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¿Cómo se miden las distancias astronómicas?

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Podemos definir una distancia como el tiempo que tarda la luz de una estrella en llegar a nosotros.

Al alzar la vista hacia el firmamento nocturno, durante los últimos meses del año, en el Hemisferio Norte podemos ver un parche de débil luz en la constelación de Andrómeda. Esta tenue mancha en realidad es un enorme conjunto de estrellas: la galaxia de Andrómeda. Es el objeto más distante visible a simple vista; su luz tarda 2,2 millones de años en llegar a nosotros.

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Las distancias espaciales se expresan en términos de lo más rápido que existe en el universo: la velocidad de la luz. Un rayo de luz recorre 9.461.000.000.000 km en un año, de modo que podemos definir una distancia como el tiempo que tarda la luz de una estrella u otro cuerpo celeste en llegar a nosotros. Esta distancia se expresa en años luz.

La Luna

La Luna es el objeto más cercano a la Tierra en todo el universo: en promedio está a 384.000 km. La distancia a que se encuentra varía ligeramente, debido a que sigue una órbita elíptica alrededor de la Tierra.

Cuando los astronautas del Apolo visitaron la Luna, de 1969 a 1972, dejaron allí unos pequeños «retrorreflectores». Si se lanza un poderoso rayo láser a estos retrorreflectores, unos dos y medio segundos después los telescopios captan un tenue destello, cuando el rayo luminoso vuelve a la Tierra. Así, el tiempo que tarda el rayo para llegar a la Luna y regresar se multiplica por la velocidad de la luz y el resultado se divide entre dos, para determinar la distancia entre nuestro planeta y la Luna.

Las mediciones de la distancia a la Luna tienen un margen de error de 5 cm. Debido a que constantemente se verifican dichas mediciones, se ha descubierto que ahora la Luna está unos 30 cm más lejos de la Tierra que cuando la visitaron los astronautas del Apolo.

La Luna y la Tierra se están apartando debido a que la fricción entre el lecho oceánico y el agua que se acumula en las mareas reduce gradualmente la rotación de la Tierra. Por esto, nuestro planeta pierde energía. En cambio, los abultamientos de las mareas oceánicas de la Tierra empujan a la Luna en su órbita, con lo cual gana energía. Por tanto, la Luna se aleja poco a poco de la Tierra, al ir entrando en una órbita más grande.

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