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De vuelta a lo esencial

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La vida de Issabela Camil siempre ha estado llena de lujos y comodidades, pero nunca se ha olvidado de los más necesitados.

Cuando Issabela Camil tenía 16 años ya estaba acostumbrada a viajar en el jet privado familiar, pero ese vuelo era muy especial. Su padre se ofreció a llevar a la madre Teresa de Calcuta a Tijuana, en donde esta altruista mujer abrió un centro para albergar a niños pobres. La familia Camil, junto con un grupo de monjas, acompañaron a la madre Teresa en esa visita.

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Issabela, quien nació en el seno de una de las familias más ricas de México, conocía importantes figuras de todos los ámbitos, pero nadie como la madre Teresa. “Vivimos cosas milagrosas a su lado”, dice.

En pleno vuelo el avión empezó a sacudirse por una inesperada tormenta eléctrica. “La madre Teresa nos pidió tomarnos de las manos y ponernos a rezar, y la tormenta pasó… todos vimos por la ventana asombrados y encontramos un arco iris hermoso en el cielo”, recuerda Issabela emocionada.

“Cuando vi a esta mujer viejita, chiquitita pero con una fuerza increíble, imparable, una guerrera incansable de sus causas y del amor, a mis 16 años, me cambió la vida completamente. Yo estaba en la edad en la que optás por lo material y lo frívolo o realmente te ubicás y te das cuenta de lo que es real, importante. Por fortuna a mí me pasó lo segundo”, cuenta desde su casa en la Ciudad de México.

Desde entonces Issabela siempre se ha interesado por ayudar y ser parte de campañas a beneficio de los más necesitados. Actualmente, ella y su esposo, el actor Sergio Mayer, con quien tiene una hija —Antonia, de tres años de edad—, crearon una fundación llamada “Renacimiento para una vida mejor”, que beneficia a orfanatos y a la ecología. La familia Mayer-Camil promueve el mensaje de ayudar, y empiezan en casa.  “Para el cumpleaños de nuestra hija les pedimos a nuestros amigos que, en lugar de darle regalos, donen el dinero a diferentes causas que elegimos”, dice Sergio Mayer. “Issabela es una mujer muy generosa y eso lo está aprendiendo nuestra Antonia”, agrega.

De vuelta a lo esencial

Hija del exitoso empresario Jaime Camil y la ex modelo neoyorkina Toni Starr, Issabela creció entre México, Nueva York y Los Ángeles rodeada de lujos y opulencia, pero opina que los niños deben crecer con límites que ella nunca tuvo: “En mi casa había abundancia impresionante, y eso me hizo crecer un tanto desconectada de la realidad en el mundo que vivimos, crecí algo consentida y me costó mucho aprender”, recuerda.

Un aprendizaje que la ha llevado a ayudar a los demás sin hacer distinción. “Me di cuenta de que no hay etiquetas en la vida, que uno busca paz y ayudar a la gente sin más razón que  el amor, no importa raza o color”, comenta. Con 37 años y a tres de haberse convertido en madre, Issabela retoma su profesión como actriz, la cual puso en pausa tras el nacimiento de Antonia. “Es un buen momento para regresar, voy a hacer una obra de teatro y posiblemente dos películas”.

Ser madre le ha cambiado la vida y, a pesar de que en un principio sintió miedo a la responsabilidad, ahora lo agradece, y asegura la ha forzado a valorar los detalles. “Los adultos vivimos rápido, no tenemos tiempo para cosas pequeñas que son tan increíbles. Antonia me detiene y me dice: ‘mamá vamos a ver a dónde van las hormigas’, o, ‘ven, vamos a buscar lombrices’… me regresa a lo esencial de la vida”, acota Issabela, quien en seguida hace una pausa para escuchar lo que su hija le grita desde el jardín de su casa.
 
Tanto disfruta de ser madre que Sergio y ella ya están en busca de un segundo hijo. Issabela, la segunda de seis hijos —incluyendo a su medio hermano por parte de su padre, el actor Jaime Camil— dice que, para ella, dos es el número ideal.

Su generosidad es evidente al igual que su calidez tanto con conocidos como con desconocidos. “Abraza a la gente que te necesita. Yo tengo un amor especial por los viejecitos. Me gusta acercarme a la gente que está pidiendo en la calle y acariciarles la cara, no sólo les doy dinero, me gusta que sientan ese amor con una caricia. Mi hija me pregunta: ¿por qué lo tocas, lo conoces? Y le digo: no necesitas conocer a la gente para darle amor”, finaliza esta mujer que sin duda es una belleza por dentro y por fuera.

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