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¿Puede moverse la corteza terrestre?

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Los geólogos han llegado a una convincente descripción de la faz del planeta.

El suelo firme que hay bajo nuestros pies -la roca que forma la corteza terrestre- no es tan estable como parece. Las ocasionales sacudidas que llamamos terremotos son crueles recordatorios de su turbulenta pero contenida energía. Sin embargo, la mayoría de sus movimientos son tan lentos y sutiles que sólo nos hacen sospechar su existencia.

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Reuniendo muchas pruebas fragmentarias, los geólogos han llegado a formular una convincente descripción de la cambiante faz de nuestro planeta. Por ejemplo, las conchas marinas fósiles que se han encontrado enterradas en montañas del interior de los continentes demuestran que los océanos ocupaban en otros tiempos tierras ahora emergidas. La móvil corteza de la Tierra parece haberse hundido en algunos lugares, y en otros haberse elevado, retorcido y plegado en gigantescas arrugas. También se ha fracturado y los bordes se han deslizado hacia arriba, hacia abajo o a lo largo de las rupturas.

Así, hubo tiempos en que no había montañas en Asia meridional donde ahora se alza el Himalaya, la cordillera más alta del mundo. Hay evidencias de que los Apalaches de Norteamérica oriental no son más que las raíces desgastadas de una cordillera que debió de ser tan majestuosa como los Alpes. La verdad es que la mayoría de los geólogos creen que los continentes siguen desplazándose constantemente, aunque con muchísima lentitud.

¿De dónde surgió la idea de la deriva continental?

La corteza de la Tierra, cuyo espesor varía entre 8 y 40 kilómetros, no es más que una delgada cáscara si se compara con el tamaño del globo, y la mayoría de los científicos creen que está rota. Según su teoría, la corteza, en lugar de constituir una capa continua, se compone de un mosaico de placas. Estas placas, además, se van deslizando y arrastran consigo a los continentes.

En 1620, el filósofo británico Francis Bacon comentó la analogía existente entre las costas enfrentadas de Sudamérica y África, que parecen complementarse como las piezas de un rompecabezas. Según la teoría de la deriva continental, los dos continentes, en efecto, estuvieron alguna vez unidos; lentamente se fueron separando y continúan haciéndolo. Esta teoría la propuso por primera vez, a comienzos de este siglo, el científico alemán Alfred Wegener, pero hasta las décadas de 1950 y 1960 no se contó con pruebas suficientes (muchas procedieron de estudios practicados en el fondo de los océanos) para explicar cómo pudieron ocurrir tales movimientos.

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