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¡Reciclar siempre es mejor!

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Crayones, zapatillas,
corchos de vino y hasta una colección personal de herramientas pueden
destinarse  a un buen uso si llegan a las
manos adecuadas.

Dave Merry y sus herramientas han estado juntos en las buenas y en las malas. A los 19 años, fabricó un aeromodelo con motor que le valió el primer lugar en una feria estatal de Dakota del Sur. Fue un momento memorable. George Merry, su hermano mayor, quien le había ayudado con su primer modelo y le había enseñado todo sobre el uso de herramientas, se había suicidado 4 años antes, a los 21. La conexión con los instrumentos de su hermano era una forma de mantener vivo su recuerdo.

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“Pensaron que les llevaría un año reunir las herramientas necesarias. Les tomó un día”. 

Además, estos crearon nuevas memorias. Ayudaron a Dave, hoy de 80, a renovar y reparar su casa en Minnesota, donde él y Annette Merry, su esposa, vivieron por 46 años y criaron tres hijos. La sierra de mesa, la garlopa y las docenas de herramientas mecánicas y manuales tenían un lugar privilegiado en su taller, organizado con esmero. “Estaba completamente equipado y era hermoso”, dice Dave, escritor técnico jubilado, ingeniero de pruebas y ministro religioso.

Entonces Annette sufrió una serie de convulsiones que la encadenaron a un andador, por lo que los Merry decidieron mudarse a un centro de vida asistida. El taller pasó a segundo plano ante la situación de ella, pero la familia sabía que deshacerse de él, junto con todas las memorias que guardaba, sería doloroso.

“Mis padres perdieron tanto que no sabíamos como evitar que papá perdiera esto también”, contó su hija Sharon MacFarlane al canal de televisión KARE 11.

El pastor de los Merry fue quien halló una posible solución. Había leído que se planeaba establecer una biblioteca de herramientas, un local sin fines de lucro que prestaría los instrumentos, tal y como una biblioteca presta libros. ¿A Dave le interesaría donar las suyas?

“Dije que sí”, recuerda Dave. Las personas que estaban creando la Biblioteca de Herramientas de St. Paul estaban emocionadas. Pensaron que les llevaría un año reunir las utensilios suficientes para hacer que su centro fuera completamente funcional. No obstante, solo les tomó un día: aquel en que Dave donó su equipo. Los impulsores del proyecto fueron a casa de los Merry por todo. Está ubicada en el sótano de lo que fue una antigua fábrica de latas cerrada hace mucho. Los miembros pagan una cuota anual entre 20 y 120 dólares que les permite el uso ilimitado del acervo y una cantidad variable de visitas al taller. Obtienen un beneficio adicional: Dave Merry. “Casi siempre que está abierta, Dave está aquí”, señala Peter Hoh, uno de los fundadores. Merry va tan seguido como puede para ofrecer sus conocimientos a los aspirantes a carpinteros, a las personas que hacen reparaciones y proyectos por sí mismas y cuentan con poco espacio, y a cualquiera que necesita un sitio para desarrollar una idea. “Para mí es muy importante poder ir a usar mis herramientas —comenta—. Pero también me da satisfacción ayudar a otros a utilizarlas correctamente”. Para ponerlo en palabras de Hoh: “Este es el nuevo taller de Dave”. 

6 objetos que usted no sabía que eran reciclables 

  1. Papel aluminio: Es un metal muy fácil de reusar. Si pone una lata en el container de reciclaje hoy, puede regresar como un contenedor completamente nuevo en tan solo 60 días, según la información que proporciona la Aluminium Association. Por desgracia, cada año se desperdician enormes cantidades del material: tan solo con lo desechado en los Estados Unidos bastaría para construir toda una flota de aeronaves. Muchas personas reciclan el papel aluminio junto con las latas. Así que lávelo, haga un bollo y póngalo en el reciclaje. Otra idea aún mejor: úselo para guardar las sobras de la  comida.
  2. Calzado deportivo: Done sus zapatillas para correr usadas a un refugio para personas sin hogar, o alguna iniciativa que se encargue de darles un buen segundo uso, a menos que estén demasiado dañadas. Si este fuera el caso, busque un programa que los emplee como materia prima para la manufactura de otros productos.
  3. Baterías: Las pilas se fabrican con metales como litio y cadmio, que pueden contaminar la tierra y el agua, y dañar la vida silvestre. También, desde luego, la humana. Las baterías recargables son especialmente peligrosas. Deséchelas en contenedores apropiados para tal fin, estos existen en muchas ciudades.
  4. Focos fluorescentes: Nunca debe tirar este tipo de bombitas en la basura. Cuando se rompen, pueden arrojar altas cantidades de mercurio (que es muy tóxico) al suelo, este podría trasminarse y contaminar el suministro de agua. Por suerte, los focos fluorescentes pueden durar muchos años. Cuando se funden, ciertas cadenas de ferreterías se encargan de reciclarlos. Busque más información ahí.

5. Crayones: En los Estados Unidos existe la posibilidad de regresar a la fábrica aquellos que están rotos o ya no utilizará. No obstante, en Internet encontrará decenas de ideas para reusar los lápices de cera que ya no le servirán: desde velas o esferas navideñas hasta maquillaje y figuras decorativas. 

6. Cartuchos de tinta y tóner: Estos consumibles de impresoras tardan más de mil años en desintegrarse en un basurero, según tonerrecycle.net. Es una lástima que hasta 80 por ciento de ellos terminen allí. Existen modelos que pueden rellenarse; fíjese en el paquete para saber si es el caso del suyo. De lo contrario, busque alguna tienda que los recolecte a fin de reciclarlos. Algunas de las compañías que los fabrican también los reciben.

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