Todos sentimos alguna punzada o dolor de vez en cuando. ¿Cómo saber cuándo se trata de una molestia pasajera y cuándo de una señal de alarma que exige atención urgente?
Tal vez a veces siente hormigueo en los pies o tiene algo de fiebre. Nada preocupante, ¿verdad? Tal vez. Pero no es necesario ser un hipocondríaco para inquietarse y preguntarse si un síntoma trivial puede ser, en realidad, señal de que algo más grave está sucediendo en nuestro cuerpo. ¿Cómo saber cuándo encogernos de hombros y cuándo sentir pánico? Le presentamos algunas historias de personas que se enfrentaron a este dilema y descubrieron que las molestias que sentían provenían de problemas muy diferentes a lo que pensaban. Lo positivo: tras un diagnóstico apropiado, finalmente todos recibieron el tratamiento que necesitaban. Estas historias deben servirnos de guía a todos.
Ardor intenso en la zona del abdomen
«Esa sensación de ardor resultó ser cáncer de colon”.
Amy Driben-Salcedo comenzó a sentir ardor en la zona del abdomen el verano de 2017, pero lo ignoró durante cuatro o cinco meses. “Tengo tres hijos y estaba muy ocupada”, dice esta consejera académica de entonces 47 años.
Luego el dolor se trasladó a la espalda: “Busqué los síntomas en Google y decidí que debía ser una úlcera, por lo que cambié mi alimentación a una dieta ligera”, recuerda. Más tarde comenzó a perder peso rápidamente.
Investigó más y encontró que el dolor abdominal y la pérdida de peso eran señales clásicas de cáncer de colon, pero Driben-Salcedo descartó esta posibilidad, ya que le parecía que era demasiado joven. Cuando finalmente consultó a un médico ya había adelgazado once kilos. Su gastroenterólogo le pidió análisis y radiografías, pero los resultados eran normales. Le recetó medicación para síndrome de colon irritable. Después de tomarla durante unas semanas y no mejorar, volvió a llamar a su médico. “Mientras iba a hacerme un TAC, le dije a mi marido: ‘Así es como debe notarse el cáncer. El dolor es muy fuerte’”.
Una colonoscopia reveló que se trataba de cáncer colorrectal. (El tumor principal se encontraba en el colon, pero se había extendido hasta el hígado). La paciente se sometió a tres días de quimioterapia cada dos semanas durante un año. El tratamiento le produjo insomnio, debilidad y hormigueo en manos y pies. Pero el tumor desapareció.
Lamentablemente, hoy está combatiendo un nuevo tumor en el hígado, ahora con radiación. Se siente optimista y cree que volverá a lograrlo. “Ahora estoy más atenta a lo que dice mi cuerpo y me cuido más”.
¿Cómo identificar los dolores?
Todos tenemos de vez en cuando alguna molestia estomacal, pero un dolor agudo en el área inferior derecha del abdomen puede tratarse de apendicitis; en el área inferior izquierda, diverticulitis; en el centro y área superior derecha cálculos biliares; y más cerca de la pelvis, quistes ováricos o infección del tracto urinario. En algunos casos, calambres, dolores leves o sensación de ardor pueden se consecuencia de úlceras, síndrome de colon irritable, o problemas inflamatorios del intestino como enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa. El dolor de estómago acompañado de fiebre puede ser un cuadro de gastroenteritis viral.
Tener mucha sed, puede ser la señal de que padece diabetes
“La sed insaciable resultó ser diabetes”.
Carol Gee llegó a la oficina de alquiler de autos en el Aeropuerto Regional de Dakota del Sur, Estados Unidos. Cuando estaba a punto de dar su nombre y apellido al empleado de la empresa, advirtió que su boca estaba completamente seca. Le resultaba verdaderamente difícil hablar. Terminó de completar la documentación y le dio las llaves a su marido.
Gee, de 59 años entonces, recuerda que hizo un gran esfuerzo por no entrar en pánico. “Era la sensación más extraña que había tenido nunca. No había ningún tipo de humedad en mi boca”. Atribuyó la experiencia a la altitud de la ciudad y al largo viaje que acababa de hacer, aunque esta sensación de boca seca se convirtió en una sed imposible de saciar. “El agua no ayudaba para nada. Bebía y bebía. Y eso me obligó a usar constantemente el baño. Me sentí fatal todo el día”.
Unos meses antes, su médico le había pedido una revisión y los resultados habían dado un nivel de glucosa en sangre algo más elevado de lo normal. Gee dice: “Como no me mandó medicación, asumí que no era para preocuparse”.
