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¡Yo no creo en la media naranja!

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En materia de parejas ¿hacemos bien en creer en «la horma de nuestro zapato» o «en el Príncipe Azul»? ¿Cuál es tu opinión al respecto? 

Quién soy…

Pocas veces me cuestionaba las cosas; durante mucho tiempo hice lo que se suponía “debía hacer”. De chica, frente a todas las cosas malas que me sucedían siempre pensaba: “bueno… en algún momento algo bueno va a llegar porque me lo merezco”, y de ese modo, un poco resignada y un poco crédula, depositaba en esa confianza mi felicidad.

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Poco a poco, la vida comenzó a golpearme más duro y a mellar esa confianza, poniéndome muchas veces cara a cara con la depresión. Entonces empecé a preguntarme: por qué. ¿Por qué toqué fondo?, ¿por qué dejar que las cosas pasen sin hacer nada? Desde ese momento, y sin saber bien cómo, empecé a tener más confianza en mí; a proponerme que los problemas, las personas, la vida no iban a vencerme. 

A través de esta pelea por salir adelante me fui conociendo; descubrí que contaba con una energía y una fuerza muy sólidas, y que la frase “después de cada tormenta sale el sol”, aunque suene a cliché, encerraba mucha verdad. Aprendiendo a conocerme y con la ayuda de personas que fueron apareciendo en mi camino, pude ir sorteando los problemas; me enfoqué en aceptar estos “malos tragos” y en tratar siempre de sacar de ellos algo positivo. Y así me fui ordenando. Claro que los problemas no desaparecieron, solo que ahora yo contaba con más herramientas para afrontarlos y con la convicción de que yo podía superarlos y que la base de toda confianza sale básicamente de uno mismo. 

A partir de entonces brotó en mí la necesidad  de poder ayudar a otros, de orientar a aquellas personas que no cuentan con alguien que las escuche o les brinde ayuda y a quienes, en definitiva, mi experiencia podría inspirar para salir adelante. Por eso, desde hace varios años, soy Coach Motivacional y mi misión es asistir a quienes deseen desarrollar una mayor eficacia personal y, estén dispuestas a luchar por tomar el control de sus vidas. Quiero ayudarlos a lograr un cambio entre lo que son y lo que quieren llegar a ser, trabajar en conjunto y compartir la alegría de vivir.

El tema de la semana: «Yo no creo en la media naranja» 

Desde pequeños vamos incorporando la idea que en algún lugar está esa persona especial que nos va a completar y que va a dar significado a nuestras vidas. El «Príncipe Azul» para algunos, “la horma de nuestro zapato”, para otros. En fin…  “Nuestra media naranja”.

Es entonces cuando comienza la búsqueda inconsciente del reflejo de aquello que sentimos que nos está haciendo falta, pero muchas veces terminamos eligiendo a nuestro compañero de vida por motivos equivocados. Al estar «incompletos», creemos que juntos nos completaremos y seremos uno, y así habremos logrado nuestro anhelado objetivo: un alma gemela estará junto a nosotros y seremos felices y comeremos perdices.

Sin embargo, a medida que transcurre el tiempo nos vamos dando cuenta de que no todo es un cuento de hadas y que las diferencias, ocultas por esos primeros pasos de conquista, comienzan a aparecer hasta provocarnos frustraciones y desilusiones.  Lo que antes nos atraía, ahora ya no nos gusta. ¿Qué nos pasó? ¿Quién cambió? ¿Qué fue de nuestra media naranja? Al parecer, el Príncipe Azul, se destiño durante el primer lavado. 

Lo que a menudo ocurre es que depositamos nuestras inseguridades, nuestros miedos y deseos en alguien más, y no en nosotros mismos. Cuando tenemos un vacío en nuestro interior, nadie ni nada podrá cubrirlo o rellenarlo, por más que nos engañemos creyendo que una persona que nos ama pueda hacerlo.

Pero ¡atención!, no nos preocupemos, esa persona especial sí existe y va a aparecer  en el momento en que sepamos más sobre nosotros mismos.

Por eso, es esencial primero conocernos, sentirnos completos, amarnos y respetarnos.  Y así, una vez que encontremos esa armonía y esa paz interior -sin mantener asuntos no resueltos de nuestro pasado-, estaremos realmente preparados para encontrarnos con esa otra persona -también consciente de su propio ser, de sus virtudes y de sus defectos-, con la cual poder compartir la maravillosa experiencia de vivir.

Si dos personas se vuelven una, entonces solo obtendremos “dos medias personas”. Propongo que cada uno de nosotros lleve su potencial al máximo, se reencuentre con su ser más íntimo, haga valer su persona y encuentre, para compartir el camino de la vida, a otra persona que también esté plena y lista para avanzar junto a nosotros. 

Imaginemos a estas dos personas, felices y sin mochilas que cargar,  juntas, iluminadas, acompañándose en la risa, en el cariño, en la adversidad y elevándose mutuamente a través del tiempo. Ambos serán dos naranjas enteras, listas para emprender un nuevo camino de a dos, y preparadas para ir creciendo juntas y afrontar las adversidades que la vida nos va regalando… sí, regalando. 

Autora: www.marianaautilio.com.ar

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