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¿Son las enfermedades psicosomáticas reales o imaginarias?

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¿Sabías que la dolencia psicosomática presenta realmente alteraciones físicas?

Las palabras griegas psyche y soma significan, respectivamente, mente y cuerpo; de ellas deriva el término psicosomático aplicado a la influencia de la mente sobre el cuerpo. Una enfermedad psicosomática es una dolencia física real producida, total o parcialmente, por conflictos emocionales subconscientes o cualquier otro factor de tipo psicológico.

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Los médicos todavía no comprenden bien cómo las emociones pueden alterar las funciones de los órganos hasta ese grado, pero es indudable que lo hacen. A diferencia del hipocondríaco que sólo se imagina que está enfermo, el que tiene una dolencia psicosomática presenta verdaderamente alteraciones físicas. Con frecuencia estos pacientes pueden ser curados tratando el problema psicológico en el que radica su enfermedad.

Dolencias como las úlceras del aparato digestivo, los dolores de cabeza y las palpitaciones son con frecuencia (pero no invariablemente) psicosomáticas, pero hay muchas más de la misma índole; no pocos médicos opinan que la mayoría de las enfermedades fisiológicas, quizá incluso el cáncer, están influidas en cierta medida por factores psicológicos.

La medicina psicosomática que se dedica a este tipo de enfermedades puede ser nueva, pero la idea no lo es; desde hace mucho se acepta que las penas hondas o las tensiones continuas minan seriamente la salud.

 ¿En qué consiste el síndrome de Münchhausen?

A la mayoría de las personas nos da miedo tener que ser hospitalizadas y preferimos estar sanas que enfermas; pero hay algunas que lo que más desean en este mundo es que las manden al hospital. Emplean toda clase de recursos para hacer creer a los médicos que están gravemente enfermas: fingen los síntomas más aparatosos para simular un estado de urgencia, alteran los datos que sirven para hacer el diagnóstico e incluso llegan a mutilarse. Estas personas suelen haber estado hospitalizadas muchas veces, han recorrido los consultorios de innumerables doctores y a menudo logran que se les opere sin necesidad. Son capaces de tomar insulina para que en los análisis aparezca bajo su nivel de glucosa en la sangre, escupen sangre que llevan oculta en un recipiente dentro de la boca o se inyectan heces para producirse un absceso. Los motivos que los impulsan a esto todavía no se comprenden, pero los psiquiatras llaman a este patrón de conducta síndrome de Münchhausen.

Las personas que fingen una enfermedad son simuladoras y mentirosas, pero pueden efectivamente llegar a ponerse enfermas por los extremos a que llevan su engaño. No se les debe confundir con los hipocondríacos, que genuinamente creen estar enfermos; tampoco simulan una enfermedad para cobrar un seguro o rehuir alguna obligación; aparentemente carecen de motivo para hacer lo que hacen. Se ha dicho que los que padecen el síndrome de Münchhausen, más que masoquistas a los que les gusta sufrir, son seres humanos que buscan desesperadamente un poco de atención; pero también se ha supuesto que hay en ellos un trasfondo de hostilidad, que se aprovechan de los médicos para vengarse, indirectamente, de alguien que les hizo daño o los defraudó en la infancia. Los münchhausenitas a menudo son personas que siempre han tenido dificultades para establecer relaciones estrechas con los demás, y muchos han sufrido brutalidad y abandono.

El Dr. Don R. Lipsitt, un psiquiatra que se ha dedicado a estudiar esta desviación de la conducta, calcula que en los Estados Unidos aparecen todos los años alrededor de 4 000 personas, la mayoría varones que tienen entre 20 y 30 años, cuyo único interés en la vida es engañar a los médicos, y a eso destinan todas sus energías. Uno de sus pacientes logró ser hospitalizado 400 veces en 25 años.

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