Las comidas proporcionan a los astronautas 3.000 calorías por día.
La mesa está servida
Hay gran variedad de alimentos para los astronautas del transbordador, y se cuida mucho que su aspecto y su olor sean apetitosos. Las comidas proporcionan a los astronautas un promedio de 3.000 calorías por día, cifra que parece elevada para quien vive en un ambiente cerrado y sin gravedad. Pero los astronautas consumen gran cantidad de energía al hacer las cosas más simples. Por ejemplo, si quieren dar vuelta a una manivela, deben girar también todo el cuerpo; si se inclinan para atarse los zapatos, tienen que dar un salto mortal hacia adelante. Hacer las cosas habituales en forma inusitada consume las calorías excedentes. La alimentación espacial está balanceada en forma diferente de la alimentación terrestre, pues es necesario compensar las transformaciones que ocurren en el cuerpo durante el vuelo. Los cambios fisiológicos comienzan tan pronto como los astronautas llegan al espacio, y se perciben claramente apenas una semana después. Entre las modificaciones más serias figura la pérdida de calcio, que reduce marcadamente el volumen y la fuerza de los huesos. También se pierden glóbulos rojos en forma progresiva. Los músculos cardiacos, sin la resistencia que representa la gravedad, comienzan a atrofiarse. Lo mismo sucede con los músculos de las piernas, pues cuando se está en órbita es imposible caminar como en la Tierra, ya que no hay nada que permita mantener los pies hacia abajo. Una dieta rica en minerales puede reducir la intensidad de esos efectos, pero no en la medida que quisieran los médicos. El ejercicio también ayuda a reducir la atrofia muscular y reviste vital importancia en los vuelos muy largos como la misión de 6 a 12 meses de los cosmonautas rusos en las estaciones espaciales Salyut y Mir.
Cultivos a bordo
No se conoce el límite de la resistencia humana en el espacio. Si los astronautas pudieran soportar dos años o más de ingravidez continua, entonces el sueño de la humanidad de visitar otros planetas podría ser realidad en las primeras décadas del próximo siglo. Estadounidenses y soviéticos hacen planes provisionales para enviar una misión tripulada a Marte, en la que el viaje de regreso tomaría dos años. Alimentar a la tripulación en tal vuelo constituye un problema mayúsculo. Una solución sería producir los alimentos en invernaderos a bordo, lo cual además ayudaría a aliviar el tedio de un vuelo tan prolongado.