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Agua en los lugares más sorprendentes

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Conoce sobre estos misteriosos fenómenos de la naturaleza: pozos artesianos y oasis.

¿Cómo funcionan los pozos artesianos?

En el siglo XII, los monjes de la región francesa de Artois observaron que los pozos de aquella zona eran diferentes a la mayoría. Cuando se perforaba uno, el agua salía a la superficie con presión e incluso se elevaba a cierta altura. Los pozos de esta clase se llaman hoy en todo el mundo «artesianos», en recuerdo de Artois. Los pozos artesianos se producen solo cuando existen determinadas condiciones: en primer lugar, el manto acuífero al que llega el pozo debe estar bastante inclinado y el pozo abrirse en los niveles más bajos de la pendiente; segundo, debe estar contenido entre dos estratos impermeables.

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El agua superficial se filtra en la extremidad superior del manto y avanza lentamente por él. Aprisionada entre las capas impermeables, el agua cercana al fondo del acuífero se encuentra sometida a una presión tremenda a consecuencia del peso que tiene encima. Cuando un pozo taladra la capa impermeable superior, la presión se libera y el agua sale con fuerza. Si la presión es suficientemente grande, el agua puede elevarse a gran altura formando un surtidor espectacular.

Los manantiales artesianos siguen el mismo principio, pero en vez de escapar por pozos artificiales, el agua sale a la superficie por roturas naturales de la capa superior de roca impermeable.

¿Son iguales todos los oasis?

Para el cansado viajero del desierto, no hay visión más reconfortante que un oasis, isla de vegetación en una tierra totalmente árida. En el Sahara y en Oriente Medio, los seres humanos han ocupado durante siglos muchos oasis y han aprovechado sus escasas reservas de agua para regar palmeras datileras y otros cultivos.

Los oasis existen porque el agua subterránea yace incluso bajo el más seco de los desiertos. En las regiones donde el nivel freático se encuentra cerca de la superficie, se excavan pozos para crear o extender los oasis. A veces, las zanjas abiertas por el viento son lo bastante profundas para llegar al manto acuífero. Esparcidos en los desiertos pueden encontrarse filtraciones y manantiales naturales -a menudo artesianos- que llevan agua a la superficie. En la mayoría de los casos, la vivificante agua de estos manantiales tiene su origen en la lluvia y la nieve caídas en montañas distantes; el agua puede viajar centenares de kilómetros a través de un manto acuífero poroso antes de salir a la superficie en un oasis.

Los ríos que descienden desde las alturas hasta el desierto crean franjas de verdor a lo largo de sus orillas que también se consideran oasis. Las llanuras aluviales de rica tierra cultivable existentes en ambas riberas del Nilo inferior se consideran como los oasis más grandes de este tipo en todo el mundo.

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