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Soluciones prácticas a la vida familiar

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¿Quién no padeció alguno de esos indeseados momentos en que los niños se portan mal, desobedecen o se pelean entre ellos, convirtiendo la convivencia en un conflicto? Estas sugerencias pueden servirte a la hora de enfrentar aquellas complicadas situaciones familiares.

Mis hijos se pelean por los juguetes

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Ayudalos a negociar. Pocas cosas resultan tan exasperantes como escuchar a los niños peleándose por un juguete o por cualquier otra cosa. Aunque tu primera reacción podría ser hacer desaparecer el juguete, hay una mejor forma de restaurar la paz. Aprovechá la situación para enseñarles a tus hijos cómo negociar. El objetivo es que compartan el juguete o lo que sea que provocó la pelea. Guialos para llegar a un acuerdo, pero dejá que lo resuelvan solos. Proponé posibles soluciones, como “Martín puede usar el juguete a la mañana y Pablo a la tarde”. Enseñales que cada disyuntiva puede convertirse en un pacto para hacer ambas cosas. Y asegurate de que comprendan que compartir un juguete no significa perderlo para siempre.

 

Mis hijos se pelean todo el tiempo

 

Establecé una tregua cuando sea necesario. El hecho de que los hermanos guarden un parentesco no significa que sean compatibles obligatoriamente. Las peleas y discusiones son una parte normal de la crianza entre hermanos. Éstas son algunas maneras de mantener las peleas a raya:

 

Establecé límites claros y firmes sobre el comportamiento inaceptable —no pegar, no gritar, no arrojar cosas— y hacelos cumplir.

Ofreceles una distracción. Poné música y decí a los niños que es hora de bailar. O invitá a un amigo de cada uno de los peleadores.

Intentá no involucrarte demasiado en el motivo del desacuerdo. Alentá a los niños a que lo resuelvan solos.

Si la pelea se sale de control, hacé que cada uno de los niños se tome un tiempo en lugares separados.

Empleá la reafirmación positiva. Elogiá a tus hijos cuando se llevan bien.

 

Mi hijo rehúye las actividades grupales

 

Hacé que el niño participe indirectamente. No todos los niños se adaptan fácilmente a las condiciones grupales. Entonces, ¿qué se puede hacer si tu hijo o un niño por el que sos responsable (una visita, por ejemplo) se niega a participar en juegos grupales? Una alternativa es hacer que el pequeño se involucre sin participar realmente del juego. Si se trata de un juego deportivo, por ejemplo, pedile al niño que lleve la puntuación, sea el árbitro o ayude a decidir en el caso de desacuerdos. Esto le permitirá participar de los resultados y podría alentarlo a intentar jugar la próxima vez.

 

Un bravucón atormenta a mi hijo

 

Pedí el apoyo de un amigo. Las investigaciones demuestran que una de las mejores maneras de lidiar con un bravucón es contar con un amigo. No es necesario que el amigo sea fornido o esté entrenado en artes marciales. A menudo, el simple hecho de tener a alguien alrededor sirve de ayuda. Hacé que tu hijo permanezca junto a un amigo en el micro escolar, en el recreo o en cualquier otra parte donde se produzca el acoso. Cuando no sea posible, tu hijo debería contar con las respuestas apropiadas para desarmar al niño molesto. Éstas son varias medidas que tu hijo puede adoptar:

 

Ignorar al bravucón y alejarse.

Imponerse sin agredir, decirle a quien lo molesta que se detenga.

Informar sobre el acoso a un adulto.

 

Hacele notar a tu hijo que el asunto podría empeorar si se desespera, llora, se venga o le demuestra al otro niño que está asustado o nervioso. Asegurate de que tu hijo no se culpe por el acoso: el problema es de quien lo molesta, no suyo.

 

Mi hijo no come

 

Hacé que la comida sea divertida. Probablemente, esta amenaza sea tan vieja como la civilización misma: “No te levantarás de la mesa hasta que termines el plato”. Afortunadamente, existen mejores métodos para lograr que los niños coman. Éstos son algunos de ellos:

 

Involucrá a tus hijos en la planificación del menú y la preparación de los alimentos.

Presentá a tus hijos alimentos cortados en formas llamativas o que sean atractivos visualmente por algún otro motivo.

Cambiá el orden de las comidas: galletas para la cena, una hamburguesa para el desayuno. Cuando las comidas son sorprendentes y divertidas, los niños comen mejor.

Negociá. Nada de segundos platos de las comidas favoritas —por ejemplo, fideos— hasta que no hayan probado un poco de zapallo.

Alentá a tu hijo a que al menos pruebe una comida nueva o rechazada, pero no insistas en que termine un plato que no le gusta. Verte a vos comer y disfrutar una comida que él rechaza podría despertar su interés.

Relajate y no conviertas la mesa en un campo de batalla. Mientras los niños estén saludables, las variaciones en la ingesta de comida no constituyen motivo de alarma. Ofrecé una variedad de opciones nutritivas y permití que tus hijos desarrollen sus propios gustos y preferencias.

 

Necesito que mis hijos recojan sus propias cosas

 

Convertí el orden en una tarea obligatoria. Los niños son especialistas en desordenar, pero no son muy buenos para revertir el revuelo. Éstas son algunas sugerencias:

 

La rutina de cualquier niño debería incluir una tarea habitual del hogar apropiada a su edad y capacidad. Dejá en claro a tus hijos que, por ejemplo, ordenar los juguetes es un requisito, no una opción.

