en el bolso de mano.
  • El alimento regular de tu mascota, al menos que estés 100% seguro de que se consigue en el destino. Hacerle cambiar abruptamente de comida podría provocarle diarrea, y podrías quedar en la memoria de tus parientes como un huésped poco deseable.
  • Los juguetes, colchas, arena del gato y todos los demás artículos que le gusten. Algunas personas incluso llevan agua de su casa para que el cambio no lo afecte. 
  • Un equipo de primeros auxilios para animales, disponible en las veterinarias.

2. Tené cuidado con “los desperdicios” de tu mascota

Hay pocas cosas más asquerosas que pisar el excremento de un perro, que además es un riesgo potencial para la salud, sobre todo para la de los niños. Por fortuna, sacar a pasear a un perro y dejar en la calle lo que hace se considera una falta administrativa en varias ciudades, así que mostrá tu civilidad y respetá la ley. Cuando salgas con tu mascota, siempre llevá una bolsa de plástico para recoger cualquier sorpresa que caiga por ahí.

3. Enseñale al gato quién lleva la batuta

Para lograrlo, necesitás un entrenamiento serio, pues de lo contrario el inocente minino podría destruir tu casa. Amy Osete, subdirectora de marketing de una compañía de productos para mascotas, sugiere lo siguiente:

  • Comprá o elaborá un poste para rasguñar con soga, cartón corrugado o la parte posterior de una alfombra. Recordá que si el material del poste y del piso es el mismo, el gato creerá que está permitido arañar todo.
  • Untá en el cableado de tu casa una pasta de pimienta mezclada con agua y naranjas secas o cáscara de limón. De esta manera, el gato no masticará ningún cable.
  • Cubrí por un tiempo las alacenas y los muebles con cinta adhesiva doble cara para que el gato aprenda que no debe saltar o acurrucarse en ellos.

3. Dejá que alguien más se haga cargo de la suciedad de tu mascota

¿Cansado de discutir todo el tiempo acerca de quién debe limpiar el excremento del patio? Mejor contratá a una persona que se haga cargo y olvidate del problema. 

4. Permití que tu gato disfrute de los espacios exteriores

Aunque Mustafá es un gato acostumbrado a estar en casa, de todas formas puede darse una idea de lo que es el exterior. ¿Por qué no le permitís circular libremente por el patio (si está protegido)? También podrías comprar una casa o jaula para perro y llenarla de almohadas, para que disfrute en el jardín las tardes soleadas. Y, claro, comprarle una correa.

Si querés pasear a tu gato (mucha gente lo hace), tené en cuenta lo que Belinda Mager, vocera de una sociedad defensora de los animales de Estados Unidos, recomienda: 

    • Utilizá un arnés, no una correa. Empezá el entrenamiento en casa y cuando el gato tenga hambre, para usar la comida como recompensa.
    • Primero ponele el arnés durante un minuto, y aumentá el tiempo en cada sesión.
    • Una vez que se acostumbre al arnés en la casa, llegó la hora de aventurarse fuera de ella.
    • Salí al jardín y, por lo pronto, no vayas más lejos. Esto también reducirá el riesgo de que se tope con algún perro o con otro animal. 

    5. Podés tener una mascota incluso si sos alérgico

    No culpes de inmediato a la mascota por tus estornudos y ojos llorosos. Es verdad que podés manifestar una reacción alérgica cuando te acercás al gato, pero muchas personas, si no es que todas, son sensibles a más de un alergeno. Si reaccionás al pelo de los animales es probable que también te afecten otros alergenos comunes, tales como el polvo, el humo del cigarrillo y el polen, cuyos efectos se acumulan. Así que antes de enviar a la mascota de la familia fuera de su casa, tratá de controlar los otros posibles alergenos. Esto significa básicamente, limpiar a fondo y con frecuencia a fin de mantener el polvo a raya; cerrar las ventanas para que no entre el polen y prohibir fumar en el interior de la casa. Consultá con tu médico la posibilidad de ingerir vacunas, antihistamínicos y otros tratamientos para atenuar las reacciones alérgicas.

    Para reducir los síntomas alérgicos provocados por una mascota, considerando que son muy molestos pero no peligrosos, incluimos los siguientes consejos de una sociedad protectora de animales de EEUU, que te permitirán conservar a ese animalito que se ha ganado tu corazón: 

      • Declará tu dormitorio libre de alergias, y prohibile la entrada al animal. Colocá fundas impermeables en el colchón y en las almohadas para evitar que se adhieran los pelos que arrastra en la ropa.
      • Utilizá filtros de aire de alta eficiencia (HEPA) por toda la casa, y tratá de quitar los materiales que acumulan pelos, como las cortinas y las alfombras.
      • Aspirá con frecuencia usando aspiradoras HEPA, con sus respectivos filtros, o una bolsa de microfiltros. Lavá la cubierta del colchón, las fundas de las almohadas y la cama, y las colchas de la mascota.
      • Bañar a tu mascota una vez por semana resultará más efectivo que cualquier rociador. Incluso los gatos se pueden acostumbrar a tolerar un buen baño. 
      • Algunas personas que padecen alergias, aunque no todas, se irritan menos con los animales a los que les crece continuamente el pelo, como los poodles o los bichon frises.

      6 – ¿Cómo lo hago?

      La guía de un veterinario para cepillar los colmillos de un gato.

      Según un estudio, los gatos con enfermedades bucales son 5 veces más propensos a padecer leucemia y portar el virus de la inmunodeficiencia felina (FIV). Por ello, limpiar sus dientes es serio. James Richards, director del Centro de la Salud de los Felinos de la Universidad de Cornell, explica cómo hacerlo.

      • Idealmente, empezá cuando tu gatito sea pequeño. Será más difícil que un gato adulto acepte el cepillado.
      • Ayudá a que tu gato no se sienta incómodo cuando alguien le toca la boca. Cuando esté encima tuyo o lo estés acariciando, colocá suavemente la mano en su boca o en sus dientes.
      • Mojá el cepillo de dientes con los alimentos preferidos de tu gato (como el agua de una lata de atún), con el fin de que se acostumbre a éste antes de usarlo.
      • Siempre ofrecele una recompensa especial después de cepillarle los colmillos.
      Artículo anteriorHabía una vez…
      Artículo siguienteEl sencillo deseo de mi madre