Pelucas, humor sarcástico o estoicismo suelen enmascarar una profunda angustia para muchos hombres que se quedan calvos. ¿Qué opciones existen en esta batalla contra la naturaleza?
Cuando era adolescente, mi madre me tranquilizaba y me decía que no me quedaría pelado a los 20 años como mi padre. “Mira”, decía, mientras se echaba el pelo de la frente hacia atrás, “tienes la misma línea de nacimiento que yo, no tienes las entradas de tu padre”. En menos de diez años quedó claramente demostrado que sus afirmaciones eran incorrectas. La línea de nacimiento de mi pelo comenzó su lenta retirada, una clara señal de que había heredado el tipo de calvicie de patrón masculino de uno de mis padres, o tal vez de ambos.
A medida que pasaban los años me convencía a mí mismo de que llevar el pelo cada vez más corto me quedaba mejor de lo que pensaba. Pero muy dentro de mí, me parecía injusto, una carga genética que no merecía. Me sentía profundamente avergonzado cuando el peluquero ponía el espejo detrás de mí y quedaba en evidencia un área calva cada vez más extensa.
Simulaba que no me importaba y hoy, a mis cuarenta y tantos años, continúo fingiendo que no me molesta. Aunque acepto estoicamente mi calvicie ineludible, no me gusta la idea. He llevado sombreros y me he dejado barba, todos ellos intentos de desviar la atención que no engañan a nadie, mucho menos a mí mismo.
Alopecia androgénica es el término médico para referirse al tipo de caída de pelo hereditaria que padezco. Aunque afecta tanto a hombres como a mujeres, las estrategias de marketing de las empresas dedicadas a tratamientos para la calvicie en su mayoría apuntan a abordar las ansiedades masculinas. Se trata de un sector valorado en al menos 1.500 millones de dólares al año en el mundo.
Según el Instituto Nacional de Salud y Excelencia Clínica (NICE) del Reino Unido, la calvicie de patrón masculino afecta al 30 por ciento de los hombres menores de 30 años y aumenta a cerca del 80 por ciento en mayores de 70. Sus causas están establecidas desde hace tiempo, aunque resultan complejas de entender. La enzima 5-alfa-reductasa, presente en la base del folículo piloso, sintetiza la hormona dihidrotestosterona (DHT) derivada de la testosterona. Esto desencadena un proceso de miniaturización en áreas hormonalmente sensibles, como la frente y la coronilla en la parte superior. Los folículos se encogen y, tal como lo describe la Asociación Americana para la Caída del Cabello, dejan de producir “cabello cosméticamente aceptable”.
La primera consecuencia de este proceso es la calvicie progresiva. La segunda, y podría decirse la más importante, es el efecto psicológico que esto genera en muchos hombres. En un estudio efectuado en 2005 en el que participaron hombres de Alemania, Francia, Italia, España y Reino Unido que estaban perdiendo el pelo, el 43 por ciento sentía inquietud por los efectos de este problema respecto a su atractivo físico, el 22 por ciento se mostraba preocupado por el impacto en su vida social, y el 21 por ciento lo vinculaba con sentimientos de depresión.
“Diría que los correos electrónicos más desesperados que recibimos, de personas que parecen estar en el pozo depresivo más profundo, tienden a ser de hombres”, afirma Amy Johnson, de Alopecia UK, una organización sin fines de lucro que ofrece apoyo y orientación a hombres y mujeres que padecen todo tipo de alopecia. “Cuando me dicen que todo esto es mucho más difícil para las mujeres y que para los hombres no es tanto problema, yo respondo que realmente no es así, que eso no es lo que yo veo aquí”.
Una búsqueda en Internet muestra una desorientadora variedad de opciones que prometen aliviar las penas del hombre que está perdiendo pelo: remedios de hierbas, procedimientos quirúrgicos, postizos, champús restauradores y aerosoles de nanofibras que dan color a las áreas calvas. Algunas son efectivas, y vuelven la pérdida de pelo algo menos evidente, pero lo que funciona para una persona puede resultar un verdadero desastre para otra. A continuación, algunas de las opciones para hombres que muestran señales de calvicie.
PELUCAS Y POSTIZOS PARA LA CALVICIE
Jay Patel, cofundador de la empresa de pelucas MH2Go, está sentado en su oficina en el centro de Londres, jugueteando con un lápiz mientras recuerda cómo fue perdiendo pelo. “Hace unos cuatro o cinco años, intenté suicidarme”, dice, añadiendo que agravado por un trastorno dismórfico corporal. “Estuve internado durante tres meses y recibí mucho apoyo. Después, conté que tenía peluca y toda la carga que llevaba se aligeró. Dejé de sentirme avergonzado”.
