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5 tendencias -realmente locas- que debería conocer

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Ir descalzo, ralentizar el ritmo de la vida y volver al celibato son algunas de las tendencias más descabelladas que se dieron a conocer hace muy poco.

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El mundo hoy es un lugar confuso. Algunos le encuentran sentido a través de la política, otros de la religión. Otros se siguen viendo atraídos hacia movimientos sociales poco ortodoxos que parecen excéntricos. Pero las actitudes cambian: ideas y campañas que hoy nos parecen extrañas podrían resultar convencionales dentro de unos años. 

IR DESCALZO, la nueva moda

Alessio Angeleri, un ex ingeniero italiano de 39 años que en la actualidad dirige un blog de salud, se mueve por las calles de su ciudad en la región del Piamonte… descalzo. Casado y con un hijo de 15 años, es una de las más de 100.000 personas en el mundo que pertenecen a la Society for Barefoot Living («Sociedad para la Vida Descalza»). 

Con su eslogan “Libera tus pies y tu mente también se liberará”, animan a andar descalzos, por los beneficios que reporta a la salud y la comodidad que supone, además de “recrearse con las texturas que ofrece el mundo”.

Angeleri decidió ir sin zapatos por la vida cuando rondaba los veinte años. “Al principio solo me descalzaba en el campo, y me asustaba encontrarme con alguien. Un tiempo después, mi confianza aumentó, y tras unos meses iba descalzo a todos lados”, comenta.

“Los pies son una de las zonas más sensibles del cuerpo, lo que hace que la experiencia táctil sea muy agradable”, explica. “Las sensaciones hacen que uno recuerde todos los lugares por los que ha pasado: veredas, césped, cemento, mármol… cada lugar se corresponde con una experiencia sensorial, que se graba en el cerebro en HD. Cuando uno se acostumbra a esta percepción del mundo enriquecida, no quiere volver atrás”.

A miles de kilómetros al este, en Tomsk, Siberia, vive otro amante consolidado del ir descalzo. Victor Sudakov, administrador de sistemas de 49 años, lleva más de 20 formando parte de la Society for Barefoot Living, aunque en la profundidad del invierno siberiano Victor se pone un par de botas abrigadas; pero cuando desaparece la nieve, se van las botas con ella. 

“Aquí en Tomsk, la temporada para ir descalzo dura de mediados de mayo a mediados de septiembre, y a veces más”, comenta Sudakov. “Durante ese período, voy descalzo a todas partes, excepto a trabajar, donde tenemos que guardar la etiqueta. Así que voy descalzo cuando salgo a pasear, solo o con mi familia, a comprar, a manejar, a comer, a visitar a mis amigos, o a viajar a otras ciudades.

“En Moscú, algunos establecimientos me han negado la entrada, pero los siberianos son gente, por lo general, muy tolerante. No conciben que ir descalzo pueda ser ilegal o malo para la salud”. 

Algunas personas se quedan tan impresionadas que empiezan a ir descalzas, explica la discípula estadounidense Meghan Lindquist. Esta profesora de 33 años explica que: “Mi converso más destacado es mi marido. Empezamos a salir cuando lo venció la curiosidad y me preguntó por qué estoy casi siempre descalza. Cuando empezamos una relación más seria, comenzó a salir descalzo conmigo, y cuando nos casamos dejamos de llevar zapatos”.

PUNTO FINAL A LA RAZA HUMANA 

Algún día, los historiadores contarán cómo, en la primavera de 2020, fueron los humanos los que estuvieron encerrados mientras los animales se movían con libertad. La pandemia del coronavirus ha visto a los cisnes deslizarse con serenidad por los canales de aguas claras de Venecia en los que se podía ver nadar bancos de peces. Se pudo ver jabalíes salvajes corriendo por las calles del centro de Barcelona. Los delfines saltaban en los puertos de Cagliari, capital de Cerdeña. 

Para Les U. Knight, profesor estadounidense de 72 años estas escenas han sido una reivindicación de su creencia más sincera. Como fundador y representante del Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria (VHEMT, por sus siglas en inglés), cree que el planeta estaría mejor sin los seres humanos. Con su slogan “Larga vida tengamos y desaparezcamos”, el movimiento busca que dejemos de procrear para que la humanidad como especie se extinga y desaparezca… para siempre.

“Somos los causantes de la ‘Sexta Extinción’ [la destrucción masiva de especies y ecosistemas]”, afirma Knight. “Si desaparecemos, el resto de la biosfera tendrá la oportunidad de recuperarse. La idea de un planeta sin humanos puede resultar extraña, aunque no parece que encontremos preocupante la extinción de otros miles de especies. Cuando los humanos desaparezcan, nuestras obras carecerán de valor para las formas de vida que queden”.

