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Derrote a la pandemia, ¡póngase la mascarilla!

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Investigadores de la Universidad de Cambridge dicen que el uso universal de barbijos y cuarentenas intermintentes podrían contener al COVID-19.

¿Se siente algo ridículo/a o acaso le molesta estar frente a una amiga/o hablando con la boca tapada? ¡Que importa! Es muy probable que al hacerlo le esté salvando la vida a esa persona o a una cercana a ella. O a la inversa.

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Sí, hablamos de lo que nadie puede dejar de hablar en estos días en todo el mundo: el coronavirus.

Sucede que, luego de las dudas y confusiones iniciales, ya queda claro que el uso de mascarillas en toda la población mantiene el famoso ‘número de reproducción’ del virus por debajo de 1,0, y –asociado a cuarentenas– evitaría que se produzcan nuevas oleadas del virus, afirma un estudio de las universidades de Cambridge y Greenwich.

En el caso de la Argentina y América Latina hará menos dura esta primera ola que vivimos, la cual, en el caso de países como Brasil, Chile y Ecuador, se ha convertido en una tragedia.

“Yo te protejo, tú me proteges”

La investigación de los científicos británicos sugiere que las cuarentenas por sí solas no detendrán al SARS-CoV-2, y que incluso los barbijos caseros, de eficacia limitada, pueden reducir drásticamente las tasas de transmisión si las usan suficientes personas, independientemente de si tienen síntomas o no.

En consecuencia, los investigadores solicitan campañas de información, tanto en las naciones ricas como en las en desarrollo, que atraigan nuestro lado altruista: “Mi mascarilla te protege a tí, tu mascarilla me protege a mí”.

“Nuestros análisis respaldan la adopción inmediata y universal de mascarillas por parte del público”, dice el autor principal, el Dr. Richard Stutt, quien es parte de un equipo que generalmente modela la propagación de enfermedades de los cultivos en el Departamento de Ciencias Vegetales de Cambridge.

“Si el uso generalizado de barbijos por parte del público se combina con distanciamiento físico (de mínimo dos metros) y cierto nivel de cuarentenas, puede ofrecer una forma aceptable de manejar la pandemia y reabrir la actividad económica mucho antes de que haya una vacuna que funcione”.

La Dra. Renata Retkute, coautora y también miembro del equipo de Cambridge, dijo: “El gobierno del Reino Unido puede ayudar emitiendo instrucciones claras sobre cómo hacer y usar macarillas caseras de forma segura”.

“Tenemos poco que perder con la adopción generalizada de barbijos, pero las ganancias podrían ser significativas”, agrega.

El nuevo coronavirus se transmite a través de gotitas en el aire cargadas con partículas de SARS-CoV-2 que son exhaladas por personas infecciosas, particularmente al hablar, toser o estornudar.

Justamente, el profesor asociado de inmunología de la Universidad de Pittsburgh, Douglas Reed, alertó (en una columna del sitio australiano The Conversation) que “un estudio temprano de investigadores del Instituto Nacional de Salud mantuvo aerosoles del virus en el aire durante cuatro horas y encontró virus vivos todo el tiempo”. Después, en otro estudio en que el investigador fue parte “descubrió que el coronavirus puede permanecer vivo durante hasta 16 horas en el aire”. Se refiere a partículas muy pequeñas, menores de 5 micrones. De todas formas, “ni el estudio inicial ni con el que estuve involucrado midieron el impacto de la temperatura, la humedad, la luz ultravioleta o la contaminación en la supervivencia del virus en forma de aerosoles. Existe evidencia de que la luz solar simulada (en laboratorio) puede inactivar el 90% de los virus SARS-CoV-2 en la saliva en las superficies o en aerosoles en siete minutos”. Así, “estos estudios sugieren que el virus se inactivaría rápidamente al aire libre, pero el riesgo de transmisión en el interior (de casas o edificios) permanecería”.

