En el mundo occidental, casi todos saben a que? signo del zodi?aco pertenecen, aun cuando crean que es una tonteri?a pensar que nacer en cierto momento otorga determinadas caracteri?sticas a la personalidad. Pero, entonces, ¿co?mo se extendio? esta creencia?
En 1988, se revelo? que Nancy Reagan, primera dama de Estados Unidos, consultaba a una astro?loga con regularidad. Esta costumbre se habi?a originado en el intento de asesinato del presidente Ronald Reagan en marzo de 1981, a rai?z del cual la sen?ora Reagan recurrio? a la astro?loga Joan Quigley para que la aconsejara. Su objetivo era planear cada movimiento del presidente, a fin de minimizar los riesgos y aprovechar las fechas auspiciosas.
En la prensa se desato? una tormenta. Barrett Seaman escribio? en la revista Time: “Esto va ma?s alla? de una encantadora excentricidad compartida con los 50 millones de estadounidenses que, por curiosidad o muy en serio, prestan atencio?n a la alineacio?n de los astros para guiarse. (…) La confianza de la Primera Dama en las decisiones de la astro?loga causo? estragos en la agenda de su marido. En ciertos momentos, el hombre ma?s poderoso del mundo estaba preso en la Casa Blanca”.
Hoy en di?a, los horo?scopos ma?s conocidos son las predicciones diarias, semanales, mensuales o anuales que se basan en el signo solar. Cuando se publican en los medios de comunicacio?n, los astro?logos serios las consideran ridi?culas; y aunque millones de personas reconocen que las leen, muy pocos (so?lo un 5 % segu?n una encuesta brita?nica reciente) admiten tomarlas en serio.
Un verdadero horo?scopo es un diagrama que muestra las posiciones relativas del Sol, la Luna, las estrellas y los planetas, ubicados como si la Tierra fuese el centro del sistema solar. Para cada individuo, esas posiciones se refieren al momento y lugar exactos de nacimiento. El astro?logo puede hacer predicciones sobre la base de la posicio?n de los planetas en relacio?n con el zodi?aco, una franja del cielo dividida en doce sectores, cada uno de los cuales representa el paso del Sol respecto de una constelacio?n fija.
Adivinaciones antiguas
La astrologi?a es una de las formas ma?s viejas de adivinacio?n. Los pueblos antiguos se vali?an de la posicio?n de las estrellas, el Sol, la Luna y los planetas para predecir sucesos como guerras o hambrunas. Esa pra?ctica se conoci?a como “astrologi?a prosaica” y no teni?a en cuenta los destinos personales, excepto para personas de alto rango, como los reyes y guerreros. Los primeros astro?nomos fueron los sacerdotes de Caldea, en Babilonia, actual territorio de Iraq.
Los textos astrolo?gicos ma?s antiguos datan del siglo XVIII a. C. y contienen declaraciones de este tipo: “Si el cielo brilla cuando aparece la Luna nueva y se lo saluda con exclamaciones de alegri?a, sera? un buen an?o”. El saber que teni?an los babilonios del universo era limitado. Cada uno de los cinco planetas que conoci?an (Ju?piter, Venus, Saturno, Mercurio y Marte) se correspondi?a con una deidad, y los movimientos del planeta denotaban la actividad del dios o la diosa. Los babilonios introdujeron el concepto de las ruedas astrolo?gicas –grandes franjas de constelaciones visibles en el cielo nocturno–, que aparecen y se ocultan a medida que avanza la noche. Esas ruedas son el fundamento de la idea ma?s sofisticada de los signos del zodi?aco.
Los egipcios, mediante ca?lculos matema?ticos detallados, llevaban a cabo sus observaciones sobre la base de calendarios precisos. Al farao?n Ramse?s II, del siglo XIII a. C., le corresponde el me?rito de haber fijado los signos cardinales de Aries, Libra, Ca?ncer y Capricornio como puntos clave del firmamento. En la antigua Grecia, las constelaciones se vincularon a los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua.
