Mantener los niveles de hidratación adecuados resulta vital para estar sano y en forma.
Como es sabido, el agua puede llegar a representar entre el 50% al 70% del peso de una persona, según el sexo, la edad y su composición corporal. Normalmente, los hombres contienen más agua corporal que las mujeres, debido a que poseen mayor cantidad de masa muscular. El tejido magro (músculo) tiene más agua que el tejido adiposo (grasa).
Otro factor que influye en el contenido acuoso son los años: a mayor edad, menor cantidad de agua en el cuerpo. Es así que el agua puede llegar a representar hasta un 75% del peso de un bebé mientras que en los adultos mayores dicho porcentaje cae hasta el 50%.
El agua es el componente esencial de todos los tejidos del cuerpo: la sangre contiene un 80 por ciento de agua; el tejido muscular, un 75 por ciento; la grasa corporal, un 20 por ciento; e incluso, los huesos contienen un 22 por ciento de agua.
Además de calmarnos la sed, primera señal de alerta de deshidratación, el agua es necesaria para que las células y tejidos del organismo funcionen correctamente. De hecho, todos los procesos que se producen dentro del cuerpo tienen lugar en un medio acuoso.
El agua cumple con numerosas funciones en el organismo, entre las que se incluyen: el transporte de nutrientes y sustancias como vitaminas hidrosolubles, dar cierta estructura a las células y la regulación de la temperatura corporal. A través de la transpiración, se pierde calor a medida que el agua se evapora por la piel.
Si bien un individuo puede permanecer varias semanas sin recibir alimento, no podría sobrevivir por más de diez días sin beber agua. De hecho, la sola pérdida del 10 por ciento del agua corporal puede provocar alteraciones severas en el organismo, y si llega al 20 por ciento, la vida misma entra en zona de riesgo.
En promedio, una persona adulta pierde alrededor de dos litros (unas diez tazas) de líquido por día a través de la orina, la piel, las heces y la respiración. En personas sanas, la sed es el principal controlador del agua. Cuando uno siente sed, significa que se encuentra deshidratado en un 1 por ciento, una señal de que el organismo necesita agua para cumplir con sus funciones.
Sin embargo, dicho mecanismo no es tan eficiente en personas mayores, niños o en días de enfermedad. Una manera sencilla de evaluar si estamos deshidratados es a través del color de la orina: si es de color amarillo intenso significa que el consumo de líquidos es insuficiente.
Los requerimientos de líquido se calculan por la cantidad de energía que el organismo utiliza: se calculan 1 ml a 1,5 ml por cada caloría, es decir, 1 a 1,5 litro por cada 1.000 calorías. En general, la mayoría de los adultos necesita alrededor de 8 a 10 vasos de agua diarios (unos dos litros).
El 20% del agua que se consume a diario proviene de los alimentos, en especial de las verduras y las frutas, y el resto de los líquidos en sí.
Las temperaturas extremas (el ejercicio físico intenso, demasiado tiempo en ambientes calefaccionados, situaciones especiales como embarazo y lactancia o tener diarrea, vómitos, fiebre y constipación) aumentan la necesidad de líquidos, ya que el organismo debe utilizar mayor cantidad de agua para mantener y regular su temperatura.
¿Qué líquidos consumir? La oferta de aguas y bebidas es cada vez mayor: aguas minerales y saborizadas, bajas en sodio, gaseosas y jugos. ¿Cuál es la opción más adecuada? Desde siempre, la mejor manera de hidratarse es el agua. Los jugos y la leche son también buenas opciones de bebidas ya que además aportan otros nutrientes como calcio y vitamina C. Las bebidas con cafeína como las gaseosas cola, café, té o mate así como las alcohólicas actúan como diuréticos, lo que produce la pérdida de líquido más rápidamente.
Generar la costumbre de beber más líquido puede llevar tiempo. Por eso, lo más conveniente esaumentar las cantidades de manera gradual. Así, se logrará regular el consumo del líquido necesario.
Por día una persona debe ingerir la misma cantidad de líquidos que pierde: Dos litros. ¿En el trabajo te sentís cansado? ¿Te deshidratás constantemente? Contá tu experiencia y cómo influyen los líquidos en tu vida diaria.
Clases de aguas
Agua potable de suministro público y de uso domiciliario: es aquella que es apta para la alimentación y uso doméstico. No deberá contener sustancias o cuerpos extraños de origen biológico, orgánico, inorgánico o radiactivo en proporciones peligrosas para la salud. Deberá presentar sabor agradable y ser prácticamente incolora, inodora, límpida y transparente. Esta agua proviene de un suministro público, de un pozo o de otra fuente.
Agua de bebida envasada o potabilizada envasada: es agua de origen subterráneo o proveniente de un abastecimiento público que se comercialice, envasada en botellas u otros envases adecuados provistos de la rotulación reglamentaria.
Agua mineral natural: de origen subterráneo, procedente de un yacimiento o estrato acuífero no sujeto a influencia de aguas superficiales y proveniente de una fuente explotada mediante una o varias captaciones en los puntos de surgencias naturales o producidas por perforación. El agua mineral natural debe diferenciarse claramente del agua potabilizada o agua común, dado su tenor en minerales y sus respectivas proporciones relativas; su pureza microbiológica original, la constancia de su composición y temperatura.
Agua mineral aromatizada o saborizada: producto elaborado con agua mineral natural, adicionada de sustancias aromatizantes naturales de uso permitido. Se rotulará en el cuerpo del envase “Agua Mineral Aromatizada (o saborizada)”, seguida de la leyenda “con sabor natural de…” o “con aroma natural de…” (el que sea en cada caso).
Agua mineralizada artificialmente: producto elaborado con agua
potable adicionada con minerales de uso permitido, gasificada o no, envasada en recipientes bromatológicamente aptos de cierre hermético e inviolable.
Bebidas sin alcohol o bebidas analcohólicas: las bebidas gasificadas o no, listas para consumir, preparadas sobre la base de uno o más de los siguientes componentes: jugo, jugo y pulpa, jugos concentrados de frutas u hortalizas, leche, extractos, infusiones, maceraciones, percolaciones de sustancias vegetales, así como aromatizantes/saborizantes autorizados.
Bebidas sin alcohol artificiales, gasificadas o no: se preparan con esencias artificiales o una mezcla de éstas con extractos naturales y/o esencias naturales y/o compuestos químicos aislados de las mismas.
Fuente: código alimentario argentino.