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La nutricionista debajo del árbol

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La nutricionista consultada propone comer menos cantidad, mirarnos y conversar más.

¿Somos lo que comemos?

Hablar de lo que comemos es hoy ecología profunda. La naturaleza de los alimentos es la base para la salud pero también determina comportamientos frente a nuestros semejantes y el entorno. Influye en nuestras decisiones y en el modo de planificar el futuro. Es importante lo que comemos y en qué circunstancias lo hacemos. De eso conversamos con una mujer que toma té sin azúcar, ni edulcorante ni nada. “Comemos porque estamos contentos en una reunión familiar, porque estamos tristes frente a una desilusión, por angustia tras una pelea con un jefe o por agobio si viajamos mal. La comida suele tapar las emociones, por lo tanto comemos de más.” La cita es de la persona que tengo enfrente: Natalia Amengual, licenciada en Nutrición con diploma de honor en la Universidad de Buenos Aires (UBA), un posgrado de Medicina Ayurveda también en la UBA y divulgadora nata del buen vivir.

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Desde hace dos años protagoniza y expande las virtudes de una vida austera, unos modos que la diferencian claramente de la chica que fue buena parte de su vida: “Usaba tacos Sarkany (un famoso diseñador argentino de calzado femenino), anteojos RayBan y tenía un perro labrador…” Hasta que se enamoró. Dice que “perdidamente” —y no lo menciona al pasar— de una filosofía que la acercó a la vida sencilla de hoy.

En 2011 llegó un día al mercado de productos agroecológicos y naturales que funciona en la estación San Fernando del Tren de la Costa, en el Gran Buenos Aires. “Conocí a otras personas y fundamentalmente encontré colores, texturas y sabores que, yo sabía, eran el emergente de una vida saludable como la que quería para mí y los que me rodean.” De eso se enamoró Natalia. Empezó a ir los sábados con una mesa plegable y algunas sillitas para quienes deseaban escucharla. El comercio justo y el consumo responsable —se dio cuenta— estaban muy cerca de su naturaleza.

El programa de los sábados consistía entonces en ofrecer gratuitamente y bajo los árboles una “clase” de comida saludable, de cómo lograr equilibrar el cuerpo y la mente para forjar una alimentación saludable, y luego diversas recorridas personalizadas por la feria para hacer las compras. Acompañaba a las familias con el fin de ayudarlas a definir prioridades que les permitan comprar lo indispensable, ni de más, ni de menos. Fue la aurora del consultorio al aire libre que hoy monta los fines de semana con gran afluencia e interés del público que asiste a la feria (pasan miles de personas por mes en busca de verduras, quesos, huevos orgánicos, cervezas caseras o miel).

“La consulta con el nutricionista siempre ha sido como presentarse a dar un examen donde la mayoría desaprueba tras una sentencia inapelable del profesional y empieza su dieta”, dice Natalia. “Los pacientes llegan por el camino del miedo. Todo muy institucional y alejándonos de lo que pasa adentro de cada uno de nosotros. Vienen a consultarte cómo hago para sanarme y muchas veces la respuesta está en ellos.” Gran impulsora de la nutrición consciente afirma que la comida orgánica es la verdad, los alimentos transgénicos parten de algo original pero se transforman en una sustancia que no existe en la naturaleza, un alimento no terrestre. Si comemos un tomate orgánico debemos saber que cuenta con todos los nutrientes, hidratos, proteínas, grasas, vitaminas y minerales de la tierra. Y no provienen de un suelo agotado, pues para poder certificar esos productos es necesario que el cultivo provenga de suelos donde se rotan los sembradíos. La soja transgénica no se puede volver a sembrar, hay que comprar nuevas semillas siempre.

La receta de Natalia para comer con salud

  • Utilizar harina integral, con la que logramos un pan más compacto y pesado pero es más saludable. es real. el pan común, más esponjoso, produce el agotamiento del páncreas y contribuye a contraer enfermedades como la diabetes.
  • El consumo de carne vacuna debe ser moderado. Ya no es un rumiante que se alimenta a pasto. ahora el ganado se nutre de una legumbre, la soja. La carne de feedlot tiene más grasa.
  • Edulcorantes: inhiben las papilas gustativas. Se empieza con 5 gotitas y al tiempo arrojamos dos chorros. Mejor azúcar integral tipo mascabo (azúcar morena de caña).
  • Limitar la leche y productos lácteos a una o dos porciones por día.
  • Menos bebidas colas. Poseen cafeína, que estimula excesivamente el sistema nervioso central. son una bebida carbonatada (sustancia que el cuerpo desecha). Tienen conservantes y aditivos.
  • Reducir o eliminar el consumo de bebidas y alimentos “light” endulzados con aspartamo. Aumenta el riesgo de contraer enfermedades. recomienda agua o jugos naturales. Cuando cambiamos de alimentación necesitamos menos dulces y menos sal.
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