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Fraude animal

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No solo los cuclillos invaden nidos vecinos. 

Fraude animal 

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Algunas especies han aprendido a reconocer y combatir la invasión del cuclillo, por lo que la continuidad de esta especie es una incógnita. La respuesta parece ser que el engaño es lo suficientemente bueno y no despierta gran suspicacia. Si un anfitrión que sospecha que uno de los huevos del nido no es suyo lo destruye, puede estar destruyendo su propia especie.

Cuando hay muchos cuclillos en el área poniendo sus huevos, los pájaros que destruyen los huevos sospechosos tienen la ventaja; pero si los cuclillos se alejan, las aves con las mejores defensas sufren más, porque pueden estar destruyendo sus propios huevos por equivocación.

Buenos vecinos en la aridez australiana

Los cuclillos no son los únicos que ponen sus huevos en los nidos de otros. Muchas aves depositan sus huevos en nidos de pájaros de su propia especie para no criar a sus hijos. Como los huevos son casi idénticos a los originales, hay pocas probabilidades de que sean detectados por los verdaderos propietarios.

En colonias de pinzones cebra de las llanuras áridas de Australia, se ha descubierto que una tercera parte de los nidos contienen por lo menos un huevo que no fue puesto por la dueña del nido. Además de eludir la responsabilidad de la crianza, esta hembra tiene otra ventaja: poniendo huevos en otros nidos puede producir más vástagos que si hiciera su propio nido. Sin embargo, debe moverse con rapidez y discreción si no quiere que la dueña del nido detecte su huevo y lo destruya. Hasta el momento, no se ha visto a ninguna hembra de pinzón cebra poniendo huevos en otros nidos que no sean los suyos, pero las pruebas de ADN realizadas con huevos de pinzones demuestran sin lugar a dudas que el fraude se lleva a cabo. Parece entonces que, para las hembras de pinzón cebra que crían a sus propios hijos, el hecho de poner unos cuantos huevos en el nido del vecino es como agregarle un poco más de merengue al pastel genético.

Un intruso que salva la vida de los polluelos propios

Otra ave que deja sus hijos al cuidado de terceros es el molotro, habitante de algunos países de América Central. Su víctima favorita es la oropéndola zaina, que construye hermosos nidos colgantes en la copa de los árboles. El molotro, sin embargo, a diferencia del furtivo cuclillo es muy bravucón y capaz de echar al futuro anfitrión del nido para poner su huevo.

Ello es tolerado porque a la oropéndola le conviene la invasión del molotro, pues sus vástagos son parasitados por moscardones (las larvas atraviesan la piel de las crías para alimentarse de sus tejidos). Aunque un polluelo puede soportar cierta cantidad de parásitos, a la postre es debilitado y gran cantidad de parásitos pueden matarlo.

La cría de un molotro es un espécimen más fuerte. Una oropéndola recién nacida es un ser indefenso, pero un molotro nace en estado avanzado y puede tragarse los moscardones que entran en el nido y destruirlos antes de que pongan sus huevos. De esta manera protege a los polluelos de la oropéndola y permite que sobrevivan muchos de ellos. En otras circunstancias, la supervivencia sería más difícil.

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