Mientras la Primera Guerra Mundial se desataba a su alrededor, los soldados enfrentados en un tramo del frente decidieron hacer una tregua de Navidad para celebrar.
Era el 24 de diciembre de 1914. Los primeros disparos de la Primera Guerra Mundial se habían producido cinco meses antes. Ahora, los soldados de Gran Bretaña y Francia se encontraban frente a sus semejantes alemanes en una extensión sin árboles a lo largo de la frontera franco-belga.
La vida en las trincheras era húmeda y fría. La muerte por fuego de artillería, ataques de francotiradores o asaltos a gran escala era una amenaza constante. Entonces ocurrió algo extraordinario. El día de Navidad, Estalló la paz.
Desde el jueves 24 de diciembre hasta el sábado 26 de diciembre, 100.000 soldados de ambos bandos dejaron las armas para celebrar la Navidad. Tanto los soldados rasos como los oficiales abandonaron sus trincheras llenas de barro y se reunieron en una zona llamada “tierra de nadie” en plena tregua.
Un festejo de Navidad inesperado

En los días de Navidad, cantaron villancicos, intercambiaron regalos y llevaron a cabo el solemne acto de enterrar a sus muertos. Según se ha informado, en un momento dado, cien soldados de ambos bandos jugaron un partido de fútbol.
“La tregua de Navidad fue única, y nunca volvió a ocurrir nada parecido a esa escala”, afi rma Anthony Richards, del Museo Imperial de la Guerra de Inglaterra. “Inmediatamente después de la tregua de Navidad, el alto mando de ambos bandos intervino para asegurarse de que no se repitieran fraternizaciones y alto el fuego como este”. Y así fue.
La Fundación Carnegie para la Paz Internacional estimó que 9,7 millones de soldados de docenas de naciones perdieron la vida en la Primera Guerra Mundial. Pero, durante un breve período de Navidad, la humanidad se impuso.
Un testigo de la tregua por Navidad
Un testigo de este extraordinario acontecimiento de Navidad fue un capitán británico llamado Reginald John “Jake”Armes. En una carta a su esposa, describió cómo se desarrolló.
24/12/14 Acabo de presenciar una de las escenas más extraordinarias que se puedan imaginar. Esta noche es Nochebuena y he subido a las trincheras para cumplir con mi turno de guardia. Los disparos eran constantes y las ametralladoras enemigas nos atacaban sin descanso. Entonces, sobre las siete, los disparos cesaron.
Estaba en mi refugio leyendo el periódico y repartiendo el correo. Se informó de que los alemanes habían iluminado sus trincheras a lo largo de todo nuestro frente.
Llevábamos un rato intercambiando felicitaciones de Navidad y otras cosas. Salí y gritaron: “¡No disparen!”, y entonces, de alguna manera, la escena se volvió pacífica. Todos nuestros hombres salieron de sus trincheras y se sentaron en el parapeto, los alemanes hicieron lo mismo y hablaron entre ellos en un inglés entrecortado.
Me subí a la trinchera y les pedí en alemán que cantaran una volkslied [canción popular] alemana, lo cual hicieron, y luego nuestros hombres cantaron bastante bien y cada bando aplaudió y vitoreó al otro.
Le pedí a un alemán que cantaba a solo que cantara una de las canciones de Schumann, y él cantó “Los dos granaderos” de manera espléndida. Nuestros hombres fueron un buen público y disfrutaron mucho de su canto. Luego, Pope [el teniente Vyvyan Vavasour Pope] y yo cruzamos y mantuvimos una conversación con el oficial alemán al mando.
Uno de sus hombres nos presentó debidamente. Me preguntó mi nombre y luego me presentó a su oficial. Le di permiso a este último para enterrar a algunos muertos alemanes que yacían entre nosotros, y acordamos no disparar hasta la medianoche de mañana.
Hablamos juntos, y se reunieron a nuestro alrededor diez o más alemanes. Estaba casi en sus líneas, a un metro más o menos. Nos saludamos, él me agradeció el permiso para enterrar a sus muertos y acordamos cuántos hombres lo harían y que, por lo demás, ambos bandos debían permanecer en sus trincheras.
Luego nos deseamos buenas noches y un buen descanso, así como una feliz Navidad, y nos despedimos con un saludo. Volví a la trinchera. Los alemanes cantaron “Die Wacht am Rhein” [un himno patriótico alemán]. Sonaba bien. Luego nuestros hombres cantaron bastante bien “Christians Awake”. Sonaba muy bien, y con un “buenas noches” todos volvimos a nuestras trincheras.
