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El arte de tunear motocicletas

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Mecánica de motocicleta

Una mecánica de Queensland adapta motocicletas para que los veteranos puedan montar de nuevo.

CON UNA LINTERNA entre los dientes, Sharine “Spanner (Llave inglesa)” Milne ajusta el amortiguador de una Harley Davidson Sportster en el taller de motocicletas que posee en Townsville, Queensland, en el noreste de Australia. Sus dedos —con largas uñas pintadas de naranja ardiente— manejan la llave de bolsillo cerca de los frenos de la motocicleta.

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En los últimos tres años, la mecánica de 46 años y propietaria de R.H.D. Classic Supplies & Services ha hecho varias modificaciones a esta motocicleta, que pertenece a un cliente llamado Stewart, un cultivador de orquídeas de 72 años. A Stewart le amputaron la pierna derecha, por lo que lleva una prótesis, y recientemente se rompió el tobillo izquierdo.

Para que pudiera servirle la moto, Milne adaptó el asiento y el manillar para que no le doliera la espalda al montar y, más recientemente, instaló un cambio de marchas electrónico para que lo usara mientras se le cura el tobillo. Renunciar a montar nunca fue una opción para Stewart.

“Odiaría a alguien que me dijera que no puedo montar”, dice Milne, que sabe de primera mano cómo se supera una “lesión de por vida”, el término que prefiere emplear en lugar de discapacidad.

La actitud, clave para la recuperación

Milne nació con una patología llamada displasia de cadera bilateral. Los médicos le dijeron que no podría tener hijos y que para cuando tuviera 40 años, ya no podría caminar sin ayuda. Ella demostró que se equivocaban en las dos cosas. “No dejé que eso me frenara”, dice Milne, indígena y madre de una hija adulta.

Hoy en día, no solo camina, sino que también monta en moto y ha acumulado una gran colección de motocicletas a lo largo de los años. Hace veintiún años, Milne se matriculó en un curso de mecánica. Pero siendo mujer y con el objetivo de convertirse en técnico de motocicletas, se enfrentó a muchos incrédulos.

Finalmente, Milne aterrizó en R.H.D. Classic, primero como aprendiz y luego como propietaria, en 2012. Kirsty, la hija de su antiguo jefe, que es sorda y va en silla de ruedas, le puso el apodo de “la chica de la llave inglesa”.

Una de las primeras adaptaciones que hizo Milne fue la creación de un sidecar para Kirsty para que pudiera montar en moto con su padre. Hoy Milne dirige un negocio próspero, pero las adaptaciones relacionadas con las lesiones son su pasión.

Sus proyectos van desde la fabricación de motos accesibles para sillas de ruedas hasta la conversión de su propio sidecar en una especie de coche fúnebre con una plataforma para llevar los ataúdes.

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Ayudar a las personas con adaptaciones

Al permitir que las personas continúen haciendo lo que aman, Milne las ha ayudado a curarse emocionalmente. David McHenry, un veterano retirado de las Fuerzas Armadas con lesiones en la columna vertebral, la cadera y la rodilla tras 35 años de servicio, se dirigió a Milne para ver si le podía ayudar a aliviar el dolor que le producía montar durante largos trayectos.

“Spanner nos proporciona a veteranos como yo un espacio seguro cuando estamos luchando contra un problema”, dice McHenry. Además de las lesiones físicas, McHenry tiene trastorno de estrés postraumático (TEPT), y su psicólogo, que le ha recomendado montar como “terapia de choque”, puede decir si ha montado o no lo su_ ciente en moto.

En la carretera, Milne también encuentra un ritmo terapéutico. Algunos días el paseo en moto es su cura emocional, pero también es una forma de conectar con los demás. “En una moto, no siento que la vida me adelanta. Formo parte de ella”.

 

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