E?se fue uno de los principios fundamentales que establecio? en el siglo II a. C. el astro?nomo y geo?grafo griego Ptolomeo, en su Tetrabiblos (“cuatro libros”), el primer manual de astrologi?a. El autor definio? tres signos de fuego: Aries, Leo y Sagitario; tres de tierra: Tauro, Virgo y Capricornio; tres de aire: Ge?minis, Libra y Acuario, y tres de agua: Ca?ncer, Escorpio y Piscis. La obra de Ptolomeo es au?n hoy la base de la astrologi?a occidental, aunque se la refino? mucho con el descubrimiento de nuevos planetas (Urano en 1781, Neptuno en 1846 y Pluto?n en 1930) y con el trabajo de astro?logos posteriores.
En la antigua Roma habi?a astro?logos profesionales muy activos, que quiza?s hayan sido los responsables de refinar la nocio?n del “sistema de casas”, segu?n lo documento? cerca del an?o 20 de nuestra era el poeta y astro?logo romano Marcus Manilius en su obra Astronómica. Cada una de las doce casas, que se pueden representar como sectores circulares dentro del anillo del zodi?aco, esta? regida por un signo zodiacal. Cada casa representa un aspecto de la vida. Dado que el an?o zodiacal comienza el 21 de marzo, en la vi?spera del equinoccio vernal (de primavera para el hemisferio norte), la primera casa es la casa de uno mismo, regida por Aries (20 de marzo al 19 de abril) y el planeta Marte; la segunda casa es la casa de las posesiones, regida por Tauro y el planeta Venus, y asi? sucesivamente.
Sistemas chinos
En la antigua China, la astrologi?a, la astronomi?a y la religio?n iban de la mano. Se consideraba que los sacerdotes taoi?stas eran los adivinadores ma?s calificados. Alrededor del 200 a. C., las obligaciones del astro?logo imperial estaban definidas con claridad: “Elabora prono?sticos de acuerdo con los doce an?os del ciclo del bien y el mal de Ju?piter para el mundo terrestre” y “sobre la base de los colores de las cinco clases de nubes, determina el advenimiento de inundaciones o sequi?as, abundancia o hambruna”.
Existi?an puntos en comu?n entre la astronomi?a china temprana y las ensen?anzas heleni?sticas, pero habi?a tambie?n diferencias significativas. La astrologi?a china se centra en el recorrido de la vida de una persona y en los sucesos bene?ficos o desfavorables que le pueden ocurrir.
Adema?s, tiene una visio?n de la vida humana en te?rminos de equilibrio entre elementos y signos, y entre el yin y el yang, las formas opuestas de energi?a o chi.
Los astro?logos chinos reconoci?an cinco elementos: metal, agua, madera, fuego y tierra. La idea de que cada signo del zodi?aco se relaciona con un animal aparece en muchas leyendas. Una versio?n muy popular dice que Buda invito? a todos los animales a un festejo de An?o Nuevo, pero so?lo asistieron doce: la rata, el bu?falo, el tigre, el conejo, el drago?n, la serpiente, el caballo, la oveja, el mono, el gallo, el perro y el cerdo. Por ese motivo, Buda le dio a cada an?o el nombre de un animal, segu?n su orden de llegada. Ahora, cada an?o de ese ciclo de doce an?os tiene un animal simbo?lico, y se dice que sus caracteri?sticas influyen en los eventos mundiales, asi? como en la personalidad y el destino de todo y todos los que nacen ese an?o.
La medicina y la astrologi?a
Desde siempre, la astrologi?a se asocio? con la medicina; cada planeta o astro “rige” los distintos sistemas y o?rganos del cuerpo humano, y las enfermedades. El me?dico griego Hipo?crates crei?a que un me?dico sin conocimientos de astrologi?a deberi?a “llamarse tonto antes que me?dico”. A mediados del siglo XVII, el herborista ingle?s Nicholas Culpeper opinaba que un tratamiento que se realizaba sin emplear la astrologi?a era como “una la?mpara sin aceite”.