Knight, que nunca tuvo hijos, no busca masacrarnos, solo quiere que la gente decida no procrear, algo que muchos ya están haciendo y que se ve reflejado en los descensos de natalidad en varias partes del globo, sobre todo en Europa.

“No nos dedicamos a contarlos, pero hay muchos voluntarios de VHEMT en Europa”, afirma Knight. “Hay un grupo en la India liderado por un hombre que ha demandado a sus padres por traerlo al mundo sin su permiso”.

Aunque esta ambición pueda parecer indignante, Knight insiste en que se acerca un gran cambio. “Muchos jóvenes prevén que la Tierra apenas será habitable en un futuro próximo, y están enojados y asustados. Puede que cambiemos nuestra forma de pensar. Que nunca lo hayamos hecho [dejar de reproducirnos] no significa que nunca vayamos a hacerlo”.

RALENTIZANDO EL RITMO DE VIDA

Carl Honoré se crio en Canadá, pero es un europeo muy moderno. Su madre es escocesa, y su padre, de ascendencia francesa, nació en las Islas Mauricio. Habla y trabaja en inglés, francés, español, italiano y portugués. 

Como autor de cuatro bestsellers, traducidos a 34 idiomas, Honoré pasa parte de su tiempo “de ciudad en ciudad y de estudio en estudio de televisión”. Pese a estar siempre con prisas, se hizo famoso con Elogio de la lentitud, publicado en 2004, que trata sobre el Slow Movement (Movimiento Lento), causa que apoya con entusiasmo. 

“Vivimos en un mundo obsesionado con la velocidad, con hacer todo más rápido, en el que cada día es una carrera contrarreloj”, afirma Honoré. “Intentamos darnos prisa para hacer de todo, pero siempre termina mal”. En lugar de esto, propone que vayamos más despacio. “Dele a cada momento la atención que merece, evitando las prisas”, sugiere. “No intente hacer cinco cosas a la vez. Haga una cosa bien y pase a la siguiente. O no haga nada y deje la mente en blanco. Déjela que deambule. Así desbloqueará los demás tipos de creatividad”.

El Movimiento Lento comenzó en Italia en 1986, cuando el activista Carlo Petrini se enfureció cuando se inauguró una franquicia de McDonald’s junto a las Escaleras de la Plaza de España en Roma. Su respuesta a la invasión de la comida basura fue hacer campaña a favor de la “comida lenta”, defendiendo la comida local y los ingredientes sanos, la preparación cuidadosa de cada plato y el simple placer de tomarse tiempo para disfrutar la comida.

En tres años, el movimiento Slow Food tuvo su manifiesto, firmado en París por las delegaciones de 15 países. A día de hoy, Slow Food tiene casi 60.000 miembros registrados y ha generado filiales que promueven los beneficios de las ciudades lentas, el cine lento y la moda lenta.

Todos comparten el deseo de calma y detenimiento para apreciar lo que nos rodea y lo que sentimos, junto al rechazo a la urgencia frenética por ganar más, hacer más, gastar más y consumir más.

“En un mundo de abundancia, lo más sensato que puedes hacer es… menos”, afirma Carl Honoré. “Menos es más, especialmente en un mundo que afirma que más es más”.

Honoré ve los impactos idénticos ocasionados por la crisis financiera del 2008 y la pandemia de coronavirus de este año como luces de advertencia para la cultura moderna. “Creo que estamos ante un punto de inflexión en la historia, en el que nos damos cuenta del sinsentido de nuestra forma de vivir, que no es sana ni sostenible, y nos lleva a un agotamiento global.

“Es como el final de la noche en una discoteca. Se encienden las luces y al vernos en el espejo tenemos un aspecto espantoso. Si esta vez no aprendemos, entonces nos merecemos lo que se nos venga encima”. Algo sobre lo que deberíamos reflexionar… lentamente.

ABSTINENCIA SEXUAL

Durante más de 30 años, el monitor de ocio alemán [Freizeit Monitor] ha informado, entre otras cosas, de la actividad sexual de los ciudadanos del país. Hace poco, el monitor desveló que, en una era de pornografía online ilimitada y aplicaciones para móviles que prometen una pareja solo con deslizar el dedo por la pantalla, los alemanes practican menos sexo.

