Inicio Vida Cotidiana Actualidad 10 errores a lo largo de la historia

10 errores a lo largo de la historia

2001
0

¡Descubrí las equivocaciones más importantes que determinaron el curso de la historia mundial!

Cuando el rival sos vos mismo

El emperador austríaco José II quizá haya sido una agradable persona, pero fue un pésimo general. El 17 de septiembre de 1788, durante la guerra contra los turcos, llegó con sus soldados al río Tamiš, cerca de la ciudad de Karánsebes, en el suroeste de Rumania. Creía que el enemigo estaba del otro lado del río y envió una vanguardia de húsares húngaros a caballo; sin embargo, en lugar de toparse con los soldados turcos, encontraron algunos gitanos, quienes les vendieron varios barriles de aguardiente. Cuando los infantes austríacos los alcanzaron y les pidieron que les convidaran del aguardiente, los húsares, que para entonces ya estaban borrachos, se lo negaron. Los infantes respondieron con disparos al aire y gritando “¡Los turcos, los turcos!” Los húngaros también dispararon como locos hacia el cielo nocturno. Al pensar que el tiroteo era la señal para empezar la batalla, los oficiales de José II lanzaron una andanada de fuego hacia el otro lado del río. Cuando los infantes trataban de retroceder vadeando el río en la oscuridad, sus compañeros de la retaguardia pensaron que eran turcos al ataque y los recibieron con fuego. Algunos de los oficiales se dieron cuenta del error y gritaron “¡Alto, alto!” en alemán, pero muchos de los mercenarios del ejército imperial no hablaban esa lengua y creyeron que gritaban “¡Alá, Alá!” De pronto, todos los soldados se estaban disparando unos a otros. Cuando salió el sol, miles estaban muertos o heridos… sin que los turcos hubieran hecho un solo tiro.

Publicidad

¿Puede un error humano modificar el curso de la historia?

La historia humana es una crónica de errores. Algunos especialistas creen que lo que nos hace humanos es el hecho de que nos equivocamos. Las máquinas llegan a cometer errores de cálculo, pero, a diferencia de las personas, no incurren en fallas de juicio por suposiciones falsas o información que creían que era cierta. Los errores tenían antes una mala imagen. Los filósofos antiguos los consideraban una prueba de la imperfección humana. El pensador romano Séneca atribuía los desaciertos a la indolencia y a la irreflexión. Hoy día, sin embargo, equivocarse se ha vuelto algo totalmente aceptable. Los expertos ahora consideran el principio de ensayo y error no solo como algo normal, sino absolutamente esencial. Para el pensamiento moderno, todas las teorías no son más que modelos de la realidad. Nunca debemos olvidar que podrían estar equivocadas. La buena noticia es que la verdad y el error están conectados. Los errores son pasos esenciales en el camino hacia la verdad. Si no los cometiéramos, jamás llegaríamos a ella.

La “invencible” armada española

En 1588, el rey Felipe II de España pensó que podría derrocar a la reina de Inglaterra con solo enviar suficientes naves y tropas al norte. Ese fue su error. Su poderosa Armada de 130 barcos, con más de 26.000 hombres y 2.400 cañones a bordo, se encontró con vientos desfavorables y con los navíos ingleses, rápidos y maniobrables. Solo 60 de los barcos de Felipe II volvieron a España, y la mitad de sus soldados murió. Eso marcó el comienzo del final del poder imperial español.

El comunismo hace más feliz al mundo

El comunismo es una idea brillante: todos son iguales, toda la propiedad se comparte y todos participan en la toma de decisiones; en la práctica, sin embargo, no ha sido así. En los países comunistas siempre hubo personas que querían ser “más iguales” que las demás. En su mayoría eran políticos que deseaban disfrutar de privilegios y poder para decidir cómo debía ser el comunismo auténtico. Encarcelaban, torturaban o mataban a cualquiera que se opusiera a ellos.
Entre 1937 y 1938, en lo que llegó a conocerse como el Gran Terror, cerca de 700.000 personas fueron asesinadas en la Unión Soviética por “ser políticamente poco confiables” o por oponerse al régimen. La “purga stalinista” cobró un total de entre 12 y 20 millones de vidas.
En la China de Mao, el “Gran Salto Adelante”, un ambicioso programa diseñado para aumentar la producción agrícola, también fracasó. Lo que hizo fue suscitar una de las peores hambrunas en la historia de la humanidad, en la que murieron por lo menos 30 millones de chinos. También resultó evidente que había dos problemas insuperables con el comunismo. Primero, las personas que vivían bajo ese régimen no parecían tener mucha motivación para cuidar adecuadamente la propiedad comunal, y muchas instituciones públicas, así como fábricas y granjas, cayeron en la ruina como consecuencia. Segundo, la economía planificada no funcionaba. Mientras que la economía de mercado reacciona rápidamente ante la demanda de los consumidores, bajo el comunismo los políticos y los burócratas fijaban la producción con cinco años de anticipación. Esto significaba una gran escasez de muchos productos, entre ellos los autos, y al mismo tiempo un excedente de otros bienes que casi nadie quería. Con todo, el comunismo al final se derrumbó por un error fundamental: las personas no desean ser iguales. Son diferentes por naturaleza y quieren llevar vidas distintas.

La Tierra es plana

Los habitantes de la Mesopotamia (el actual Irak) creían que la Tierra era un disco que subía y bajaba en el mar primigenio. Los humanos vivían en el disco; por encima de él se encontraba la bóveda celeste, la morada de los dioses, y debajo estaba el inframundo. Durante miles de años, la creencia de que el planeta era plano impidió a los hombres alejarse de las costas para explorar los océanos. Temían caer por el borde del disco al inframundo, o peor aún, al abismo.