Aunque hizo lo posible por disfrutar del viaje, Gee recuerda la extrema fatiga que sintió de vuelta a casa. “El tramo que caminé desde el aeropuerto hasta el auto arrastrando la valija consumió hasta la última gota de energía que me quedaba. Me resultaba tremendamente difícil poner un pie delante del otro”.
Al día siguiente llamó a su médico. “Al medir el nivel de glucosa en sangre el médico me dijo: ‘Tienes diabetes tipo 2 y no estás en buenas condiciones. Los valores son tan altos que es un milagro que no estés en coma diabético o algo peor’. En ese momento me di cuenta de la gravedad de lo que estaba pasando”. Cuando la internaron, su nivel de glucosa en sangre era 900 mg/dl, un valor muy superior a un resultado normal comúnmente inferior a 140 mg/dl.
Hoy, a los 70 años, Gee afirma que se ha vuelto obsesiva con sus aplicaciones de insulina y el control de sangre. “Desearía haber consultado a mi médico en cuanto se detectaron esos valores iniciales elevados. Me habría cuidado con las comidas, el nivel de azúcar en sangre nunca hubiera subido tanto y todo esto no habría sido una sorpresa tan grande”, comenta.
Los síntomas en la boca alertan estas enfermedades
¿Huele mal su aliento? Si además tiene manchas blancas en la lengua se puede tratar de una infección llamada candidiasis bucal, o un tumor. Si su aliento huele a leche agria, es posible que sufra intolerancia a la lactosa; si huele a acetona probablemente esté comiendo demasiadas proteínas. Lesiones rojas en la lengua, dientes flojos, aftas o áreas blancas dentro de la boca que duran más de dos semanas pueden ser señales de cáncer. Manchas blancas, amarillas o marrones en los dientes pueden ser indicadores de enfermedad celíaca. Lengua roja y brillante es señal de posible deficiencia de vitamina B12.
Dolor en las costillas, señal de neumonía
“El dolor en las costillas resultó ser neumonía”.
Durante tres semanas Lorri Faughnan sintió un dolor en la caja torácica. Una distensión, pensó, ya que había estado entrenando intensamente para un triatlón. Lorri, agente inmobiliaria canadiense esperó a que el dolor pasara. Pero no desaparecía. Más adelante, durante un entrenamiento en un frío día de invierno hace unos diez años, el dolor se hizo tan intenso que se vio obligada a volver. Llegó al punto de partida doblada de dolor y con muchísima dificultad para respirar. Le caían lágrimas por la cara.
Hoy de 59 años, volvió a su casa, se tomó un analgésico y se acostó. La mañana siguiente, aunque aún tenía dolor en las costillas, su respiración ya era normal hasta el punto que se animó a intentar una clase de spinning. Pero cuando le contó lo sucedido el día anterior al médico que estaba en la bicicleta al lado en su clase, este le recomendó consultar a un especialista y le recomendó a alguien.
Lorri consiguió verlo esa misma tarde. “Presenta los síntomas clásicos de una neumonía”, le dijo. “El dolor no es en las costillas, es en los pulmones”, le explicó. “No podías respirar porque la neumonía ha afectado a los pulmones y el frío lo ha agravado más”.
Infección causada por bacterias, virus u hongos, afecta a los sacos de aire en uno o ambos pulmones, que se llenan de líquido y pueden provocar fiebre, tos y falta de aire. Le recetaron antibiótico y reposo. Necesitó tres semanas para volver a sentirse ella.
Aunque fue el primer episodio de neumonía para Lorri, ahora se da cuenta de que si hubiera esperado más para consultar a un médico podría haber terminado internada y con oxígeno.
La tos y la fiebre: los síntomas más comunes
Síntomas como tos y fiebre pueden indicar un resfrío común, gripe o Covid-19. La dificultad para respirar puede ser síntoma de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) no diagnosticada o presencia de coágulos en el pulmón, especialmente si se ha sometido recientemente a una intervención quirúrgica. Básicamente, cuánto peor se sienta, más importante es que consulte a su médico o vaya a urgencias, de modo que un profesional pueda controlar sus niveles de oxígeno.
Fuertes (y frecuentes) dolores de cabeza
“Ese dolor de cabeza resultó un accidente cerebrovascular”.
En 2013, Latarsha Jones comenzó a sufrir un fuerte dolor de cabeza. Pensó que su ocupada vida y largas horas como secretaria en un colegio le estaban pasando factura.
El dolor continuó durante semanas y a veces era tan fuerte que tenía que sujetarse la cabeza cuando tosía o estornudaba. Una tarde, el dolor se volvió aún más intenso. “Sentía como si todo fuera a cámara lenta. Las palabras no salían de mi boca y no se entendía lo que decía. El lado izquierdo de mi cuerpo estaba adormecido”.