Elogiá a tus niños cuando hacen las cosas bien; recordales sus obligaciones y procurá persuadirlos cuando no lo hacen.

Si tus hijos de todos modos se resisten a recoger sus cosas, una buena amenaza cada tanto no provocará daños irreversibles. Deciles que si no limpian de inmediato, tomarás tres de los objetos tirados en el piso y los donarás a la iglesia. (Preparate para seguir el juego).

Si tenés dos o más hijos, organizá un concurso de limpieza. El que limpie mejor o más rápido gana un premio.

 

Lograr que mis hijos se duerman es un desafío

 

Seguí una rutina a la hora de acostarse. En ocasiones, irse a dormir puede ser la parte más dura en el día de un niño (para vos, como padre). Éstas son algunas maneras de acelerar el proceso:

 

Establecé una rutina para irse a dormir —con tiempos establecidos para bañarse, cepillarse los dientes, ponerse el pijama, leer un cuento y cosas por el estilo— y respetala. Avisales a tus hijos un rato antes para que puedan terminar lo que estén haciendo antes de comenzar a prepararse para ir a dormir.

Esta táctica funciona especialmente bien con bebés, pero es buena para los niños pequeños también: llevá a tu hijo al auto, poné música clásica tranquilizante y hacé un pequeño recorrido por la zona. El movimiento del auto, la oscuridad de la noche y la música apaciguante probablemente harán que el niño se duerma.

Si los niños están excitados, es casi imposible hacer que se queden quietos. Convertí este aspecto negativo en uno positivo, organizando un breve juego de mancha en la casa. Después de diez o veinte minutos, todos estarán exhaustos de correr.

Los niños pueden ser muy creativos cuando se trata de evitar ir a la cama. No cedas. Lo correcto es que se queden en la cama y duerman.

 

Ir al supermercado con mis hijos es un verdadero suplicio

 

Mantenelos ocupados y hacelos participar. Los niños y las compras suelen formar una combinación poco feliz. Pero hay maneras de que la experiencia sea menos exasperante para vos:

Evitá hacer las compras con tus hijos cuando están cansados, hambrientos o no se sienten bien.

Mantené a los niños ocupados y distraídos. Llevá juguetes y libros y asegurate de interactuar con ellos.

Para un niño puede ser frustrante observarte tomar un elemento tras otro de la lista mientras rechazás todos sus pedidos. En lugar de negarse cada vez que tu hijo pida algo, decile: “Agreguémoslo a la lista”. Cuando hayas terminado de hacer las compras, volvé a leer los elementos de la lista de tu hijo y dejalo llevar uno o dos.

 

Los lloriqueos de mi hijo me enloquecen

 

La tercera es la vencida. Tu hijo te pide algo —por ejemplo, una golosina en la caja del supermercado o mirar televisión durante media hora más— y vos decís que no. Entonces te sigue preguntando, una y otra vez, hasta llegar al momento mágico en el que vos cedas o pierdas la paciencia. Bueno, ésta es la sencilla solución (también respaldada por estudios): la próxima vez que sus hijos te pidan algo, como golosinas, y la respuesta sea no, decí no. Si lloriquean o siguen pidiendo la golosina, esperá cinco segundos y advertilos diciendo, por ejemplo, “Una pregunta más y te pongo en penitencia” (o mencioná el castigo apropiado). La tercera vez, mantenete firme. ¡Seguí esta simple rutina y lograrás imponerte!

 

Mi hijo tuvo un mal día

 

Escuchá y demostrá empatía. Cuando los niños vuelven del colegio o de la plaza quejándose de que han pasado un mal día porque, por ejemplo, tuvieron una pelea o perdieron su juguete favorito, los padres tienden a restar importancia al incidente y a solucionar el problema. Estas respuestas pueden parecerles insensibles a los niños e incluso podrían hacer que dejen de confiarte sus cosas en el futuro. Es probable que lo que realmente necesiten es sentir que los comprenden. Una buena forma de mostrar empatía es a través de una técnica llamada escucha reflexiva, que implica repetir suavemente lo que su hijo está diciéndole. Esto hará que el niño sienta que realmente está escuchando y compartiendo su experiencia emocional.

 

Mi hijo no duerme por miedo a la oscuridad

 

Encendé un velador y consolá a tu hijo. ¿Qué niño no le teme a la oscuridad en algún momento? Los veladores o lámparas de escritorio son útiles algunas veces, pero no siempre, especialmente, si tu hijo sufre de pesadillas vívidas. A menudo, después de un mal sueño, los niños quieren dormir en la cama de sus padres. Para el bien de tu hijo y el tuyo propio, no lo permitas. Llevá a tu hijo de vuelta a su dormitorio, sentate un rato con él y, si es de ayuda, acariciale la espalda o cantá una canción. Creá un ritual tranquilizador. Pero no te extiendas demasiado. El objetivo es que tu hijo supere sus miedos por sí mismo.

 

Se perdió el juguete favorito de mi hijo

 

No se perdió: ha partido hacia una aventura. Perder su juguete o muñeco de peluche favorito puede ser terrible para un niño. Para detener las lágrimas, probá con la estrategia de la película Toy Story: decile a tu hijo que el juguete se fue a vivir una aventura, como los juguetes del filme. Incluso podés llevar las cosas a un nivel superior enviando cartas o mensajes de correo electrónico de parte del juguete a tu hijo. Cuando el juguete finalmente aparezca, prepará todo para que sea tu hijo quien lo encuentre.

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