Algunas frases que solemos repetir tienen un origen remoto.
Las palabras y su historia
Sangre azul. Es un término de origen español que se aplica a una persona que ha nacido en una familia noble o de abolengo. Los castellanos de piel clara, descendientes de una estirpe de aristócratas, se decían de sangre azul para distinguirse de sus vasallos de tez más oscura, cuya sangre estaba mezclada con la de los moros. Si el color azul de las venas resaltaba más en los nobles castellanos era simplemente porque tenían la piel más blanca.
Arteria. Es un vaso que lleva sangre del corazón al resto del organismo. La palabra procede del griego y significa conducto de aire, porque los antiguos griegos al estudiar la anatomía en los cadáveres encontraban las arterias vacías, y supusieron que eran conductos para la circulación del aire.
A sangre fría. Significa tomar una decisión deliberada basada sólo en la razón. En cambio, se dice que es de sangre ardiente una persona que se deja llevar por sus emociones. Estos términos probablemente se deben a una antigua creencia que atribuía a la sangre el dominio de las emociones.
Hermanos de sangre. Se dice de dos personas que han sellado un pacto mezclando sus sangres. Entre algunos pueblos esta relación es tan estrecha como el parentesco directo.
Sangre de atole. Se usa en México para describir a una persona tranquila, que no se inmuta por nada; en España se emplea el término sangre de horchata.