Era una escena curiosa: una hermosa noche de luna llena, las trincheras alemanas con pequeñas luces encendidas y los hombres de ambos bandos reunidos en grupos en los parapetos. A veces oíamos los cañones a lo lejos y algún que otro disparo de rifle. Todavía los oigo, pero a nuestro alrededor hay un silencio absoluto.
Permití que uno o dos hombres salieran a encontrarse con uno o dos alemanes a mitad de camino. Intercambiaron puros, fumaron y hablaron. El oficial con el que hablé espera que hagamos lo mismo el día de Año Nuevo. Le dije: “Sí, si sigo aquí”.
Sentí que debía sentarme y escribir la historia de esta Nochebuena antes de irme a acostar. Es extraño pensar que mañana por la noche volveremos a estar en plena acción. Si uno sale vivo de esto, será una Navidad que recordará toda la vida. El alemán que cantaba tenía una voz realmente bonita. Voy a dar un paseo por las trincheras para ver si todo está bien. Buenas noches.
La tregua el día de Navidad

Tuvimos una noche tranquila, aunque a nuestra derecha e izquierda había francotiradores. En mis trincheras y en las del enemigo frente a nosotros solo había grandes hogueras encendidas y, de vez en cuando, canciones y conversaciones.
Esta mañana, al sonar la diana, los alemanes enviaron grupos para enterrar a sus muertos. Nuestros hombres salieron a ayudar y entonces todos, de ambos bandos, nos reunimos en el medio y, en grupos, comenzamos a hablar e intercambiar regalos.
Toda la mañana hemos estado fraternizando y cantando canciones. Todos fueron muy amables y acordamos que los hombres no se acercaran a las trincheras de sus oponentes, sino que permanecieran a mitad de camino entre las líneas.
Todo esto es extraordinario. Los hombres se mostraron muy naturales y amistosos. Se tomaron varias fotos: un grupo de oficiales alemanes, un oficial alemán y yo, y un grupo de soldados británicos y alemanes. Los alemanes son sajones, un grupo de hombres apuestos, que solo desean la paz de una manera viril, y no parecen estar en absoluto en sus últimas.
Me sorprendió la facilidad con la que nuestros hombres y los suyos se llevaban bien. Acabamos de hacer una pausa para cenar y hemos quedado en volver a vernos después, hasta el anochecer… hasta las 9 de la noche, cuando la guerra comience de nuevo.
¡Me pregunto quién empezará a disparar! Dicen: “Fuego al aire y lo haremos” y cosas por el estilo, pero, por supuesto, empezará y mañana estaremos matándonos unos a otros sin piedad. Es una situación extraordinaria la que permite un “Día de la Paz”.
Nunca he visto a hombres tan contentos de tener un día libre como ambos bandos. Su cantante de ópera nos va a cantar una o dos canciones esta noche y quizá yo también les cante una. Intenta imaginar dos líneas de trincheras en paz, a solo 50 metros de distancia, los hombres de ambos bandos nunca se han visto, salvo quizá alguna que otra cabeza de vez en cuando, y nunca han salido fuera de sus trincheras.
De repente, un día, los hombres salen en tropel y se reúnen en medio para charlar amistosamente. Un tipo, un hombre casado, quería tanto una foto de Betty [la hija pequeña de Armes] y Nancy [desconocida] en la cama, que yo tenía, y se la di, ya que tenía dos: parece que la enseñó a todo el mundo, ya que varios alemanes me lo contaron después.
Me dio una foto suya con su familia tomada el otro día, que acababa de recibir. Bueno, tengo que terminar ahora para poder enviarla hoy. Acabo de terminar de cenar. Ahora tengo que salir para supervisar las reuniones de los hombres y los alemanes. Intentaré escribir más en un día o dos. Guarda esta carta con cuidado y envía copias a todos. Creo que les interesará.
Fue curioso caminar solo hacia las trincheras enemigas para encontrarme con alguien a mitad de camino y luego acordar una tregua de Navidad. Será algo que recordaré toda mi vida. Besa a los bebés. Escríbeme una carta larga y cuéntame todas las novedades. Espero que las fotos salgan bien. Probablemente las verás en algún diario. Tuyo, Jake
Nota del editor: El capitán Armes sobrevivió a la guerra de trincheras y regresó con su familia después de la guerra.