A medida que avanzo? la astronomi?a durante el Renacimiento, y los trabajos de Galileo y Cope?rnico llevaron a la aceptacio?n de la idea de que la Tierra gira alrededor del Sol, el intere?s por la astrologi?a comenzo? a decaer, al menos entre la gente instruida. Pero el astro?nomo dane?s Tycho Brahe, que catalogo? las estrellas y formulo? leyes de movimiento planetario, llevaba diarios astrolo?gicos y era el consultor de la realeza en temas astrolo?gicos. “La astrologi?a –deci?a– no es ninguna ciencia engan?osa cuando se la mantiene dentro de sus li?mites y no se somete al abuso de la gente ignorante”. Su disci?pulo Johannes Kepler, que trazo? y midio? las o?rbitas de los planetas, descubrio? que la compilacio?n de predicciones astrolo?gicas era un medio justificado para aumentar sus ingresos.
Prono?stico diario
A lo largo de los siglos, la astrologi?a fue sistema?ticamente vedada por la Iglesia, y para el siglo XVIII se la desacreditaba como un culto ma?gico. So?lo en el siglo XX se renovo? el intere?s por la astrologi?a.
En los an?os previos a la Primera Guerra Mundial, bajo el seudo?nimo de “Sepharial”, el astro?logo ingle?s Walter Gorn Old escribi?a una columna habitual en el perio?dico The Star. A menudo, predeci?a con e?xito los cambios de precios en el mercado de bienes de consumo. Pero pasaron casi veinte an?os antes de que los horo?scopos realmente llegaran a la conciencia del pu?blico.
El 21 de agosto de 1930, nacio? la princesa Margarita, y el editor del Sunday Express, John Gordon, pidio? una resen?a astrolo?gica sobre la beba real para publicar en su edicio?n del 24 de agosto. R. H. Naylor pronostico? que su vida estari?a “llena de acontecimientos” y predijo que “sucesos de tremenda importancia para la familia real y para la nacio?n ocurriri?an alrededor de su se?ptimo an?o” (el an?o de la abdicacio?n de Eduardo VIII). En 1933, en la columna “Planes segu?n los planetas”, The People publicaba horo?scopos de Edward Lyndoe. Hacia 1940, los perio?dicos dominicales de circulacio?n masiva y las revistas femeninas habi?an seguido este ejemplo; los horo?scopos personales se publicaban en perio?dicos de todo el mundo.
Apoyo de un peso pesado
Durante el siglo XX la astrologi?a tambie?n fue objeto de estudios ma?s serios. El psicoanalista suizo Carl Gustav Jung, entre otros, otorgo? credibilidad al significado de los si?mbolos astrolo?gicos. Tambie?n llevo? a cabo experimentos sobre los aspectos matema?ticos de los horo?scopos y co?mo afectaban las relaciones positivas dentro del matrimonio.
Despue?s de comparar los signos natales de parejas felizmente casadas y de aquellos que se habi?an divorciado, Jung concluyo? que las parejas bien armonizadas en te?rminos astrolo?gicos teni?an ma?s posibilidades de disfrutar una felicidad duradera.
En la de?cada de 1960, Michel Gauquelin, matema?tico france?s, investigo? la exactitud de las predicciones astrolo?gicas. Afirmo? que habi?a encontrado conexiones concretas entre el signo astrolo?gico y la profesio?n de gran cantidad de personas de quienes teni?a datos exactos del nacimiento.
El apoyo impli?cito a la astrologi?a por parte de figuras tan relevantes contribuyo? a acercarla a las corrientes dominantes. Adema?s de consultar su horo?scopo en el diario, cada vez ma?s gente recurri?a a perfiles astrolo?gicos detallados, realizados para predecir co?mo resultari?a su vida; o, como el matrimonio Reagan, para organizar sus actividades.
A pesar de su increi?ble popularidad, la astrologi?a es desacreditada por la ciencia au?n hoy. Los esce?pticos creen que su atractivo reside en que aceptamos enunciados imprecisos y de amplia aplicacio?n, los que de buena gana adaptamos a nuestro propio caso. El deseo de encontrar explicaciones sencillas y de por que? las cosas son como son o tambie?n por que? tenemos un determinado trabajo, asi? como consejos sobre los mejores candidatos para el matrimonio, alimenta una industria que, al parecer, es imparable.