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14 tips para evitar la obesidad de tus hijos

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Simples consejos para cuidar la alimentación desde temprano y evitar inconvenientes a futuro.

Los índices de obesidad infantil están escalando velozmente, y ubica a países como la Argentina dentro de las cifras más elevadas de Latinoamérica seguida por Brasil y luego por México, según la FAO (Organización de Alimentos y Agricultura). Estos datos coinciden con la última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud realizada en la Argentina en 2006, cuyos resultados se difundieron en 2007, que ilustró la prevalencia de obesidad infantil en el orden del 10,4 por ciento, es decir, que uno de cada diez niños del país es obeso mientras que la prevalencia del sobrepeso alcanza el 31,5 por ciento, es decir, tres de cada diez chicos tienen un peso por encima del indicado.

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La obesidad se debe a múltiples factores, y solo un cinco por ciento de los casos es por cuestiones genéticas. El 95 por ciento restante responde a los malos hábitos alimentarios, dado por la (alta) cantidad o selección de alimentos y al sedentarismo. De hecho, esta enfermedad es el resultado del desbalance entre la ingesta calórica y el consumo. Para simplificar: se ingieren más calorías de las que se llegan a gastar, lo que transforma ese exceso en grasa. Hay que tener en cuenta que medio kilo de grasa equivale a 3.500 calorías de reserva.

En general, la obesidad está vinculada con una mala nutrición, que incluye principalmente alimentos ricos en calorías y excluye aquellos alimentos densos como las frutas, verduras, cereales y panes integrales. Ejemplos de estos alimentos son las golosinas, las galletitas, los snacks, la pizza, y las gaseosas; ninguno de ellos aporta nutrientes vitales para el desarrollo y crecimiento del chico.

Por otra parte, la obesidad infantil puede provocar complicaciones a corto y largo plazo; es así como se presentan casos de hipertensión arterial, colesterol elevado y diabetes tipo 2 en estos niños. De no ser tratadas estas enfermedades, el niño arrastrará el problema hacia su vida adulta, con las implicancias que pueda tener en la salud el aumento de los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares y metabólicas, entre otras.

Para tratar la obesidad infantil se debe trabajar sobre los hábitos alimentarios y en la actividad física, es decir: educar a los niños sin caer en la prohibición.

Consejos para mejorar los hábitos alimentarios

  • No saltear el desayuno, ya que brinda la energía necesaria para la concentración, el aprendizaje y las actividades lúdicas.
  • Desayunar con alimentos nutritivos como leche y yogur descremados, cereales sin azúcar, panes integrales.
  • En los recreos, en lugar de gastar dinero en los quioscos de golosinas, llevar fruta cortada, vainillas, cereales integrales o barras de cereal.
  • No usar la comida como premio/castigo.
  • Limitar el uso de la computadora y/o televisión a no más de una hora por día.
  • Hacer actividades recreativas en familia para establecer el hábito del ejercicio: paseos en bicicleta, caminatas, patines, etc.
  • Dejar los alimentos ricos en azúcares y grasas como golosinas, helados y snacks y alimentos ocasionales para ser consumidos en ocasiones especiales: festejos o “comilonas” los fines de semana.
  • La bebida por excelencia debe ser el agua. Que las gaseosas y jugos comerciales sean consumidos esporádicamente.
  • Comer carne roja, blanca y pescados una vez al día, elegir cortes magros.
  • Consumir al menos una taza de leche, un yogur y una porción de queso descremado por día, para incorporar calcio.
  • Las verduras y frutas son las grandes amigas; cuanto más variedad, más cantidad de vitaminas y minerales. Esto mejora el sistema inmune y las energías.
  • Las galletitas son ricas en azúcares y grasas, su consumo debe ser ocasional. Es preferible el pan, los cereales e incluso las vainillas o “baby scuits”. 
  • Incluir cereales integrales y legumbres al menos cuatro veces a la semana. Son fuente de fibra y minerales. 
  • Practicar ejercicio diariamente, cualquier actividad que el niño disfrute.

Recuerde siempre que los chicos copian el modelo de los padres, por lo tanto, estos deben dar el ejemplo con sus hábitos.

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