En la correspondencia que llega a tu casa, en la que recibís vía e-mail, en tu cuenta bancaria: en todo pueden filtrarse ladrones entrometidos, quedarse con tu identidad y robar en tu nombre.
Prestá atención a estas 9 formas infalibles de protegerte:
1. Actualizá tus programas de protección
A las compañías de software no les gusta que utilices programas de computación “prestados” o instalados de manera ilegal para proteger tu información privada (los antispyware y firewalls). Pero a los hackers les encanta, ya que las actualizaciones automáticas y gratuitas no se pueden descargar en los programas de seguridad sin licencia de uso. Y por algo existen estas actualizaciones; los ladrones de identidad buscan y encuentran constantemente nuevas formas de esquivar las barreras de protección para penetrar en tu disco rígido y robarte tus contraseñas e información de bancos y tarjetas. Utilizar programas de seguridad no actualizados es como vacunarse con una dosis que ya caducó: no sirve para nada. Si querés blindar tu información confidencial, protegé con una contraseña los archivos que contengan datos delicados, como tus números de cuentas bancarias o de tarjetas de crédito. Simplemente hacé clic en la opción de Ayuda de tu computadora y seguí las instrucciones.
2. Exigí que dejen de enviarte ofertas que no solicitaste
Seguramente cada mes te llegan cartas y cartas con tarjetas de crédito preaprobadas, ofertas de préstamos bancarios y promociones de todo tipo. No importa que vos no hayas solicitado ninguna; parecería que los departamentos de ventas y de marketing no descansaran nunca en su afán por conseguir nuevos clientes o de multiplicar sus operaciones. Pues bien, lamentamos informarte que no basta con rechazar o con no hacerle el menor caso a esta lluvia de ofertas, pues, pese a ello, un ladrón de identidad podría aprovecharlas (a tu nombre, por supuesto). Dividí las ofertas en dos: las generales y las personalizadas. Las primeras son inofensivas y, aunque resulten molestas, las podés tirar sin mayor cuidado. Las segundas, en cambio, son muy delicadas. Seguramente dos o tres compañías o bancos serán las responsables del mayor número de ofertas; fijate cuáles son, comunicate con ellos y deciles que no querés que te vuelvan a enviar una sola oferta. No les quedará más remedio que obedecerte. Y, si bien no podrás evitar que te siga llegando correspondencia a tu nombre, lo que sí podés hacer es destruirla para que nadie haga uso incorrecto de ella.
3. Abrí una cuenta especial para transacciones online
¿Quién puede argumentar algo contra el refrán que dice que es mejor prevenir que curar? Nadie, y menos aún cuando lo que está en juego es la seguridad de tus datos financieros y, por lo tanto, de tu dinero. Tal vez pequemos de paranoicos, pero la cantidad de fraudes que se cometen a través de Internet nos dan la razón. Si acostumbrás a hacer transacciones comerciales en línea con mucha frecuencia, como subastar algún artículo, comprar boletos de avión o entradas para algún espectáculo o descargar música, es mejor tener una cuenta bancaria especial para estas operaciones. Mantené el saldo mínimo para conservarla; en la mayoría de las cuentas de cheques es de unos cuantos pesos. Si es una tarjeta, tené el límite de crédito más bajo. Cuando vayas a realizar alguna operación, depositá el monto necesario en la cuenta. De esta forma, podrás llevar a buen fin tu transacción y, en caso de que algo salga mal, las pérdidas serán mínimas. Si un hacker logra penetrar en tu cuenta, se desilusionará al ver que ésta tiene un saldo o un límite insignificante. Ahora bien, si no solés comprar y vender artículos a través de la red, pero encontraste una oferta magnífica que no podés dejar ir, quizá no quieras tomarte todas las molestias que conlleva abrir una cuenta “pequeña” (sobre todo si es para una sola transacción). Y es mejor no darle ninguna oportunidad a los hackers, así que pedile a algún amigo que ya haya tomado esta medida de precaución que efectúe la compra en línea por vos, y pagale lo correspondiente en efectivo.
4. Escogé una contraseña complicada para los hackers
De la misma forma en que no le brindarías el número de identificación personal (PIN) de tu tarjeta de débito o crédito a un desconocido, también debés tomar precauciones con las contraseñas que utilizás en Internet, pues, de lo contrario, los hackers se las podrían ingeniar para tener acceso a todos tus registros financieros, a tus cuentas de correo electrónico e incluso a la información de tus tarjetas de crédito. A continuación te damos algunos consejos para elegir una contraseña que nadie podrá adivinar:
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Los cumpleaños, los nombres de tus hijos y la fecha de tu aniversario quedan automáticamente descartados, pues éstos serán los datos que los ladrones de identidad y los hackers utilicen primero cuando intenten entrar a una cuenta.
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Tampoco creas que deletrear el nombre de tu pareja al revés (u otra contraseña fácilmente identificable) va a funcionar. Los hackers tienen programas que detectan las palabras deletreadas al derecho y al revés.