Derrotando a la pandemia

El tema de la transmisión vía gotitas o aérea le otorga más valor todavía a lo investigado por los científicos de Cambridge, los que trabajaron para vincular la dinámica de propagación entre las personas con modelos a nivel de población, en busca de evaluar diferentes escenarios de adopción de mascarillas combinadas con períodos de cuarentena.

El modelado computacional incluyó etapas de infección y transmisión a través de superficies y aire. Los investigadores también consideraron los aspectos negativos del uso de máscaras, como el aumento del contacto con la cara.

La reproducción del contagio o el número ‘R’ (la cantidad de personas a las que una persona infectada transmite el virus) debe mantenerse por debajo de 1,0 para que la pandemia se desacelere.

El estudio encontró que si las personas usan máscaras cuando están en público, es dos veces más efectivo para reducir la ‘R’ que si las máscaras solo se usan después de que aparecen los síntomas.

En todos los escenarios de modelado, el uso rutinario de máscaras faciales en un 50% o más de la población redujo la propagación de COVID-19 a una R menor que 1,0, allanando las olas de contagio futuras y permitiendo cuarentenas menos estrictas.

La propagación viral se redujo aún más a medida que más personas adoptaron máscaras cuando estaban en público. La adopción del 100% de la máscara, combinada con cuarentenas intermitentes, impidió cualquier resurgimiento de la enfermedad durante los 18 meses necesarios para el arribo de una posible vacuna.

Los modelos estudiados sugieren que, aunque cuanto antes, mejor. Una política de adopción total de mascarillas puede evitar una segunda ola (en los países en que ya hubo una primera), incluso si no se instala hasta 120 días después de que comience una epidemia (definida como los primeros 100 casos).

Los barbijos caseros también sirven

El equipo investigó también la efectividad variable de las mascarillas. Investigaciones anteriores muestran que incluso las mascarillas caseras hechas de camisetas de algodón o paños de cocina pueden ser 90% efectivas para prevenir la transmisión.

El estudio sugiere que una población entera con barbijos de solo el 75% de efectividad puede hacer bajar un número ‘R’ muy alto de 4,0 (el Reino Unido estuvo cerca de esta cifra antes de la cuarentena) hasta llegar a menos de 1,0, incluso sin la ayuda de las cuarentenas.

De hecho, las mascarillas que solo capturan un mero 50% de las gotas exhaladas aún proporcionarían un “beneficio a nivel de población”, incluso si cuadruplicaran el riesgo de contaminación del usuario a través del contacto frecuente y el ajuste de ellas (un escenario muy poco probable).

Los investigadores señalan que las mascarillas caseras reducen principalmente la propagación de enfermedades al atrapar las partículas virales del usuario, que se respiran directamente en la tela, mientras que el aire inhalado a menudo se absorbe alrededor de los lados expuestos de la máscara.

“Existe la percepción común de que usar un barbijo significa que considera a los demás como un peligro”, dice el profesor John Colvin, coautor, y miembro de la Universidad de Greenwich, pero, “de hecho, al usar una máscara proteges principalmente a los demás de ti mismo”.

Lamentablemente, agrega, “problemas culturales e incluso políticos pueden evitar que las personas usen mascarillas, por lo que el mensaje debe ser claro: mi mascarilla te protege, tu mascarilla me protege a mí”.

A su juicio, “en el Reino Unido, el enfoque de los barbijos debe ir más allá del transporte público. La forma más efectiva de reiniciar la vida diaria es alentar a todos a usar algún tipo de mascarilla cada vez que estén en público”, asegura Colvin.

Finalmente, el profesor Chris Gilligan, coautor del Grupo de Epidemiología y Modelado de Cambridge en el Departamento de Ciencias de las Plantas, dice: “Estos mensajes serán vitales si la enfermedad se afianza en el mundo en desarrollo, donde un gran número de personas son pobres en recursos, pero las mascarillas caseras son una tecnología barata y efectiva”.

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