Si estás pensando en empezar a hacer ejercicio y no sabés si hacerlo solo o acompañado, enterate sobre los beneficios de ejercitarte en compañía.
Cuando empezamos un programa de ejercicio, la sola fuerza de voluntad no suele llevarnos muy lejos. A la larga, es mejor realizar actividades que sean fáciles y divertidas. Si se hacen solo o con otros, es cuestión de gusto personal, pero ejercitarse con un compañero o en grupo aporta muchos beneficios.
“Un poco de presión de otros y la competencia amistosa puede ser muy motivador”, señala la doctora Dawn Skelton, profesora de la Universidad Caledonian de Glasgow, Escocia.
Las personas tienden a perseverar más en los programas grupales que solas. Incluso los acuerdos informales entre amigos tienen la ventaja de responsabilizarnos con otra persona, y no solo con nosotros mismos. En las clases de ejercicio en grupo, las personas pueden beneficiarse de la pericia y la motivación de un entrenador calificado, a menudo a un precio menor que las sesiones individuales.
Los programas diseñados para las necesidades de los adultos mayores van en aumento, según una encuesta mundial sobre tendencias de acondicionamiento físico realizada en 2012 por el Colegio Americano de Medicina del Deporte. Entre ellos figuran el método Otago de fortalecimiento y equilibrio (para gente mayor o frágil) y los ejercicios anticaídas FAME (para adultos mayores de menor edad o más activos). Ambos consisten en una serie de ejercicios de fortalecimiento muscular (como elevar las pantorrillas) y equilibrio corporal (como caminar hacia atrás) que ayudan a las personas a evitar o atenuar las caídas.
Quizá la razón de mayor peso para ejercitarse acompañado son las endorfinas, sustancias que alivian el dolor y brindan bienestar, incluso euforia. El organismo las produce al ejercitarnos solos, pero, según los estudios, quizá en mayor cantidad al hacer ejercicio en grupo.
Científicos de la Universidad de Oxford compararon a los mismos deportistas remando por 45 minutos solos y luego en equipo. Las sesiones grupales produjeron un aumento de endorfinas, medido por cuánto más había que inflar la manga de un baumanómetro para que los remeros sintieran molestia. “La actividad física sincronizada mejora el estado de ánimo y refuerza la vinculación social”, dijeron los investigadores. Este estímulo natural puede motivarnos lo suficiente para perseverar.