Aprendé sobre los hombres y la antropausia, un estado que llega a una edad madura.
Rob Brandenburg tenía de todo. A los 40 años, era presidente de su propia empresa de tecnología metalúrgica, tenía una hermosa esposa, tres hijos y una casa de ensueño en las colinas de la australiana ciudad de Adelaida. Lo había logrado todo. Luego, cierto día, se encontraba sentado en un hotel de cinco estrellas en Asia, con la cabeza entre las manos, y se preguntó: “¿Por qué me siento tan vacío?”
Así empezó la crisis de la edad madura de Rob. Se dio cuenta de que se había distanciado de su esposa y de que se sentía como un extraño en su propio hogar. De pronto, le pareció que adquirir más empresas y ganar más dinero no tenía sentido.
“Todo eso no era realmente yo, no me daba ninguna satisfacción, sólo una sensación de carga y de vacío”, comenta. Algunos hombres presos del pánico de la edad madura se deprimen. Otros despilfarran su fondo de retiro y se compran una Ferrari, se hacen un trasplante de cabello, se depilan el pecho con cera o se comportan como cuando eran jóvenes yéndose de parranda y tratando de seducir a mujeres de la mitad de su edad.
Ya sea que lo manifieste con ostentosas muestras de machismo o cambios existenciales más radicales, el hombre de edad madura muchas veces se encuentra confundido. Los estudios de salud mental a lo largo de la vida de las personas han descubierto que en los hombres, la angustia llega a su punto máximo en esta etapa. Las tasas de depresión aumentan entre los 35 y 55 años, pero el problema no sólo es mental. También es la época en que se deteriora la salud física.
“Los hombres experimentan una súbita sacudida de temor, que se traduce como ¡Ay, Dios mío! Ya llevo la mitad de mi vida y no he hecho todo lo que quería”, dice la consejera Anne Brelsford, autora del informe The Marital Mid Life Crisis [La crisis marital de la edad madura]. Piensan: No he vivido. ¿Aún tendré tiempo? Es ahora o nunca. Hay mucho miedo”.
¿Es tan distinto de lo que experimentan las mujeres a esa edad? Brelsford dice que, de acuerdo con su experiencia como consejera de parejas, los hombres se derrumban más. Su validación está más ligada al trabajo que la de las mujeres, así que cuando su vida profesional les parece de pronto carente de sentido, pueden caer en picada.
Las mujeres también tienden a tener redes sociales y de apoyo más fuertes. De hecho, la edad madura para muchas es una etapa en la que se liberan de la familia y pueden asumir nuevos desafíos. “Para ellas, es el momento de aprovechar la oportunidad”, afirma.
Los hombres a menudo se ven despojados del traje de Superman cuando se dan cuenta de que no son inmortales. Las señas inevitables de que la vida llega a su abrupto final quizá se pongan de relieve con acontecimientos tales como la muerte de un familiar, un cambio de trabajo, el despido o el derrumbe de un matrimonio. También es la edad en que se vuelven más graves las enfermedades, sobre todo si el hombre pasó su juventud entre el alcohol y el tabaco.
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Además, es el período en que la felicidad marital tiende a estar en su punto más bajo, especialmente si hay hijos, asegura el doctor Michael Baigent, consejero clínico. Según los estudios, las parejas son felices durante los primeros años del matrimonio, pero la satisfacción decae mientras los hijos sean menores de 12 años. A medida que se vuelven más autosuficientes, la felicidad aumenta e incluso en la vejez puede superar la etapa de la luna de miel.
Entonces, ¿son los hombres presos de las hormonas, al igual que las mujeres que pierden el equilibrio con la menopausia? La “menopausia masculina” o andropausia tal vez sea responsable de ciertos comportamientos inexplicables o erráticos. Los hombres experimentan una disminución anual de entre un 1 y un 2% en los niveles de testosterona después de los 40 años, lo cual se considera causa de menor fuerza muscular y apetito sexual, mayor grasa corporal, letargo, irritabilidad y depresión. La conciencia de que decrece la virilidad quizá resulte un revés muy serio para muchos hombres.
Este cambio hormonal no es tan marcado como en la menopausia, y ciertos médicos, como el profesor Robert McLachlan, director de Andrology Australia, cuestionan la existencia de la menopausia masculina. “Es un concepto tonto”, afirma. “Se ha inventado en parte por razones de marketing, porque los hombres en realidad no pueden tener menopausia porque jamás menstrúan”.