Patel es atractivo, y estaría bien con o sin pelo. Pero después de hablarme de la peluca, sonríe. “He convertido algo que era un problema para mí en mi modo de vida”, afirma.
Desde la calle, MH2Go parece una peluquería normal, pero dentro del local Patel ofrece orientación para comprar pelucas y postizos, y su socia comercial, Egita Rogule, las personaliza. Los precios, teniendo en cuenta los parámetros para estos artículos, son razonables: 800 dólares la primera compra y 400 por cada ‘sistema’ siguiente. Cada uno debería durar entre cuatro y seis meses.
Patel observa mi frente. “¿Ves?”, dice. “No serías un buen cliente para trasplante capilar del área a cubrir es grande. No sería viable”.
Luego toma un postizo de una caja. “¿Quieres probarte uno?”. Me siento delante de un espejo. Patel lo coloca sobre mi cabeza y retrocede unos pasos. “La verdad”, dice, “queda bastante bien”. Yo estaba de acuerdo, pero a fin de cuentas, es una peluca.
“Yo asesoro a los clientes», comenta Patel. “Les digo, esto es una peluca. Haremos que se vea lo mejor posible, pero aún así estarás llevando una peluca”.
Este enfoque tan honesto surge a partir de experiencias amargas. Cuando tenía veinte años, pagó mucho dinero a una empresa por una serie de pelucas que, apenas, duraron unas semanas.
TRASPLANTES PARA COMBATIR LA CALVICIE
Nadeem Uddin Khan, director de la clínica capilar Harley Street Hair Clinic, en Londres, sabe lo doloroso que puede ser perder pelo. Me enseña una foto en su teléfono de un hombre prácticamente calvo, guapo, ligeramente cohibido. Instintivamente levanto la mirada y observo la línea de nacimiento actual de su pelo: está limpio, rapado y muy diferente al de la foto. “Fue hace unos diez o doce años”, dice. “Cuando se me cayó el pelo fue sinceramente terrible. Pasé un año sin salir. Por eso entiendo lo que están pasando estos chicos”.
Khan se sometió al método de trasplante capilar llamado extracción individual de folículos (FUE), en el que se especializa su clínica hoy.
Tras ponerme un traje especial de protección, me acompañan a un quirófano donde un hombre con anestesia local está boca arriba mientras el médico realiza pequeñas incisiones en su frente. Se ha pasado la mañana boca abajo mientras extraían folículos de la parte posterior de su cabeza que más tarde colocarán en la nueva ubicación. Es su segunda operación; quedó tan encantado con los resultados de la primera que volvió.
Todos los trasplantes capilares se basan en el principio de dominancia donante desarrollado en la década de 1950 por el dermatólogo Norman Orentreich, de Nueva York: un folículo trasplantado continúa creciendo como si estuviera en su lugar original. En los 80, los experimentos con injertos dieron lugar al trasplante de unidad folicular (FUT), o cirugía por franjas de tejido. Este método consiste en extraer una franja de cuero cabelludo y luego cortarla en segmentos muy pequeños que se insertan en diminutos orificios en la zona afectada.
Se trata de un procedimiento más rápido que el método FUE y algunos consideran que es la mejor forma de obtener pelo de alta calidad. Pero deja una amplia cicatriz en el lugar donde se ha extraído la franja de piel.
Las clínicas especializadas en técnica FUE rápidamente comenzaron a desprestigiar el método FUT, pero esta técnica también tiene sus desventajas. Tal como yo mismo experimenté en la clínica Harley Street Hair Clinic, se trata de un procedimiento agotador que requiere extrema concentración y resistencia por parte del médico y una enorme paciencia por parte del paciente. Se extraen miles de folículos individuales con una herramienta especial y se trasplantan en diminutas incisiones. “En mi caso, el procedimiento consistió en cerca de 3.000 injertos, y fue tan duro que duró todo el día”, afirma un hombre que se sometió a un trasplante FUE en Australia.
La experiencia es clave para un trasplante FUE, según explica Khan. “Debe ser realizado por un médico que sepa perfectamente lo que está haciendo”, afirma. “Se debe colocar el folículo correcto en el lugar indicado”.
Lamentablemente, no todos prestan atención al detalle. “Existen miles de clínicas”, asegura Spencer Stevenson, británico experto en la materia. “¡En muchos casos las intervenciones quirúrgicas las realizan enfermeras en la parte de atrás de una consulta odontológica! Es increíble”.
“En la cultura occidental la juventud es sinónimo de belleza, de éxito, de atractivo”, asegura Anthony Bewley, dermatólogo de Londres. “Si eres mayor, con cicatrices y calvo, no se trata solo de tu capacidad para alcanzar el éxito o resultar atractivo, sino de estar marcado como menos valioso”.