Cuando llegó una ambulancia, no podía levantar el brazo izquierdo ni decir el abecedario, dos pruebas para determinar si se está sufriendo un accidente cerebrovascular. Ya en el hospital, una resonancia magnética reveló que había sufrido un ACV isquémico, que tiene lugar cuando se produce un bloqueo en un vaso sanguíneo que irriga sangre al cerebro.
“Los médicos investigan qué pudo causarlo, ya que mi presión no era demasiado elevada y los demás valores se encontraban al límite. Creo que mi problema de obesidad fue el factor determinante”, admite Jones.
Tras esa experiencia, ha aumentado el nivel de actividad física y mejorado su dieta. Hoy, esta mujer de 47 años aún se está recuperando de este episodio y toma medicación a diario.
Cuales son las causas del dolor de cabeza
Todos de vez en cuando sufrimos dolores de cabeza. Deshidratación, mala postura, ciertos alimentos y estrés son causas comunes, pero algunos dolores de cabeza son indicadores de problemas graves. Si se despierta por un dolor de cabeza o el dolor no mejora con medicamentos, puede tratarse de un tumor cerebral. Y si el dolor está acompañado de fiebre alta y rigidez en el cuello, puede ser un cuadro de meningitis. El dolor de cabeza junto a visión borrosa o dificultad para enfocar la vista puede indicar aneurisma.
Hormigueo y adormecimiento en los pies
“Sentía que mis pies estaban como dormidos; resultó esclerosis múltiple”.
Cathy Chester acababa de terminar la universidad y se estaba haciendo un nombre como redactora creativa en Manhattan. Cuando notó adormecimiento y hormigueo en los pies, lo atribuyó al estrés y a que caminaba mucho por la ciudad bajo el frío del invierno. “Lo ignoré, pero fui empeorando”, recuerda. Cuando la sensación de adormecimiento comenzó a avanzar hacia la parte inferior de las piernas, fue al médico, quien le dijo que llevaba zapatos demasiado ajustados.
Compró zapatos más grandes, pero interiormente sabía que no se trataba de eso. El entumecimiento continuaba avanzando hacia rodillas y muslos, le provocaba inestabilidad y se tropezaba al caminar. En ocasiones la acusaron de estar ebria. Además de debilidad, la fatiga arrasó con su energía. “Pensaba que estaba agotada por vivir sola e inmersa en un mercado laboral tan competitivo. Me sentía engripada, pero mil veces peor”, recuerda Chester.
Una noche, cuando iba a tomar el ómnibus de vuelta a casa: “Miré abajo y vi que el taco de uno de mis zapatos se había salido unos tres metros atrás. Ni siquiera lo había notado porque mis pies estaban completamente entumecidos. Esa fue una señal de alerta”.
Después de que un neurólogo le pidiera una punción lumbar, un TAC y una resonancia magnética, pudo averiguar que sufría esclerosis múltiple, enfermedad del sistema nervioso central que interrumpe el flujo de información al cerebro. Había soportado cinco años de adormecimiento, debilidad y fatiga. Aun así, dice: “Fui muy afortunada por contar con un diagnóstico. Los resultados eran claros. Fue un alivio porque finalmente supe qué tenía que hacer”.
A sus 61 años, hoy cuenta: “Nunca recuperé la sensibilidad en la pierna derecha, ni siquiera después de terapia, y la fatiga es tremenda. Tengo que hacer una siesta todos los días a las dos, sea como sea”. Hoy trabaja como asesora de salud y ve el futuro con esperanza. “Es mi misión educar, inspirar y generar conciencia sobre esta enfermedad. Durante mucho tiempo ninguno tuvo oportunidad de hacerse escuchar”.
Cómo reconocer enfermedades
La sensación de cosquilleo o entumecimiento es generalmente una señal de que una parte del cuerpo “está dormida”. Pero si la sensación persiste, puede tratarse de coágulos, pinzamiento de un nervio, o neuropatía periférica (habitualmente causada por diabetes). Si además tiene problemas de visión, habla o comprensión, puede tratarse de un accidente cerebrovascular. La sensación de adormecimiento en el pecho que se prolonga más de 30 minutos puede ser un ataque cardíaco, especialmente si es con mareos o náuseas.
Con información añadida de Charlotte Hilton Andersen, Lisa Fitterman, Alyssa Jung, Marissa Laliberte, Karyn Repinski, Jenn Sinrich y Lindsay Tigar.