No obstante, problemas de salud tales como la obesidad y la diabetes pueden provocar que disminuyan los niveles de testosterona más rápidamente de lo normal, y la atención a estas cuestiones mejorará el bienestar de los hombres. Las inyecciones de testosterona tal vez ayuden a algunos que tengan niveles anormalmente bajos debido a otros problemas médicos raros, pero para la mayoría, el malestar de la edad madura tiene raíces mucho más profundas.
Rob Brandenburg lo expresa así: “En mi caso, se trataba de una incongruencia fundamental respecto al sentido de mi verdadero yo. Quizá no lo escuches con precisión, pero en algún nivel estás diciendo: Ya es hora de que me preocupe por mí. ¿Y yo qué?”
Es cierto que las crisis pueden sobrevenir en cualquier momento: los veintitantos años, la fase anterior a la jubilación y la jubilación misma son puntos críticos también. Las mujeres pasan asimismo por épocas de reevaluación importantes, sobre todo cuando cambian sus papeles a medida que nacen los hijos o estos abandonan el hogar.
Anne Hollonds, presidenta de Relationships Australia NSW, afirma: “Vemos a adultos con muy altas expectativas de felicidad y satisfacción en su vida personal. Nos desilusionamos muy fácilmente si no alcanzamos ciertas metas o si descubrimos que no nos han aportado la satisfacción que pensábamos”. Efectivamente, las investigaciones sobre la felicidad y la calidad de vida demuestran que no importa cuánto dinero tenemos, sino la calidad de nuestras relaciones personales. “A pesar de esas pruebas, al parecer le seguimos apostando a esas relaciones personales y buscando metas relacionadas con la riqueza, y eso vale sobre todo para los hombres”.
La edad madura puede ser una oportunidad para crecer, pero si los hombres no escuchan ese mensaje interior, tal vez empiecen a llevar a cabo el comportamiento estereotípico y compren autos veloces o dejen el matrimonio por una mujer más joven. Ni uno ni otro les darán la satisfacción que anhelan, y pueden tener un efecto devastador en las familias que dejan atrás.
El tratamiento para la angustia de la edad madura consiste en medicamentos para la depresión. Sin embargo, para muchos hombres quizá sea más valiosa la orientación psicológica, la cual les permite reconocer que están en una encrucijada y de soñar en otras posibilidades.
Harry afirma que la orientación psicológica salvó su matrimonio. Él y su esposa, Jennifer, ya habían hecho un cambio importante cuando él dejó su trabajo en Asia como alto directivo de una empresa internacional para volver a Sydney e iniciar un negocio de importación.
“Fue el estrés [del trabajo] y, tal vez más importante, sentir el estrés de mi pareja, que estaba en casa descontenta con su suerte y que me culpaba con frecuencia a mí y a mi trabajo de su infelicidad, lo que me hizo reevaluar lo que hacía y sentirme obligado a cambiar. Ése fue el principio, creo, de lo que se convirtió en un importante distanciamiento en nuestra relación”, dice.
En lugar de darle un respiro, el cambio logró que Harry se sintiera incluso más presionado para financiar la vida de ensueño que su esposa e hijos llevaban. El resentimiento y las críticas escalaron por ambos lados, lo cual dejó a Harry pensativo y deprimido.
Poco a poco se involucró con una mujer más joven con quien preparaba una asociación de negocios. En un viaje a Hong Kong se entregaron mutuamente y él volvió a Sydney para decirle a su esposa que se iba de la casa.
Finalmente, fue la idea de tener que contarles a sus hijos, combinada con sus lecturas sobre el divorcio y los consejos de buenos amigos, lo que lo convenció de que debía arreglar las cosas con Jennifer.
Una serie de sesiones individuales con un terapeuta, y posteriormente junto con Jennifer, les ayudó a superar cuatro años de resentimientos acumulados. “La terapia me ayudó a ver qué era importante, me sirvió para establecer prioridades”, asegura. “Al mismo tiempo, Jennifer nunca dejó de decirme que me amaba y que le importaba. Creo que eso pesó mucho”. Así como los matrimonios pueden sobrevivir a los desaforados años de la menopausia, también pueden sortear la crisis de la edad madura del hombre, afirma Anne Brelsford, siempre y cuando todavía existan el respeto y afecto mutuos. “Es importante que la pareja intente renegociar los términos de su relación”, dice. “Muchas encuentran la manera de manejar esto juntos para que el hombre pueda lograr algo de la satisfacción que busca sin tener que dejar a la familia”.
