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Cereales listos para comer

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Desde las galletas Graham hasta los sofisticados cereales de desayuno.

 

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Durante siglos, los cereales se han cocinado en agua y se sirvieron calientes como potajes. En 1859 aparecieron los cereales listos para comer, cuando Sylvester Graham, clérigo de Connecticut con ideas avanzadas sobre la salud y los alimentos, presentó un bizcocho seco llamado galleta Graham. Poco después, preparó harina de trigo integral, que en Estados Unidos aún se conoce como harina Graham.

 

La madre Ellen Harmon White, de la Iglesia Adventista, fundó un instituto de rehabilitación de hábitos alimentarios en 1866, en Michigan, que se convirtió en el Sanatorio de Battle Creek, al frente del cual estaba el doctor John Harvey Kellogg, quien recomendaba dietas vegetarianas a sus pacientes e hizo experimentos para obtener alimentos saludables y a la vez apetitosos. Los tratamientos del Dr. Kellogg parecieron no surtirle efecto a un inventor y vendedor llamado C. W. Post, quien abandonó Battle Creek y buscó curarse bajo otros médicos.

 

Ya sano, Post comenzó a su vez a crear nuevos alimentos. De una receta desarrollada por un médico neoyorquino en 1863, elaboró un producto llamado Grape Nuts («nueces de uva»). En 1897, las puso a la venta para competir con el Shredded Wheat (una especie de trigo desmenuzado), inventado en 1892 por Henry Perky, emprendedor abogado de Denver, Colorado.

 

En 1898, desde Battle Creek, Kellogg presentó un nuevo desayuno al que llamó Corn Flakes, que es maíz en forma de hojuelas. Ocho años más tarde, su hermano William inició la producción comercial. Las hojuelas se preparan cociendo la cascarilla y el endosperma duro de los granos de maíz con agua y saborizantes. Ya fríos, los granos se aplanan y desecan a altas temperaturas.

 

El auge de los cereales listos para comer se suscitó en la década de 1950, cuando, para atraer la atención de los niños, las cajas de cereal tenían personajes de caricaturas e incluían premios. A los padres se les insistía en el carácter nutritivo y la conveniencia del producto, además de presentar programas de premios. Más tarde, tuvieron sabores especiales, más azúcar y formas peculiares. El valor nutricional de muchos productos era dudoso, ya que contenían mayor cantidad de azúcar que de cereal. El interés por la nutrición ha marcado el regreso a los cereales menos procesados y con más grano natural.

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