Se multiplican los riesgos de accidentes, se desnudan las falencias técnicas de los automóviles, el estado físico de los conductores y las condiciones del camino. Tomá nota de estos consejos.
Comienza el verano en nuestro hemisferio y las rutas se cargan de turistas. Además de multiplicarse los riesgos de accidentes, también se desnudan las falencias técnicas de los automóviles, el estado físico de los conductores y las condiciones del camino.
Recomendaciones de los principales organismos:
- Conducir con cuidado y respetar las normas de tránsito.
- Emprender el viaje descansado.
- Ubicar a los niños en el asiento trasero, sujetos a sus sillas o asientos especiales.
- Usar siempre el cinturón de seguridad y el casco —en el caso de los motociclistas.
- No ingerir alcohol si se va a conducir.
- Transportar la cantidad de pasajeros para los que fue fabricado el vehículo.
- Utilizar las luces bajas encendidas.
Cuidado con el paisaje
Las rutas rectas y de terreno plano que convergen hacia el infinito son las más peligrosas; la ausencia de curvas y meandros en la ruta genera un exceso de confianza al no haber “cambios” en los cuales concentrarse. La velocidad constante, más aún en los automóviles equipados con control de crucero, es un arma de doble filo. En esos casos conviene bajar la velocidad, hacer las paradas obligadas para someter al cuerpo a una pérdida del efecto adormecedor de la cinta asfáltica.
A ciertas horas del día, la intermitencia entre luces y sombras (reflejos de los árboles a la salida y a la puesta del sol) podrá causar una pérdida en la visibilidad y la correspondiente proyección de los cuerpos en el horizonte. Una línea poco clara en la visión general del panorama desde el automóvil sumerge al conductor en una zona de indecisión al momento de actuar ante una situación imprevista.
El efecto “fantasmal” es otro de los puntos a considerar en la marcha. Es común tener visiones repentinas de edificios, puentes, animales que se cruzan inesperadamente o personas detenidas en la ruta. En ese caso, la mente le juega al conductor una mala pasada, y son estas alucinaciones culpables de choques misteriosos y accidentes solitarios para los cuales, quizá, no hubo una causa aparente.
Un trance hipnótico en el camino puede dejar al automovilista propenso a este tipo de falsas visiones, pero en verdad es el cansancio el que desencadena la imagen. Ahora lo sabe, será mejor atender a todos estos consejos y no confiarse por más que haya hecho con frecuencia el mismo viaje, al mismo destino. Recuerde, cada recorrido por la ruta es como el vuelo de un jet, todos los controles deben hacerse como si esa fuera la primera vez.
La “hipnosis del asfalto”
Según un estudio publicado por la Dirección de Defensa Civil y la Subsecretaría de Turismo de la provincia de Mendoza, Argentina, aquellos conductores que sufran un proceso de hipnosis pueden frenar violentamente y con ello provocar accidentes. Ciertos paisajes y situaciones que involucren objetos son especialmente peligrosos. Por ejemplo, los limpiaparabrisas que se han usado por períodos prolongados y a velocidades constantes. Cualquier adminículo colgante u oscilante que penda del parabrisas o de las ventanillas posteriores revisten especial atención por su alto contenido de movimientos distractivos.
Especial atención hay que darle a los sonidos interiores del vehículo como escuchar música a altos niveles de volumen o mantener conversaciones aireadas entre los ocupantes, es preferible siempre un ritmo pausado tanto en conversaciones como en la utilización de música para entretenimiento.
También pueden producir modorra, hipnosis o falta de concentración en la vía los ruidos monótonos causados por elementos interiores o exteriores del vehículo. Así también las vibraciones, sacudidas —más o menos rítmicas— que producen las juntas de los pavimentos, suelen generar acostumbramiento y con ello monotonía hipnótica.