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Los 10 mejores chistes de torpes y torpezas

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Todos cometemos tonterías, y cuanto más torpes, más graciosas. 

10 chistes cortos de torpes y torpezas

Aquí encontrará los malentendidos lingüísticos, las metidas de pata sociales y las torpezas mecánicas de los que todos nos reímos, siempre y cuando, por supuesto, no seamos los protagonistas. Una selección de chistes sobre torpes y torpezas en el libro: «La risa, remedio infalible». ¿Cuál fue la peor torpeza que cometiste?

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En sexto año perdí la visión del ojo derecho como consecuencia de un accidente en la escuela. Por fortuna, este hecho no tuvo ninguna consecuencia grave en mi vida y por muchos años ni siquiera necesité usar lentes. Sin embargo, al llegar a los 40 años, me vi obligado a visitar al oftalmólogo.
En el consultorio del doctor, su asistente me señaló el cartel con las letras para medir la visión y me pidió:
—Por favor, cúbrase el ojo derecho y lea el tercer renglón.
—Estoy ciego del ojo derecho; de hecho, es de vidrio —le expliqué.
—Lo siento; entonces cúbrase el izquierdo —me respondió.

               — BILL SLACK

Un día, en la sala de espera del médico, la recepcionista me pidió que fuera con ella para actualizar mi expediente. Antes de decirle que todo en mi vida seguía igual, me preguntó:
—¿Ha cambiado su fecha de nacimiento desde la última vez que vino a consulta?

               — MARGARET FREESE

Cuando estábamos de vacaciones en Hawai, Sandy, la esposa de mi padre, telefoneó a un restaurante para hacer una reservación a las siete de la tarde. La mujer que le respondió, después de verificar la lista de reservaciones, le informó amablemente que sólo había una mesa disponible para las 6:45.
—Está bien, por favor anótenos —le respondió Sandy.
—Listo —le confirmó la mujer—. Sólo le informo que tal vez tenga que esperar 15 minutos para pasar a su mesa.

               — KELLY FINNEGAN

Mi mamá acababa de terminar un curso de primeros auxilios. Nos encontrábamos en un centro comercial cuando vimos que una pequeña multitud rodeaba a un cuerpo inerte. De pronto, mi mamá se echó a correr a una velocidad que no le conocía y gritó:
—¡Quítense todos! Yo sé primeros auxilios.
Justo cuando se acababa de lanzar hacia el hombre tendido boca arriba y estaba por empezar con el procedimiento, un par de manos le tiró de los pies.
—Señora —le gruñó un policía—, estamos tratando de arrestar a este hombre.
               — TALEA TORRES

Un grupo de adolescentes se encontraba cenando junto a mi mesa en un restaurante de comida china. Al ver que una chica sacaba una cámara, me ofrecí a tomar yo la foto para que saliera el grupo completo. Después de disparar una vez, sugerí tomar otra por si la primera no salía bien.
—Ah, no se preocupe —me respondió la jovencita—, siempre imprimo dos veces cada foto.

               — DEANNA GUY

Una noche, mi antiguo jefe salía de la ducha cuando su esposa le pidió que bajara a desconectar la plancha que había dejado prendida por error desde hacía varias horas. Como sólo estaban ellos dos en la casa, y pensó que ella se hallaba en el baño, bajó al sótano sin ponerse ni siquiera una toalla.
En el piso de abajo, al prender la luz, se asustó cuando escuchó a docenas de personas gritar “sorpresa”, pues su esposa le había organizado una fiesta para celebrar sus 40 años.

               — JENNIFER JASEK

Me encontraba en el mostrador del aeropuerto, y estaba siendo interrogado con las preguntas que se formulan a todos los viajeros.
—¿Alguien colocó algo en su equipaje sin que usted se diera cuenta?
—Pero si alguien colocó algo sin que, justamente, me diera cuenta —reflexioné en voz alta—, cómo voy a saberlo.
El agente detrás del mostrador sonrió maliciosamente, y dijo:
—Por eso preguntamos.

               — KATE VETTER

 

Estaba por dictar una clase en la universidad sobre la censura en el cine, así que fui a la filmoteca para sacar algunas películas que hubieran sido prohibidas.
—¿Tienes películas que no se puedan ver? —le pregunté al encargado.
—¿Se refiere a que la cinta esté dañada o simplemente a que sean muy malas? —me respondió.

               — PAUL H. STACY

Un fuerte dolor de espalda me mandó directo a la farmacia en busca de algún remedio. Después de buscar un rato encontré justo lo que necesitaba: una sección de pomadas especiales para los dolores de espalda. Todas estaban en el anaquel de más abajo.

               — KATHERINE JOHNSON

Una vez, un primo viajó en un avión en el que, poco después de despegar, la azafata les informó a todos los viajeros que el baño no funcionaba. Se escuchaba realmente apenada, y para compensar el inconveniente, anunció:
—Pero no sólo hay malas noticias: les vamos a servir todas las bebidas que deseen.

               — MANJIRI V. OAK

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