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Querido doctor Google

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Internet nos está dando un acceso sin precedentes a información sobre la salud. He aquí cómo utilizarlo con inteligencia.

Hace apenas 20 años, lo más probable era que usted sólo tuviera una fuente principal de información médica: su médico. Volvía a casa de la consulta con el nombre raro de un diagnóstico revoloteando en su cabeza y, si le intrigaba, tal vez buscaba un viejo diccionario de medicina familiar para indagar sobre su padecimiento. Aparte de ir a una biblioteca a revisar las publicaciones científicas, no había prácticamente ninguna otra manera de saber lo que le estaba ocurriendo.
Cómo han cambiado las cosas desde entonces. En estos días, la más leve punzada de dolor basta para que muchos de nosotros nos conectemos a Internet. Hasta el 89 por ciento de quienes navegamos habitualmente por la Red lo hacemos para buscar o verificar información sobre la salud.
Podemos averiguar sobre nuestros síntomas, consultar estudios clínicos, buscar terapias complementarias y obtener apoyo a través de redes de pacientes. También podemos leer relatos inspiradores, comprar medicamentos e incluso divulgar nuestras reflexiones. Los términos médicos ya no nos asustan, y el acervo mundial de la bibliografía médica —así como millones de páginas de información para el consumidor— están a sólo un clic de distancia.
Es gratis, cómodo y le da la sensación de estar interconectado. Incluso puede resultarle divertido si lo suyo es leer sobre temas de salud. Pero, ¿por dónde empezar? Escriba la palabra “infl uenza” en Google, por ejemplo, y aparecerán unos 65 millones de resultados. Teclee “dolor de cabeza” y, junto con la referencia de Wikipedia, decenas de videos en YouTube y algunos artículos de noticias sobre los problemas económicos de políticos y artistas, encontrará información sobre dolores de cabeza causados por toda clase de factores y padecimientos, desde migraña, estrés y dieta hasta lesiones en la cabeza, paludismo y tumores cerebrales.
No ayuda mucho que los buscadores den prioridad a los sitios web basados en fórmulas complejas; por ejemplo, el número de visitas de usuarios que han tenido y las palabras clave incluidas por sus autores. Esto significa que es tan probable que encuentre información sobre complicaciones poco frecuentes pero mortales, como con datos acerca de lo que en realidad padece.

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Si busca “dolor de cabeza” en Google, encontrará de todo, desde migraña hasta tumores cerebrales.

Lo cierto es que hay una gran cantidad de información precisa en Internet. Un estudio publicado en la revista Cáncer reveló una tasa de error de sólo 5,2 por ciento en 343 sitios web sobre el cáncer de mama, pero es 15 veces más probable hallar información falsa o engañosa en los que promueven la medicina alternativa que en los de medicina alopática. La clave está en saber cómo afinar la búsqueda para que sea útil.
Julie Marker, residente de la ciudad australiana de Adelaida, de 53 años, tuvo suerte en ese sentido. Tiene una formación médica como coordinadora de pruebas clínicas, así que supo dónde buscar mientras esperaba varios meses a que los médicos determinaran la causa de la anemia que padecía. “No pensé de inmediato en el peor de los escenarios posible, pero, como entiendo los términos médicos, supe lo que debía incluir y excluir al buscar en Internet”, cuenta.
Supuso que su condición era grave, y cuando una endoscopia confirmó su temor de que era cáncer de colon, ya estaba bien informada. “Una consulta médica se centra en que el doctor diga lo que va a hacer con uno —señala—. Con una búsqueda en Internet, en cambio, supe cómo se desarrolla este tipo de cáncer, en cuánto tiempo y la probabilidad de curación en personas de mi edad”.
Julie sigue luchando contra el cáncer y cuida su salud todo lo posible; recorre en bicicleta al menos 40 kilómetros por semana, medita, hace una dieta saludable y usa la Red para mantenerse informada y para ayudar a otros en situaciones similares. “Soy de las personas que requieren mucha información, me ayuda a lidiar con la enfermedad”, dice.
Por supuesto, no todos queremos tantos detalles. Los médicos aún tienen la preparación para saber qué es lo que necesita cada paciente según su caso específico, y las personas que investigan mucho más de lo sensato pueden llevarse un susto.
Sin embargo, cada día es mayor el número de personas que consultan Internet antes de acudir al médico, y muchas de ellas dicen que buscan información en línea sobre salud para evitar la vergüenza de hablar de sus síntomas con un profesional.
“A mí, esto me preocupa”, dice el doctor Jared Dart, director de salud de la empresa de consultoría iHealth Solutions, en Brisbane, Australia. “Yo no me autodiagnosticaría, aunque tengo la preparación. Hay muchos riesgos, por la calidad de la información consultada y porque no se puede ser objetivo.”
A Rosanna Capolingua, presidenta de la Asociación Médica Australiana y médica general residente en Perth, también le preocupa que estemos ahondando tanto. “Las personas enfermas o angustiadas son vulnerables”, advierte. “Pueden llegar a asustarse mucho”.

“Todo esto debe ponerse bajo la lupa de una mente objetiva y rigurosa. Una manera de hacerlo es consultar con un médico la información encontrada.”