En septiembre de 2019, el monitor informó de que el 52 por ciento de los alemanes mayores de 14 años mantenían relaciones sexuales al menos una vez al mes, comparado con el 56 por ciento de 2014. El estudio descubrió que la gente joven y soltera tenía menos relaciones sexuales que cualquier otro grupo de edad, excepto los jubilados: solo el 27 por ciento mantiene relaciones sexuales al menos una vez a la semana, y el 49 por ciento una vez al mes.

Este fenómeno se repite por todo el mundo. En los Estados Unidos, la cifra de estudiantes de secundaria que han mantenido relaciones sexuales se redujo del 54 por ciento de 1991 al 40 por ciento en 2017. El sexo entre adolescentes es cosa de una minoría. El 15 por ciento de los estadounidenses que entra en la veintena, tampoco ha tenido nunca relaciones sexuales.

La forma de denominar a estas personas es “Célibes voluntarios”, “Volcels” por su acrónimo inglés. 

“Decidí ser célibe a los 24 años”, comenta Courtney Thompson, una Volcel australiana. “Me había dado cuenta de que mis relaciones sexuales me dejaban continuamente con la sensación de que los hombres me veían primero como una fuente de placer y después como ser humano”.

“Soy un hombre de 29 años que ha decidido voluntariamente aceptar el celibato”, escribe el estadounidense Jack Valentine. “Me di cuenta… de que, si sacaba el sexo del contexto de una relación, no era una parte importante de mi vida”.

Bernd Leygraf es un psicoterapeuta alemán que trabaja en países tan diversos como Reino Unido, Hungría y Egipto. Tiene clientes pertenecientes a la generación millennial que han abrazado el celibato. “Lo que se presenta como una cuestión de principios, a veces enmascara otros problemas: miedo al compromiso, falta de habilidades en relaciones y resolución de conflictos, y como reacción frente al ‘estilo de vida permisivo’ de los padres”, afirma.

Leygraf añade que, “El filósofo coreano Byung-Chul Han, que enseñaba en la Universidad de Arte de Berlín, habla sobre una generación que sufre permanentemente la intrusión de las redes sociales e Internet, y la distorsión de la realidad que los acompaña, como la sensación de que todo debe estar disponible de forma instantánea. Las relaciones y el sexo no funcionan así: ¡se requiere esfuerzo!”

PASTILLAS INTELIGENTES

Amsterdam es famosa, o quizás conocida, por las “cafeterías” donde se vende cannabis. Pero sus “smartshops”, que venden las llamadas “drogas inteligentes” o “nootrópicos”, sustancias que dicen mejorar el rendimiento mental, la concentración y la lucidez, son menos conocidas.

Un estudio llevado a cabo en 2013 por la Universidad de Mainz concluyó que una quinta parte de todos los universitarios alemanes había consumido algún tipo de estimulante mental para mejorar su rendimiento. Entre estos se incluían los suplementos de la cafeína; y medicamentos con receta como el Ritalín y el Modafinil, cuyo propósito original era tratar el trastorno de déficit de atención e hiperactividad y los trastornos del sueño, respectivamente; y las anfetaminas.

Diferentes páginas web indican dónde comprar Modafinil en diferentes países, y las tiendas de productos naturales venden productos como Agilizador del cerebro (BrainGear), Combustible para el cerebro (Brain Fuel) o Recuperación intelectual (Brain Gains), que aseguran que las vitaminas, extractos de hierbas y suplementos alimenticios que contienen estimularán la mente y el cuerpo.

El movimiento de drogas inteligentes no está limitado a los estudiantes. Otro estudio alemán concluyó que el cinco por ciento de los oficinistas toman medicamentos recetados para conseguir una “mejora cognitiva”. 

“Las pruebas arrolladoras sugieren que las drogas inteligentes funcionan”, explica el profesor Carl Cederström de la Universidad de Estocolmo, autor del libro La búsqueda desesperada de la superación personal. “Como parte de un proyecto de investigación he hablado con cinco personas que consumen drogas en el trabajo de forma habitual. Todas tienen éxito, seguridad económica, relaciones estables, y por lo general llevan vidas felices”.

Sin embargo, no todo el mundo está a favor de las drogas inteligentes. El periodista Sam Nichols ingirió cinco nootrópicos, entre los que se incluía el Modafinil y comprobó su CI tras cada sustancia, registrando los efectos secundarios. ¿Su conclusión? “La combinación de obsesión, ansiedad, sobreestimulación, pérdida del apetito y falta de sueño me pasaron factura. Y, para ser sinceros, no gané mucho. Mi CI se mantuvo más o menos igual… teniendo esto en cuenta, posiblemente me quede con el café”.

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