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El límite de la longevidad

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¿Estamos programados para envejecer y morir llegado el momento?

El límite de la longevidad 

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Hace unos años, los periódicos propalaron la noticia de que en algunos remotos lugares había gente que llegaba a vivir 150 años; al investigar tales informes se comprobó que no era así. Aunque efectivamente se han confirmado casos de personas que rondaron los 115 años, pocos son los que sobreviven más de 85. Todo esto parece indicar que estamos programados para envejecer y morir llegado el momento; probablemente los genes (las estructuras celulares que gobiernan la herencia) lleven instrucciones para dejar de trabajar después de cierto tiempo. Los científicos han encontrado que en el laboratorio las células dejan de reproducirse después de haberse dividido determinado número de veces y van deteriorándose gradualmente.

Pero, ¿no ha logrado ya la ciencia médica prolongar la vida humana demostrando así que es el medio ambiente, y no la herencia, el que determina la longevidad? Realmente no. El límite superior comúnmente marcado alrededor de los 85 años ha sido el mismo a través de los siglos. Los avances de la ciencia han logrado elevar la esperanza de vida promedio, pero no prolongar el lapso máximo de vida. Es decir, los niños que nacen ahora tienen mayor oportunidad que los de antes de sobrevivir a la infancia y superar accidentes e infecciones, pero no tienen más probabilidades que antaño de vivir más de 85 años.

¿Para qué llevar una vida sana si los genes controlan el envejecimiento?

Aunque una persona tenga tendencia hereditaria a la longevidad, un accidente, una enfermedad o cualquier otro factor ambiental puede impedir que ese potencial llegue a ser un hecho. Se puede acortar la vida si se fuma, no se controla la hipertensión y se comen alimentos que aumentan el nivel de colesterol en la sangre; en cambio, se pueden aumentar las probabilidades de llegar a los límites marcados por la herencia si se mantiene el peso adecuado, se hace suficiente ejercicio y, en general, se lleva una vida sana. Podemos controlar, hasta cierto punto, el plazo de vida que nos ha sido asignado genéticamente, o intentar por lo menos no envejecer tan rápidamente.

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