Entrevista con Anthony Hopkins, un actor que, ante todo, disfruta de su trabajo.
No se lleva bien con la infinita admiración que su presencia genera en quien tiene delante, y durante toda la entrevista realizada en el histórico hotel Century Plaza, en Los Ángeles, California, parece incomodarle que el periodista quiera saber sobre su vida. Pero no es que Anthony Hopkins se comporte con la típica arrogancia de quienes están acostumbrados al estrellato y quisieran aprovechar el tiempo que dedican a promover sus películas en otras actividades más gratificantes.
En su caso, es como si no entendiera la razón del entusiasmo, porque, como dice una y otra vez, su trabajo como actor se reduce a aprender un diálogo y repetirlo con precisión frente a la cámara. A sus 73 años, con un Oscar por su impactante inter-pretación de Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes, y otras tres nominaciones a la estatuilla dorada, Anthony Hopkins es uno de los actores más respetados del cine. Aunque filma sin solución de continuidad, a este nativo de Gales que en 1965 conquistó el teatro londinense y, desde 1968, tiene una presencia constante en cine, parecen interesarle mucho más otras cosas. Se ha convertido en un consumado pintor abstracto que expone sus obras en galerías de todo el mundo, y también compone música clásica que interpretan reconocidas orquestas.
Casado en terceras nupcias con la colombiana Stella Arroyave, a la que le lleva 20 años y a quien conoció el negocio de antigüedades que ella posee en Malibú, Hopkins admite que fue gracias a su nueva esposa que se atrevió a dar rienda suelta a sus vastos intereses artísticos, para los que —señala enfáticamente— no tiene ninguna preparación formal. Esto incluyó la dirección de una película surrealista, Slipstream, exhibida en el Festival de Sundance hace cuatro años. Hopkins, a quien recientemente vimos en la película El rito, vuelve a las carteleras con Thor, adaptación del cómic homónimo de Marvel. En ella interpreta al dios Odín, el mitológico padre del protagonista que encarna Chris Hemsworth, un actor australiano que también se dejó llevar por la pasión por las mujeres latinas y se casó el año pasado con la actriz española Elsa Pataky.
P: Da la impresión de que está en el mejor momento de su vida. ¿Es así?
R: La verdad es que sí. Estoy en este ambiente desde hace muchos años, y a medida que uno va envejeciendo aprende a preocuparse menos. Trabajo con actores jóvenes todo el tiempo, y me siento muy bien al poder seguir haciéndolo a los 73 años. La actuación me ha dado una vida maravillosa. Sí, estoy en mi mejor momento.
P: Es extraordinario que, además de triunfar en el campo de la interpretación, le vaya bien en la pintura y en la música.
R: Sí, me mantengo activo y lo hago sin preocupaciones. Simplemente me dedico a pintar y a componer, no me siento limitado por nada; tengo una actitud bastante abierta ante la vida.
P: En el caso de la interpretación, ¿le parece que esta actitud despreocupada es una consecuencia del paso de los años? Cuando empezó a actuar, ¿se sentía tan relajado como ahora?
R: No, para nada. Cuando uno es joven, tiende a tomar todo demasiado en serio. A medida que pasan los años uno aprende a relajarse, a disfrutar y a darse cuenta de que la actuación es un juego. La verdad es que no me acuerdo mucho de cómo era yo. Fue hace tanto tiempo…
P: ¿Piensa que este cambio de actitud se debe solo a la edad, o tiene que ver también con el hecho de estar casado con una mujer colombiana?
R: Creo que fue el hecho de tener una mujer colombiana. Llevamos ocho años casados, y con ella todo es maravilloso. Stella es muy optimista, me cuida mucho y siempre está de buen humor, llena de energía.
Sin embargo, creo que ella sabe que me estoy haciendo viejo, que pienso mucho en mi pasado y que me doy cuenta de lo afortunado que soy, de la enorme suerte que tengo, porque he tenido una vida muy interesante. Espero que los años que me quedan también lo sean.
P: ¿Qué ha aprendido de la cultura latina a través de su mujer?
R: Bueno, las amigas de mi mujer y sus maridos son latinoamericanos, así que estoy rodeado de ellos. Tengo que aprender español, aunque no soy muy bueno para los idiomas. Pero, para contestar tu pregunta, con Stella he aprendido que hay que vivir la vida plenamente, siempre con mucho entusiasmo y energía.
P: ¿Ha cambiado su alimentación a raíz de haberse casado con ella?
R: Antes comía cosas que me encantaban, pero no eran muy saludables. Poco a poco, Stella me fue convenciendo de mejorar mi alimentación. Me prepara ensaladas, zumos de vegetales y esas cosas.
P: Le ha tocado interpretar a muchos personajes históricos a lo largo de su carrera. ¿Alguno de ellos dejó una huella profunda en usted?
R: No, la verdad es que no. Como actor, simplemente hago mi trabajo, y una vez que éste termina, sigo adelante; no me aferro al pasado. Disfruto mucho de la vida, por eso no me obsesiono con la interpretación.
P: ¿Recuerda por qué decidió dedicarse a la actuación?