Jay Patel conoce esta sensación. “Particularmente en nuestra cultura al sur de Asia, si no tienes pelo, no recibes propuestas de matrimonio”.
Cuenta historias de clientes traumatizados. “Un hombre pasó media hora fuera porque estaba demasiado asustado para entrar”, recordó.
MEDICAMENTOS CONTRA LA CALVICIE
Otra forma, aparentemente sencilla, de tratar la calvicie de patrón masculino es con medicación. A partir de las prometedoras estrategias promocionales y los emocionantes testimonios de quienes utilizan distintas espumas, aerosoles, cremas y comprimidos para el tratamiento de este problema, pensamos que tiene que haber al menos un medicamento, una solución mágica, que haga que el pelo vuelva a brotar de una coronilla calva. Pero no es así. Existen solo dos medicamentos aprobados en el mercado: minoxidil, una fórmula tópica; y finasterida, un comprimido. Existe un acuerdo generalizado en que ninguna revierte la pérdida, sino que lo retrasa.
El vínculo entre el minoxidil y el crecimiento del pelo se advirtió por primera vez en la década de 1960 y la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de los Estados Unidos lo aprobó como tratamiento para la caída del pelo en 1988 con la salvedad de que “no funciona para todas las personas”. En los ensayos se ha logrado cierto tipo de crecimiento en casi el 80 por ciento de los pacientes, pero en una revisión sobre la eficacia del minoxidil efectuada en 2015 se indicó: “resultados cosméticamente aceptables presentes en solo un subgrupo de pacientes”.
“Es como una tirita”, afirma Spencer Stevenson. “Es una buena incorporación a la rutina de cuidados, pero por sí solo no lleva demasiado lejos”.
La finasterida, por otra parte, está disponible como medicamento para el crecimiento capilar bajo el nombre Propecia desde 1997. Algunos de sus efectos secundarios, como disfunción eréctil y trastornos de libido, pueden resultar desalentadores. “Millones de personas no tienen efectos secundarios”, afirma Stevenson, “pero lo que se oye es de una minoría que sí ha experimentado algunos”.
Muchos suplementos dietéticos con nombres que parecen médicos también aseguran favorecer el sano crecimiento del cabello. Los beneficios de suplementos como TRX2 y Viviscal se debaten enérgicamente en Internet, sin embargo, en la guía sobre alopecia androgénica del Instituto Nacional de Salud y Excelencia Clínica no se menciona ninguno de estos productos.
NUEVOS TRATAMIENTOS CONTRA LA CALVICIE
Una empresa estadounidense, Allergan, está realizando ensayos con dos medicamentos potencialmente prometedores: un tratamiento tópico, bimatoprost, aprobado por la FDA en 2008 para el crecimiento de pestañas; y un medicamento oral, setipiprant, que inhibe la prostaglandina D2, compuesto que muestra niveles elevados en cueros cabelludos que pierden pelo.
Otra empresa estadounidense, Samumed, ha despertado interés en los medios por otro tratamiento, SM04554, pero algunos expertos han advertido que sus datos clínicos son menos impresionantes que su marketing.
“Aún se deben pasar una gran cantidad de pruebas rigurosas para convertirse en tratamientos efectivos”, asegura Susan Holmes, experta de la Asociación Británica de Dermatología. “El crecimiento del pelo es algo muy difícil lograr”.
Stevenson ve esperanza en la clonación de folículos capilares, lo que podría ofrecer una fuente más abundante de pelo. “Clonación, neogénesis, inducción, es lo mismo”, asegura Claire Higgins, profesora del Departamento de Bioingeniería de la universidad Imperial College London, “pero realmente muy complejo de hacer”.
Tal vez lo único que realmente pueda ayudar sea el apoyo psicológico. “Sabemos que no podemos curar la caída del pelo”, afirma Holmes. “Lo que los hombres necesitan es ayuda para asumir esta realidad”. Milan Stolicny espera que así sea. En su página web, baldattraction.com, insiste en aceptar la calvicie.
“¡Los hombres calvos son muy atractivos!”, dice. “¡Y pueden ser realmente exitosos!” Stolicny no ofrece soluciones mágicas, remedios ni pociones, solo apoyo. “La verdadera cura para la calvicie es convertirse en un atractivo hombre calvo”, asegura. En otras palabras, creer en uno mismo.
Si estos hombres cambiaran de actitud, un enorme sector desaparecería. Pero sabemos que la solución de Stolicny, maravillosamente sencilla, tal vez sea la más difícil de lograr.
DE MOSAIC SCIENCE (4 DE SEPTIEMBRE, 2016). Versión resumida por Reader’s Digest. Copyright © 2016 POR RHODRI MARSDEN. WWW.MOSAICSCIENCE.COM