Otro problema de dejar su salud en manos del “doctor Google” es que podría perder tiempo valioso y dinero o empeorar su condición. Un estudio realizado por Microsoft en 2008 reveló que las personas que tratan de autodiagnosticarse mediante una consulta en Internet suelen suponer lo peor sobre su enfermedad. Mostró también que una de cada 50 búsquedas en la Red se relaciona con la salud, y alrededor de un tercio de los internautas termina haciendo pesquisas sobre enfermedades graves, a pesar de que la probabilidad de que padezcan alguna sea baja.
Es un fenómeno que los estudiantes de Medicina conocen muy bien. Cuando se enteran de los síntomas distintivos de diversas enfermedades, es común que muchos de ellos crean tenerlos. En la actualidad, por todas partes hay “ciberhipocondríacos”, término acuñado en el año 2000 para referirse a las personas que llegan a conclusiones nefastas sobre su salud después de leer información médica on line.
Según diversos estudios, de cada 10 personas que buscan información sobre salud en Internet, sólo dos hablan de sus hallazgos con su médico clínico. Esto hace suponer que muchas de esas personas se autodiagnostican y después se automedican, lo cual resulta alarmante porque algunos sitios web poco escrupulosos sólo pretenden vender productos.
“Internet no sólo puede provocar temor y ansiedad sin ninguna base, sino también una tranquilidad injustifi cada”, dice la doctora Capolingua, a quien le preocupa que los enfermos que sólo consultan la Red lleguen a perder la perspectiva por completo y creer que tienen su padecimiento bajo control, cuando en realidad podría tratarse de algo grave.
“Una computadora no puede sustituir los conocimientos, las habilidades ni la experiencia de un médico para llegar a un diagnóstico correcto”, dice el doctor Michael Kidd, médico clínico de Adelaida. Los facultativos tienen muchas herramientas a su disposición: escuchan sus inquietudes y lo observan, le hacen preguntas concretas, lo examinan y pueden indicar estudios complementarios si hace falta. Aun así, muchos pacientes salen de los consultorios sin una solución.
Eso fue lo que le pasó a Richard Notman-Watt, un estudiante de la ciudad de Sydney, Australia, a quien le habían diagnosticado un quiste sebáceo debajo del ojo izquierdo. Era molesto pero inofensivo, así que su médico no recomendó extirpárselo porque había riesgo de dejarlo marcado con una cicatriz. Sin embargo, tras soportar el quiste durante varios años, Richard decidió buscar un remedio por su cuenta.
Una búsqueda en Google de “tratamientos para quistes sebáceos” le dio acceso a miles de sitios que ofrecían remedios “naturales” y “holísticos”. “Simplemente elegí uno que incluía testimonios de clientes satisfechos y que parecía ser muy confiable”, cuenta. El sitio le exigió un pago de 17 dólares por adelantado para enviarle las instrucciones del tratamiento. Richard pagó y recibió las instrucciones de un remedio de tres pasos que consistía en ingerir cúrcuma en polvo, beber jugo de limón y tomar un “complemento milagroso de minerales”. Este último le costó 21 dólares más, e incluía una advertencia de que podía provocar vómito.
“Como ya había gastado dinero para entrar en el sitio, pensé: ¿Por qué no? Es a base de hierbas. No me va a hacer mal”, dice Richard. Tres semanas después, el quiste se le inflamó. Los antibióticos y un intento de punción por parte de su médico no funcionaron, así que tuvo que pasar cinco días en el hospital para que le extirparan el quiste. Richard no puede asegurar que el remedio que encontró en la Red tuvo la culpa, pero algo le quedó muy claro: acudirá al médico la próxima vez que tenga un problema de salud.

Cómo buscar bien

Los expertos aconsejan consultar solamente sitios sobre temas de salud que sean confiables, objetivos, reconocidos y actualizados. “No creo que nadie deba limitar el acceso a la información ni censurarla, pero [en la Red] hay cosas buenas y cosas que no lo son tanto”, dice Chris del Mar, ex presidente del comité de asesoría en educación de HealthInsite, el servicio de información sobre salud del gobierno federal de Australia.
Él recomienda hacer algunas verificaciones básicas. Por ejemplo, ¿el sitio intenta venderle algún producto o tratamiento? ¿Pretende promover los intereses particulares de algún grupo y, por consiguiente, puede estar exagerando la gravedad de una enfermedad para que recurra a él? ¿Su información tiene fundamento científico? ¿Los estudios que cita se llevaron a cabo correctamente y con muestras amplias de la población?
“Todo esto debe ponerse bajo la lente de una mirada crítica y rigurosa. Una manera de hacerlo es consultar con un médico la información encontrada”, señala Del Mar.
Los médicos ya están reconociendo el valor que puede tener Internet en el cuidado de la salud. Hoy día, muchos de ellos les recomiendan a sus pacientes sitios confiables para que investiguen más sobre las enfermedades que les diagnostican.
Algún día, espera el doctor Jared Dart, la ayuda médica virtual será común: podrá obtener información fidedigna, avalada por especialistas certificados, que verdaderamente beneficie su salud. Entre tanto, siga confiando en su médico.

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