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5 consejos para no postergar las cosas en el trabajo

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Hacé las cosas ahora mismo y no caerás en lo que muchos llaman procastinación.

Tiene que entregar un trabajo el próximo miércoles; necesita lavar el equipo de fútbol de su hijo porque va a jugar mañana; no se ha hecho una limpieza dental en ocho meses, y una canilla de su cocina ha estado goteando desde el martes pasado. Y entonces, ¿qué está haciendo? ¡Actualizando su perfil en Facebook, claro! Según el doctor Piers Steel, investigador canadiense, el 95 por ciento de las personas deja para mañana lo que podría hacer hoy, y este hábito afecta a sus familiares, amigos y compañeros de trabajo. He aquí algunos consejos para terminar con la costumbre de postergar las cosas:

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Defina la tarea con claridad

“En parte, la dilación o tardanza para hacer las cosas se debe a que existe una brecha entre el esfuerzo (que necesita hacer en este momento) y la recompensa (que obtendrá en el futuro, si acaso la recibe)”, escribe James Surowiecki en la revista The New Yorker. “Cuanto más vaga sea su tarea, o más abstracto el pensamiento que hace falta para realizarla, tanto menor la probabilidad de que la termine”. Así que definirla claramente es el primer paso.

Concéntrese

Leo Babauta, autor del libro Focus (“Concentración”) y del blog Zen Habits, sugiere escribir la palabra concéntrese en una tarjeta y ponerla sobre el escritorio; es sencillo y eficaz, asegura. ¿Tiene muchas tareas pendientes y no sabe por cuál empezar? Babauta recomienda elegir las tres o cinco más importantes, hacer primero la que más le agrade y concentrarse en hacer una a la vez hasta acabarlas todas.

Sólo empiece

Ajuste un cronómetro para que se detenga a los 25 minutos de que lo empiece a hacer, y comience la tarea, sugiere Ryan Waggoner en el sitio lifehacker.com. Puede hacer casi cualquier cosa durante 25 minutos, ¿o no? Pruébelo.

Propóngase mejorar lo que hace

“Cualquier mejora, por pequeña que sea, es un paso en la dirección correcta”, asegura Waggoner.

Vaya al extremo, si es necesario

Victor Hugo le pedía a su sirviente que escondiera su ropa para que no pudiera salir de casa y se pusiera a escribir, nos recuerda Surowiecki. Se dice que Demóstenes se rapaba la mitad de la cabeza y se negaba a aparecer en público hasta que le volvía a crecer el pelo, lo cual le daba más tiempo para perfeccionar sus “habilidades retóricas”, escribe Daniel Akst en su libro We Have Met the Enemy: Self-Control in an Age of Excess (“Hemos conocido al enemigo: el autocontrol en una época de excesos”). Un sociólogo de Arizona subió una foto vergonzosa de sí mismo a Facebook y no la sacó de allí hasta que terminó una tarea pesada. Incluso reconoció ante Akst su máxima fantasía laboral: “Estar atado a una cadena de montaje y ser supervisado”.

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