R: Claro. No era bueno en otra cosa, ni siquiera me iba bien en el colegio, así que decidí ser actor porque no se me ocurría otra cosa que hacer, y todo se dio de tal forma que me dejé arrastrar hacia este camino. Hace 50 años que transito así, dejándome llevar. Hago lo que sé hacer, nada más.
P: Tal vez ésta sea la peor parte de su trabajo: hablar con personas que quieren saber todo acerca de su vida.
R: No, en realidad lo tomo como un halago. No tengo mucho que decir, no tengo grandes pensamientos sobre nada. Lo que me gusta hacer es leer y tocar el piano. Soy una persona bastante tranquila, no me junto con otros actores ni tengo amigos que lo sean. Soy un poco solitario. Llevo una vida muy relajada.
P: Eso es algo que siempre me llamó la atención. He entrevistado a muchísimos actores a lo largo de mi carrera, y la verdad es que usted es el único que me ha dicho que simplemente aprende los diálogos, va al set, hace su trabajo, y listo. ¿Es el único actor honesto en Hollywood?
R: No lo sé. Siempre me hacen la misma pregunta: “¿Cómo se preparó para interpretar a tal personaje?”, y siempre contesto lo mismo: aprendo los diálogos, voy al set y hago mi trabajo. Parece extraño, pero es así. Como aprendo bien los diálogos, estoy relajado, puedo improvisar y disfrutar de la interpretación. Siempre me he fijado ese objetivo: aprender bien el texto. No puedo decir que sea un trabajo muy difícil —y eso me encanta—, pero lleva muchas horas, y después estoy listo para ir a trabajar. Me siento en paz conmigo mismo, no tengo nervios ni inseguridades.
P: ¿Disfruta trabajando con actores jóvenes como Chris Hemsworth y Natalie Portman?
R: Por supuesto. Cuando daba clases a actores jóvenes en la Universidad de California en Los Ángeles, y a otros grupos, siempre les decía que lo único que tenían que hacer era aprender bien el texto. Algunos alumnos alegaban que la actuación no era solo eso. Yo les respondía que todo lo que se necesita, incluso la entonación, está en el guión. Si uno quiere ponerse a investigar, está bien, pero me parece que no hay que complicarse tanto.
P: ¿Cómo eran esas clases?
R: Les preguntaba a mis alumnos qué querían hacer, y ellos mencionaban cosas como Hamlet o alguna obra de Tennessee Williams. Yo les recomendaba que aprendieran bien lo que fueran capaces de interpretar, y que no analizaran el guión más de lo necesario. Entonces lograban aprender el texto a la perfección, y de eso se trata: no hay que pensar tanto cada detalle ni preocuparse; simplemente hay que disfrutarlo. Ésa es la manera como yo trabajo.
Cuando me preguntan qué hice para interpretar a un personaje como Hannibal Lecter, o a una bestia poseída, no sé qué decir; simplemente aprendí los diálogos, fui al set y lo hice. Tal vez propongo algunas ideas que se me ocurren; eso es todo. La actuación es solo un juego y, a la vez, solo un trabajo. Pero las personas no me creen. Yo sigo insistiendo en que ésa es mi manera de trabajar.
P: Imagine que tiene la posibilidad de encontrarse con usted mismo cuando tenía 18 años. ¿Qué consejo se daría?
R: Me diría: relájate, disfruta de la vida. No te tomes todo tan a pecho, pásalo bien y sé feliz.
P: Es curioso, pero usted no es el único actor de renombre que nació en Port Talbot. ¿Le parece que es una coincidencia, o se trata de un lugar propicio para los actores?
R: Es cierto. Nací en la misma ciudad que Richard Burton y Michael Sheen. No sé si Port Talbot tiene algo en particular; Gales es un país hermoso, pero no sé qué responder. Me gusta volver a mi ciudad natal, porque los recuerdos que tengo de mi infancia allí son muy nítidos.
Yo era un niño muy solitario, no me iba bien en el colegio, estaba muy aislado, era casi un ermitaño. De manera que, cuando tenía alrededor de 17 años, decidí probar suerte con la actuación. Quería ser músico, pero se me ocurrió que podía actuar. Y aquí estoy, 50 años más tarde. Es raro, pareceun sueño.
P: ¿Es verdad que cuando usted era muy joven conoció a Richard Burton?
R: Sí, es cierto. Él estaba en Gales, había ido a visitar a su hermana y a su familia, y yo fui a su casa a pedirle un autógrafo. Muchos años después volví a encontrarme con él en Broadway; trabajaba en una obra en la que yo ya había actuado: Equus.
P: Hace unos años usted dirigió una película muy peculiar: Slipstream. ¿Cómo fue la experiencia de dirigir una producción que rompía todas las reglas del cine?
R: Para mí fue como un experimento. Es algo que hice porque quería pasar por esa experiencia. En realidad, el tema era un sueño; yo aproveché para romper todas las reglas y hacerlo a mi manera. Disfruté al dirigir la película, pero muchas personas no la entendieron. No esperaba que lo hicieran. Por suerte, algunas lo lograron, aunque tuvieron que verla un par de veces.