Quizá esto signifique reestructurar la hipoteca y tomarse un año de descanso, hacer un cambio radical, volver a negociar las horas de trabajo o encontrar alguna otra forma creativa y significativa de construir una vida juntos.
Cuando Rob Brandenburg sufrió su crisis, ya era demasiado tarde. Sin embargo, se siente agradecido de que le haya permitido replantearse sus prioridades y descubrir su verdadera vocación. Regresó a la universidad a estudiar orientación y psicología e hizo un doctorado sobre la experiencia masculina en la edad madura. Ahora se dedica a orientar a otros hombres a resolver sus propios problemas.
“Gracias a Dios que encontré la respuesta dentro de mí mismo”, afirma. “La edad madura tiene que ver con un viaje al interior: se trata de una oportunidad fantástica”.
Diez señales de una crisis a las que una mujer debe estar atenta:
1. Cambio de trabajo. Esta es una aterradora señal temprana de que el derrumbe es inminente. Cuando llega a casa y anuncia que deja su carrera de 30 años en los seguros para poner un negocio de cerveza casera, seguramente será una aventura accidentada.
2. Comportamiento temerario. Igualmente aterrador y con el potencial de dejarla viuda. En este caso, llega a casa y anuncia que va a competir en carreras de autos, hacer paracaidismo, practicar surf sobre inmensas olas o cazar cocodrilos. “La vida es corta”, dice filosóficamente. “No quiero morir sin haberme tirado desde una montaña”.
3. Arreglo personal. Esto sucede cierto día cuando mira el espejo y un tipo viejo le devuelve la mirada. De pronto siente pánico y compra tijeras para recortarse los pelos de la nariz, manda al diablo a su fiel peluquero por un estilista que le hace reflejos, decide depilarse la espalda con cera y compra todo un guardarropa de prendas elegantes e informales y alguna loción almizclada.
4. Comportamiento veinteañero. Este intento de recuperar la juventud perdida por lo general implica el deseo repentino de ir a festivales de música que duran tres días, beber en exceso, dejar viejas revistas y latas en el auto y comer sólo brochettes. Esto terminará por llevar al fracaso el intento del punto 5.
5. Ejercicio desenfrenado. Si tan sólo pudiera fortalecer los abdominales lo suficiente como para meter la barriga cuando pasa junto a los mochileros en la playa… Va al gimnasio tres veces por semana y ve su reflejo en la ventana mientras saca del auto la nueva televisión de pantalla plana. Este es uno de los pocos síntomas de la crisis de la edad madura que deben alentarse.
6. Compras extravagates. Usted llega a casa del trabajo para encontrarse con una Harley-Davidson/un yate /una camioneta 4×4 frente al garaje y un televisor de pantalla plana de 65 pulgadas instalado en el cuarto de herramientas. Se suponía que ese dinero tenía que durar hasta que llegara a los 90 años, pero da gusto verlo sonreír, para variar.
7. Seducción. La vieja trampa de “¿todavía tengo el encanto?” Es una duda persistente que lleva a muchos hombres a bajar la voz, apoyarse despreocupadamente sobre los escritorios de las recepcionistas mientras echan hacia atrás su pelo recién teñido y dicen cosas como “Vamos a tomar algo” a chicas más jóvenes que sus hijas. Es inocuo en términos generales, pero puede conducir a un ego sobrevalorado y/o a la detención.
8. Buscar viejas pasiones. Esto se manifiesta ya sea en la forma obvia de encontrar a su novia del colegio secundario en Facebook, volver a descubrir la emoción de andar en patineta o sacar su viejo amplificador y guitarra e invitar a los integrantes de su antiguo grupo de rock para improvisar. Es un intento desesperado por recordarse quién solía ser y por qué le caía bien a la gente. Puede llevar a episodios de nostalgia narcisista y al uso de palabras propias de los adolescentes.
9. Irresponsabilidad. Se pone un tatuaje sobre los hombros que dice “espíritu libre”, empieza a comprar todo a crédito y se desvela hasta las 2 de la madrugada viendo fútbol.
10. Rememorar los viejos tiempos en exceso. “Me acuerdo de cuando la banda tocó en aquel festival de música y nos pasamos toda la noche bebiendo cerveza y hablando de que algún día…” blablabla. Este quizá no sea un buen momento para que usted participe y recuerde con cariño a sus viejos novios (excepto tal vez el que tenga enfrente).