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La aventura de Colón

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Antes de 1492 ningún europeo sabía qué había más allá de las Islas Canarias y de las Azores.

El astrónomo griego Piteas, que vivió en el siglo IV antes de Cristo, fue el primero en usar el Sol para determinar la latitud -la distancia al norte o al sur del ecuador- de los lugares que visitaba. En el año 310 antes de Cristo navegó a lo largo de la costa europea desde Cádiz, España, hasta Gran Bretaña.

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Piteas estableció la latitud de su nativa Massilia (la actual Marsella, que era entonces una colonia griega), lo que sirvió al geógrafo y astrónomo Claudio Ptolomeo para trazar un mapamundi en el siglo II después de Cristo. Ptolomeo también se valió del trabajo de Marinus de Tiro, un fenicio del siglo I al que se le ocurrió la idea de trazar una cuadricula en las cartas de navegación.

Cómo descubrió Colón el «Nuevo Mundo»

Antes de 1492 ningún europeo sabía qué había más allá de las Islas Canarias y de las Azores. Cuando Cristóbal Colón emprendió su viaje hacia el oeste, buscaba una ruta por mar hacia Asia Oriental «las Indias». Lo que descubrió fue un continente que ni siquiera los exploradores y geógrafos célebres de Europa imaginaron que existiera, el más tarde llamado «Nuevo Mundo».

Cuando Colón desembarcó en las islas del Caribe creyó haber llegado a la costa oriental de la India, error en el que se mantuvo hasta el día de su muerte. Por esa razón América fue llamada posteriormente las Indias Occidentales, y también por ella los habitantes del continente llegaron a ser conocidos como indios americanos.

Colón nació en 1451 en Génova, Italia, y empezó a navegar a los 14 años de edad; cuando cumplió 30 años era ya un lobo de mar.

Los portugueses del siglo XV también buscaban una ruta por mar a las Indias, pues ya existía un importante comercio terrestre con ellas en especias, joyas y sedas. Pero sus navegantes zarparon hacia el este, rodeando el extremo meridional de África.

Por sus estudios de la literatura antigua y de los pocos libros científicos que había en su tiempo, Colón comenzó a suponer que quizá podía llegarse más rápidamente a la India navegando hacia el oeste. Aún se conservan ejemplares con anotaciones suyas de La descripción del mundo de Marco Polo y de Imago Mundi de Pierre d’Ailly.

En esta última obra, escrita hacia 1410, se relata que según Aristóteles «es poco extenso el mar entre el confín más lejano de España, visto desde el oriente, y el más cercano de la India, visto desde el occidente». Marco Polo afirmó que Japón estaba situado a unos 2.400 kilómetros al este de Catay (China), lo que hizo pensar que estaba mucho más cerca de España de lo que en realidad está. Colón seguramente se confundió con los escritos de d’Ailly y Marco Polo, así como por una afirmación del segundo libro de Esdras, donde se dice que el mundo está formado por seis partes de tierra y una de agua.

Para colmo, hizo sus cálculos en millas italianas, sin darse cuenta de que eran más cortas que las millas árabes usadas en muchos mapas de la época, así que concluyó que las Indias estaban a sólo unas 3.900 millas (6.300 kilómetros) al oeste de las Islas Canarias. Si hubiera usado la medida árabe, sus cálculos no hubiesen sido tan errados: unas 5.200 millas (8.320 kilómetros).

Colón trató de interesar al rey de Portugal, Juan II, para que patrocinara un viaje hacia el oeste, pero el monarca rechazó el plan en 1482. No obstante, 10 años después recibió el apoyo de los reyes de España, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla.

Colón recibió tres carabelas para la travesía: la María Galante, a la que rebautizó como Santa María, y dos de menor tamaño. La Niña -de unas 50 toneladas y solo 20 metros de eslora- y La Pinta, de unas 60 toneladas.

Las tripulaciones eran pequeñas: 40 hombres iban en la Santa María, capitaneada por Colón, 26 en La Pinta y 24 en La Niña. Algunos eran amigos de Colón, pero la mayoría procedía de las aldeas de Andalucía; unos pocos eran presos que recibieron su libertad a condición de emprender el viaje. Martín Alonso Pinzón iba al mando de La Pinta, ayudado por su hermano Francisco, y otro hermano de ellos, Vicente, era el capitán de La Niña.

Los navíos zarparon del pequeño puerto de Palos de la Frontera en el sur de España el 3 de agosto de 1492 con destino a las Islas Canarias, a las que llegaron nueve días después. Como La Pinta perdió el timón, hubo que hacer reparaciones durante más de tres semanas, tiempo que Colón aprovechó para agrandar las velas de La Niña. Por fin el 6 de septiembre, luego de reabastecerse, la flota de nuevo puso rumbo al oeste… hacia lo desconocido.

Con ayuda de la brújula y un cuadrante (para medir la altitud). Colón logró mantener un rumbo más o menos directo hacia el oeste; la velocidad se medía arrojando al mar una viruta de madera cerca de la proa y contando el tiempo que tardaba en llegar a la popa. Es probable que Colón haya llevado relojes de arena, pues eran de uso común en la Europa medieval.

Como transcurrieron tres semanas sin ver rastros de tierra, muchos de los tripulantes se inquietaron, empezaron a murmurar y varias veces amenazaron con amotinarse. Pero en la madrugada del 12 de octubre, más de cinco semanas después de haber salido de las Canarias, por fin divisaron tierra: habían llegado a las Bahamas.

Poco después de amanecer. Colón desembarcó y reclamó la tierra para España llamándola San Salvador. Resultó ser una isla, a la que posteriormente describió en su bitácora como «muy grande y muy plana, con árboles enormes y muchos manantiales, y con un lago muy anchuroso en el centro, sin montaña alguna». En la playa un grupo de nativos jóvenes presenció con curiosidad el desembarco: sólo un poco de pintura cubría sus cuerpos desnudos.

Colón y sus hombres se mostraron muy complacidos con la hospitalidad de la gente y con el encanto de la isla. Pero después de que la Santa María encalló en un arrecife y tuvieron que abandonarla, el genovés tomó el mando de La Niña y emprendió el viaje de regreso a España; desembarcó en Palos el 15 de marzo de 1493, y poco después fue nombrado Almirante de la Mar Océano y Virrey de las Indias.

Cristóbal Colón hizo tres viajes más al Nuevo Mundo. En el penúltimo de ellos consiguió desembarcar en América del Sur, pero en 1500 regresó a España encadenado, acusado de administrar con negligencia las ricas tierras que había descubierto; fue perdonado por los Reyes Católicos pero a partir de entonces perdió su apoyo.

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