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No uses una sola contraseña para todas tus cuentas. Si los delincuentes cibernéticos averiguan una sola, estarás en graves problemas.
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El mejor plan de acción a tomar es elegir contraseñas que tengan letras mayúsculas, minúsculas, números y otros signos. Escogé una contraseña que ni siquiera sea una palabra real, simplemente una combinación de letras, números y signos sin sentido. Y cambiala constantemente.
5. Sé cauteloso con los links que recibís por mail
Si recibís un correo electrónico de tu banco, de tu corredor de bolsa, de alguna otra institución financiera o de un empleado de ésta con quien normalmente mantenés contacto, sé consciente de que el remitente podría no ser quien vos creés. Es posible que se trate de una trampa concebida por un ladrón de identidad para que accedas a un link. En vez de conducirte al sitio especificado, te llevará a uno falso, diseñado astutamente para que parezca real. El ladrón intentará extraerte tanta información como pueda; por ejemplo, tus contraseñas, números de identificación (el del DNI o el pasaporte) y tus números de cuenta. Si recibís uno de estos correos, nunca abras un link que aparezca en el mensaje. Mejor llamá a tu sucursal bancaria y hablá con un representante de atención al cliente. Y si hacés transacciones bancarias vía electrónica, andá directamente al sitio Web del banco.
6. Reportá tus credenciales perdidas
Los ladrones de identidad requieren los datos de tus identificaciones para poder cometer sus delitos. Y si tienen en su poder tus credenciales originales, su trabajo se facilitará todavía más. No cooperes con ellos y cuidá celosamente tu información personal. Nunca prestes tus credenciales a nadie ni le digas tus números aunque te lo pidan (salvo que sea imprescindible para hacer algún trámite y exista una regulación al respecto). Y, lo más importante de todo, cuando pierdas o te roben una identificación, reportalo de inmediato. Tené especial cuidado con el manejo de tu documento, el pasaporte, la cédula profesional, la licencia de conducir, el acta de nacimiento y el número de seguro social, así como con cualquier identificación que presente una fotografía.
7. Verificá que tu correspondencia llegue con normalidad
Comprobar que la correspondencia que recibís llega con normalidad es tan importante como destruir la que ya leíste y no te interesa conservar. Para poder verificar adecuadamente que tu correo llega como siempre, primero tenés que saber con exactitud qué recibís y con qué frecuencia. Hacé una lista de los recibos, facturas, saldos y cuentas que llegan cada mes; seguramente te sorprenderá su extensión y variedad. A una casa promedio, cada mes o cada dos meses se envían los recibos de la luz, del teléfono, del agua, del ABL, además de los estados de cuenta de los bancos. Entre todas estas pilas de sobres, no sería de extrañar que no te dieras cuenta de que alguno no ha llegado en varios meses. Los ladrones de identidad están conscientes de esta situación, por lo que han ideado una nueva forma de averiguar tu situación económica: se apoderan de tus documentos antes de que lleguen a tus manos, y no después, como tradicionalmente solían hacerlo hasta que las trituradoras de papel empezaron a hacerles la vida imposible. Si te das cuenta de que algún mes no llegó alguna carta que debía llegar, comunicate con el remitente para averiguar qué sucedió, o andá a la oficina de correos para reportar tu caso; solicitá que el cartero toque a tu puerta cuando llegue a tu domicilio y te deje la correspondencia.
8. Averiguá si hubo cambios en tu historial crediticio
Uno de los principales objetivos de los ladrones de identidad es obtener créditos a nombre de otros, con tus datos personales y respaldándose en la información financiera ajena. Una vez que los obtengan, los criminales desaparecerán como por arte de magia, y vos te enterarás de la existencia de un crédito cuando los acreedores se comuniquen para reclamarte los pagos. Se trata de una verdadera pesadilla que se puede prevenir o que, si ya ocurrió, se puede remediar más fácilmente cuanto más pronto se detecte. Y la mejor manera de lograrlo es averiguar si ha habido cambios en tu historial crediticio. Investigar esto es sencillo: sólo tenés que contactar con el Directorio de Crédito vía Web, suscribirte al servicio de información que brinden, que tiene un costo anual muy moderado, el cual te notificará vía electrónica los cambios recientes que presenta tu historial de crédito. Si no reconocés alguno de esos cambios, estarás a tiempo de tomar medidas y evitar que los ladrones logren su cometido. Si por algún motivo sospechás que tu identidad fue robada, dormí tranquilo valiéndote de este eficiente servicio. Como medida preventiva, aunque no haya señales de alarma, los expertos recomiendan verificar su situación crediticia al menos una vez al año.
9. Si es demasiado tarde, acudí al banco
Si te das cuenta de que te robaron tu identidad, acudí de inmediato a los bancos en que los ladrones hicieron de las suyas. Recordá que en estos casos no sos la única víctima, pues los bancos también habrán sido defraudados por el usurpador. Juntos, el banco y vos, deben denunciar ante las autoridades judiciales el delito.