Desde la Antigüedad, sin embargo, era evidente que la Tierra no podía ser plana. Pitágoras y Aristóteles declararon que era redonda. A partir de ese momento, la teoría de que el mundo era plano quedó más o menos desmentida, incluso por parte de la Iglesia Católica. Así que, en 1492, cuando Cristóbal Colón zarpó hacia el oeste en busca de una ruta marítima hacia la India, no temía en absoluto caerse de los confines de la Tierra. Aunque en ese tiempo habían empezado a aparecer los primeros globos terráqueos, América no figuraba en ellos. Colón pasó el resto de su vida creyendo que había navegado a la India; descubrió América por casualidad, pero la gente no se dio cuenta de eso hasta después de la muerte del genovés.

La cocaína cura

El médico austríaco Sigmund Freud consideraba a la cocaína un remedio para la histeria, la depresión, la neurastenia, la anemia y la hipocondría. Él mismo a veces tomaba la droga para aliviar la indigestión. También trató a adictos a la morfina usando cocaína, entre ellos a un colega suyo, el doctor Ernst von Fleischl. Luego de diez días, Freud informó que había curado a Fleischl de su adicción. Esta noticia contribuyó al súbito aumento del uso de la cocaína por toda Europa, lo cual cobró muchas vidas. Von Fleischl murió en 1891, y su adicción a la cocaína aceleró su deceso.

Alaska no vale gran cosa

En 1867, Rusia le vendió a los Estados Unidos las vastas tierras de Alaska por 7,2 millones de dólares. Todo el mundo pensaba que Alaska no tenía prácticamente ningún valor debido al frío y a los glaciares. ¡Qué error! En la actualidad, tan solo por la producción de petróleo, Alaska gana más que esa cantidad de dinero en un solo día.

Las mujeres son inferiores

El filósofo griego Platón creía que las mujeres eran hombres que habían llevado una vida disoluta anteriormente y que, como castigo, los habían enviado de vuelta al mundo como mujeres. “Sólo los hombres son una creación directa de los dioses y tienen alma”, señaló. “Los justos regresan a las estrellas, pero se puede suponer con razón que los cobardes y los injustos se transforman en mujeres en su segunda encarnación”. Y las cosas no mejoran en la Biblia, que afirma que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza y le insufló su espíritu. La mujer, en cambio, fue formada con una de las costillas del hombre y no se le concedió tener alma. Por consiguiente, a las mujeres se las consideró inferiores y se las oprimió, maltrató y mató a lo largo de miles de años. Hace apenas un siglo las alemanas no tenían el derecho de votar, e incluso hoy, en Arabia Saudita, Bután y Brunei, es difícil o imposible que las mujeres voten. Desde hace mucho se demostró científicamente que la creencia de que las mujeres son inferiores es absolutamente falsa.

El Sol gira alrededor de la Tierra

Hasta el siglo XVII, la gente creía que la Tierra era el centro del universo. Incluso cuando científicos como Nicolás Copérnico, Johannes Kepler y Galileo Galilei demostraron de manera inequívoca que la Tierra gira alrededor del Sol, nadie quería aceptarlo, y mucho menos la Iglesia Católica. A sus ojos, esto contradecía la historia de la Creación, y sus inquisidores persiguieron a todo aquel que pensara lo contrario. “La presunción de que el Sol está en el centro y que no gira en torno a la Tierra es una tontería, un absurdo teológicamente infundado y una herejía”, advirtió la Inquisición a Galileo. En 1600 incluso quemaron en la hoguera al erudito italiano Giordano Bruno, y sus obras permanecieron en el Índice de Libros Prohibidos hasta 1966. Había sostenido, correctamente, que el universo es infinito en el tiempo y el espacio y que se compone de innumerables sistemas solares. Al recibir su sentencia, pronunció la célebre réplica: “Tal vez pronuncian esta sentencia en mi contra con mayor temor con que yo la recibo”.

Los malos olores enferman a la gente

Hipócrates fue el médico más famoso del mundo antiguo, pero eso no impidió que formulara algunas ideas equivocadas. Creía que el aire fétido que despide el agua estancada enfermaba a las personas que lo respiraban. Lo llamó miasma, y su opinión fue aceptada hasta el siglo XIX. Por el lado positivo, la teoría del miasma llevó a las autoridades a tratar de desecar los pantanos y limpiar la red de alcantarillas para eliminar el olor. Por el lado negativo, fueron justo esas acciones lo que provocó contagios. Como en 1832, durante la epidemia de cólera en Londres. Cuando murieron los primeros enfermos, las autoridades ordenaron que los desechos y el barro de las alcantarillas se vaciaran en el Támesis. Eso eliminó el mal olor, pero miles de personas perecieron porque la ciudad obtenía el agua potable del río, que había quedado contaminado. El cólera es ocasionado por bacterias, no por olores fétidos, pero pasó mucho tiempo antes de que la gente aceptara este hecho.

Fumar hace bien

El cirujano estadounidense Ian Mac Donald hizo esta afirmación en los años 50. Incluso se llegó a decir que el humo del cigarrillo es eficaz para combatir el mal de Parkinson, aumentar la capacidad intelectual y mejorar la eficiencia en el trabajo. Lo cierto es que el abuso de la nicotina causa la muerte de cinco millones de personas por año en el mundo, y que el tabaquismo provoca entre el 25 y el 30 por ciento de todos los decesos por cáncer.

Artículo anteriorAlzheimer: un mal que nos despoja de todo
Artículo siguienteTips para ver tu piel más linda