Cada especie tiene sus propios secretos en cuanto al cuidado de las crías.
Riscos seguros
Algunas veces el terreno ofrece a los animales la oportunidad de cuidar a sus hijos de una manera poco común. En el valle EinAvdat del desierto de Negev, Israel, las crías del íbice se mueven inquietamente en el borde del precipicio, para llamar la atención. De vez en cuando, la hembra deja de comer y baja a la «guardería». Este recorrido concluye con un salto de 1 m por encima de una escarpada pendiente de unos 12 metros.
Las crías se aglomeran y tratan de mamar los pezones de la madre. Ella las observa con cuidado en busca de su hijo. Solo cuando está segura de que se trata de él, mamá íbice lo amamanta. Las hienas y otros depredadores no pueden llegar a esta guardería, ubicada en un risco, donde la madre dejó a su hijo cuando tenía pocas semanas de nacido. Pasarán varias semanas antes de que la cría sea fuerte para saltar y hacer su propia vida.
El compañerismo en el cuidado de los hijos
En cualquier manada de leones, la mayoría de las hembras son parientes, debido a que solo en circunstancias excepcionales abandonan la manada en la que nacieron. Una leona que amamanta a cuatro cachorros puede estar alimentando a los hijos de cuatro distintas madres. Probablemente, la razón de este comportamiento altruista es que, amamantando a sus jóvenes parientes, la hembra siente que ayuda a criar individuos que son parte de su familia, y que tienen algunos de sus mismos rasgos.
Las leonas no son los únicos animales a los que parece no importarles cuidar hijos ajenos. Los coatí (parientes de los mapaches), por ejemplo, viven en grupos de hembras en América del Sur, y comparten las labores maternales. Los carpinchos o capibaras, que pastan en las praderas que hay desde Panamá hasta Paraguay, mantienen sus camadas, que están compuestas por hasta ocho crías, en una «guardería comunitaria». Las hembras de esta especie amamantan a cualquier cría que necesite leche.
Una madre elefante permite, con frecuencia, que otras hembras de la manada cuiden a su hijo. Por lo general, son las jóvenes las que realizan la labor de nodrizas, quizás porque es un modo de aprender a cuidar bebés y mantenerlos alejados de los peligros. Esta experiencia les será de utilidad cuando tengan a sus propias crías.
Algunas aves ocupan «niñeras». Por ejemplo, las 25 especies de abejaruco que viven en las regiones tropicales y subtropicales del Viejo Mundo se reproducen en grandes colonias y hacen nidos en los bancos de arena. En la mitad de los nidos, los polluelos son alimentados por uno o más asistentes.