Para medir el buen estado físico diario: nada mejor que el sistema de contar los pasos.
Los profesores de gimnasia, los entrenadores de atletismo e incluso las autoridades de salud, nos engañaron. A lo largo de los años nos llevaron a pensar el ejercicio en términos de tiempo y de distancia. ¿Cuánto duró tu entrenamiento? ¿Cuántos kilómetros recorriste? ¿Hiciste hoy los 30 minutos recomendados de ejercicio?
Pero este enfoque ha sido un fracaso total. ¿Necesitás pruebas? Echá un vistazo la próxima vez que salga. Gran parte de la población tiene sobrepeso u obesidad, y no es casualidad que la ropa holgada sea la más popular. Lo que la gente necesita es una nueva y más inspiradora forma de cuantificar la actividad. Para evitar seguir engordando, necesitamos empezar a pensar en pequeño.
En vez de medir el ejercicio en minutos y en kilómetros, debemos desmenuzarlo hasta llegar a pasos individuales. Este no es un concepto nuevo.
Durante años, el Colegio Estadounidense de Medicina Deportiva (ACSM, por sus siglas en inglés) y otras organizaciones deportivas han recomendado hacer al menos 10.000 pasos diarios (unos 8 km). Pero, ¿por qué 10.000? Los estudios han descubierto que se trata del nivel en el que quemamos las suficientes calorías para reducir el riesgo de padecer obesidad y enfermedades crónicas.
Sin embargo, el concepto no se ha adoptado ampliamente porque la mayoría de las personas no usan podómetros todo el tiempo, o porque no tienen en claro lo que significa esa cantidad de pasos en términos cotidianos. Para hacerlo menos abstracto y más fácil de entender, pasamos unas semanas con un podómetro colocado en la cadera.
Al principio nos sorprendió saber que los días en los que no podíamos salir a caminar dábamos muchos menos pasos de los que creíamos: entre 3.000 y 4.000 diarios, en promedio. Las personas completamente sedentarias dan unos 2.000; quienes no hacen ejercicio dan alrededor de 4.000 pasos en un día normal. El ACSM clasifica cualquier cifra debajo de 5.000 pasos diarios como sedentaria.
Usar un podómetro todos los días cambió rápidamente nuestra perspectiva sobre el ejercicio. Nos hizo más conscientes de la importancia de ser activos: recorrer el pasillo para charlar con un compañero de trabajo en vez de enviarle un correo electrónico, hacer diligencias a pie en lugar de usar el auto. En otras palabras, nuestro concepto del ejercicio evolucionó de algo que hacíamos durante un tiempo específico en determinado lugar (por ejemplo, en el gimnasio por la mañana o al mediodía, en la cancha de tenis por la tarde) hacia algo que hacíamos todo el día, en cualquier parte. Ejercitarse se transformó en estar activos.
Ahora los expertos creen que este sutil cambio de mentalidad es la clave para mantenernos delgados y en buen estado físico de por vida. Es más, unos investigadores de la Universidad de Carolina del Sur (EEUU) calculan que aquellas mujeres que están activas el 75 por ciento del día (realizando diversas tareas como jardinería, preparar la comida, etc.) gastan un 10 por ciento más de energía en general que quienes acuden una hora al gimnasio, pero permanecen sedentarias el resto de la jornada (sentadas frente a la computadora). Así es: un día de tareas domésticas puede ganarle a una hora de gimnasio.
He aquí otra forma de verlo: como estamos tan ocupados, la mayoría de nosotros encasillamos el ejercicio. Caminar es algo que hacemos durante media hora, antes del trabajo o después de comer. Es algo separado de la vida que necesitamos programar y evadir. Esto significa que siempre permanecerá como una tarea fastidiosa o como algo que fácilmente pondremos en nuestra interminable lista de pendientes.
Para perder peso y mantenerse así siempre, no limites el ejercicio, volvelo parte de su vida. Ante todo reemplazá la palabra “ejercicio” por la palabra “actividad”. Luego, olvidate los minutos y los kilómetros y enfocate en pasos individuales. Tu objetivo: 10.000 pasos diarios.