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Hierba mala nunca muere

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Las malas hierbas son plantas que crecen donde no se desea. Son capaces de desarrollarse muy fácilmente.

Los crisantemos y los tomates son especies cultivadas con esmero por jardineros y horticultores; pero una planta de tomate que crezca en un sembrado de zanahorias o un crisantemo que brote entre las petunias pueden, en estas circunstancias, considerarse mala hierba. Las malas hierbas son plantas que crecen donde no se desea.

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Antes de ser «domesticadas», todas nuestras plantas de cultivo y ornamentales eran, en realidad, malas hierbas. Es curioso que muchas de ellas sean hoy incapaces de volver al estado silvestre y vivir de manera independiente ante la dura competencia de las que ahora llamamos malas hierbas. Las malas hierbas suelen ser oportunistas, resistentes y vigorosas, capaces de desarrollarse prolíficamente en las más diversas condiciones. (Las plantas especializadas, con necesidades rigurosas como tierra rica y húmeda y abundancia de sombra, rara vez se vuelven malas hierbas).

En los lugares abandonados, como predios, terrenos baldíos y a los lados de las carreteras, se ven con mucha frecuencia malas hierbas. Otra característica general de estas plantas es su capacidad de producir gran cantidad de semillas y colonizar rápidamente los lugares no ocupados. Las semillas de algunas tienen penachos plumosos con los que flotan en el aire (por ejemplo, los cardos y los dientes de león); otras poseen estructuras para fijarse a los animales, como espinas, barbas o adhesivos.

También tienen una sorprendente capacidad para multiplicarse vegetativamente: año tras año, las malas hierbas perennes brotan de sus raíces y tallos subterráneos, y persisten aunque las partes aéreas se corten.

¿Por qué prosperan?

Igual que sucede con los animales, cuando se lleva una planta a otro lugar donde no existe esa especie y carece de enemigos naturales que restrinjan su multiplicación, suele producirse una «explosión» de la población. La mayoría de las malas hierbas se ha introducido accidentalmente: sus semillas han llegado mezcladas con cualquier carga o transportadas de alguna otra forma. Pero algunas plantas se han llevado intencionadamente y se convierten en malas hierbas fuera de control cuando se tornan silvestres. El lampazo o bardana, por ejemplo, fue llevado a América del Norte por colonos que apreciaban sus raíces como hortaliza. La planta ya no se usa para alimento, pero ha prosperado como mala hierba y se ha extendido de costa a costa. Lo mismo sucedió con el nopal americano (tuna); se plantó en grandes zonas de Australia como seto vivo, pero este agresivo cacto avanzó por su cuenta y en poco tiempo se convirtió en una verdadera plaga. Se consiguió controlarlo introduciendo en Australia los insectos que son sus enemigos naturales en Norteamérica.

¿Cuáles son las malas hierbas acuáticas?

Las algas son el primer eslabón de la cadena alimenticia acuática, pero cuando se multiplican en exceso pueden agotar las reservas de oxígeno del agua y provocar la muerte de los animales que viven en ella. En este caso, las algas pueden considerarse como «malas hierbas». Igualmente molestas pueden resultar las plantas con flores que entorpecen las vías de navegación e impiden la pesca. El jacinto acuático, especie sudamericana, se propagó en Estados Unidos cuando se arrojaron a un río del Sur unas cuantas plantas importadas para adornar el estanque de un jardín. Esta especie, que a algunos les resulta atractiva por su espiga de vistosas flores purpúreas, se ha extendido por gran parte del sureste de América del Norte.

¿Son perjudiciales todas las malas hierbas?

En cierto sentido, no existen las malas hierbas; podría decirse que se trata de plantas sin valor, pero incluso eso no sería cierto, pues todas ellas tienen alguna característica que las salva. Los espesos matorrales de malas hierbas impiden la erosión del suelo y sus sistemas radiculares fuertes y extensos aflojan la tierra excesivamente apelmazada. Las hierbas con raíces profundas traen a la superficie sales minerales, entre ellas las que contienen elementos raros, que quedan a disposición de las demás plantas. Hay algunas malas hierbas de las que se extraen medicamentos, colorantes y otros productos útiles; en otros casos, la planta entera es medicinal. Aunque dependemos menos de ellas para alimentarnos que los animales silvestres, también comemos malas hierbas como el berro, la achicoria y el diente de león. Además, pueden ser plantas atractivas con un delicado follaje, frutos agradables y flores vistosas y coloridas.

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