Una gran idea cuyo objetivo es preservar esta área marina en beneficio de su uso armónico y sustentable.
Un proyecto de conservación que comenzó así…
La idea nació en 2004. Y muy lejos de las frías aguas de la Patagonia. Fue en la ciudad de Nueva York durante una reunión de la Sociedad para la Conservación de la Naturaleza —WCS, según su sigla en inglés—. Los objetivos planteados en ese encuentro estuvieron dirigidos a crear una coalición de organizaciones para la conservación del Mar Patagónico, cuya denominación engloba una franja de por lo menos 3.000.000 de kilómetros cuadrados desde el sur de Brasil hasta Tierra del Fuego, y doblando el Cabo de Hornos hasta los fiordos chilenos.
La atractiva región de la Patagonia sirvió para darle el nombre a esta unidad oceánica donde confluyen aguas territoriales de cuatro países: Brasil, Uruguay, Argentina y Chile. Participaron una decena de organizaciones internacionales y sus representantes acordaron comenzar un estudio que determine el estado de conservación de ese mar y las posibilidades de utilizar los recursos armónicamente, de modo que pueda satisfacer las necesidades de las comunidades locales y sus vecinos sin dañar el medioambiente. La empresa fue acometida por 70 científicos de todo el mundo que aportaron, desde diferentes disciplinas, valiosos datos que certifican la importancia común de la porción salina que nos ocupa, y deja evidencia del deterioro que la amenaza. Los informes preliminares se acaban de conocer y muestran lo mejor y lo peor de nuestro mar común.
El albatros de mar patagónico puede volar a la velocidad de un jet (casi mil km. por hora).
Según la síntesis, coordinada por el científico argentino Santiago Krapovickas, la pesca indiscriminada y los altos volúmenes de extracción constituyen uno de los riesgos más serios. Las artes de pesca que se utilizan (redes, anzuelos, dispositivos de selección) no contemplan adecuadamente el desarrollo de las especies. Los barcos inundan sus bodegas con peces de todos los tamaños y, una vez a bordo, descartan los de menor porte u otros que no tienen valor comercial. Es el caso de la merluza, seriamente comprometida por la extracción indebida de juveniles y la presión excesiva que las flotas pesqueras ejercen sobre el recurso.
El panorama se agrava por la desaprensión de la industria frente al resto de la fauna que no constituye motivo de explotación comercial. Decenas de delfines Franciscana perecen en las redes de pesca y hay un voluminoso registro de elefantes marinos atrapados en los aros o sunchos utilizados para estibar las cajas del pescado congelado. El alambre los aprieta poco a poco, les causa grandes heridas y a veces les provoca una muerte agónica.
Si pudiésemos tener una visión general del Mar Patagónico de noche, aparecería iluminado por las potentes luces de las poteras (barcos que pescan el calamar con faroles que los atraen). Desde el cielo, en un vuelo nocturno se pueden apreciar las concentraciones de pesqueros que se ven como verdaderas ciudades en medio del océano.
El estudio advierte sobre la delicada situación de la vida en el mar: casi 7 mil millones de habitantes (la población actual del mundo) presionan sobre los recursos agresivamente. La mayoría de las capturas son comercializadas en mercados internacionales, en general distantes de los sitios de origen, para satisfacer demandas de sociedades del hemisferio Norte.
La explotación petrolera en alta mar, planificada para esta década por Brasil y la Argentina, constituye otra amenaza para los delicados ecosistemas que se desarrollan bajo el agua común.
Por lo menos 65 especies se consideran amenazadas de extinción. Todas las tortugas marinas y un número creciente de tiburones y rayas tienen alta probabilidad de desaparecer localmente. El pingüino de Magallanes es la especie más afectada por los derrames accidentales y la contaminación crónica por hidrocarburos. El 75 por ciento de la población global de albatros de ceja negra (unas 400.000 parejas) se reproduce y alimenta en la región. Es un ave formidable que desarrolla un recorrido promedio de unos 950 kilómetros por día, y podría circunvolar el mundo en un mes.
Objetivo: preservar estas especies en peligro
Más de un millón de parejas de pingüinos se reproducen anualmente en las costas del continente y de las islas. La única población reproductiva continental y en crecimiento del elefante marino del sur se encuentra en la costa patagónica atlántica y la ballena franca austral, una especie que se recupera de la amenaza de extinción, se reproduce también allí.
Entre los datos alentadores los investigadores destacan que no está todavía entre los mares más devastados del planeta. Se encontraría mejor que el mar Caribe o el Triángulo de Coral, en Nueva Guinea. Las ventajas que tiene el mar de la Patagonia sobre otros es que la densidad poblacional no es alta, el uso de sus recursos es relativamente reciente y las perspectivas futuras de conservación son buenas. Es imprescindible establecer mayor cantidad de áreas de conservación, un control estricto de la explotación de los recursos y una mirada general de los ciudadanos en dirección al mar. Oír al mar y velar por él.