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¿Cómo se diagnostica la enfermedad de alzheimer?

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Mirá los grandes avances en investigación para tratar, diagnosticar, prevenir y curar esta enfermedad.

Annette Altree-Williams estaba editando su libro cuando comenzó a confundirse con su dosis de insulina por primera vez en su vida. Diabética desde chica, le mencionó este hecho a su médico y luego de una serie de evaluaciones le diagnosticaron la enfermedad de Alzheimer. Sólo tenía 54 años. Cinco años más tarde, su marido, Steve, tuvo que dejar su trabajo en Canberra, Australia, para ayudarla a manejar su problema. Annette no podía salir sola, se perdía en el shopping, y tampoco podía trabajar con la computadora. Su médico decía que su medicamento, Aricept, estaba disminuyendo el avance de la enfermedad; sin embargo, Annette se sentía alarmada por cómo iba decayendo su capacidad mental. “A gente como yo nos queda mucha vitalidad, y una capacidad mental enorme, que se va reduciendo antes de que se la pueda capturar y utilizar. Es como si se fuera desperdiciando”, dice.

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La enfermedad de Alzheimer no es parte normal del proceso de envejecimiento, y tampoco afecta únicamente a los adultos mayores. Sin embargo, la vejez es un factor de riesgo importante y, como la población está envejeciendo, la cantidad de gente con demencia está aumentando. Se estima que para el año 2040 el número de personas con demencia alcanzará los 81 millones a nivel mundial, y para 2050 será de 100 millones.

Hay una gran variedad de medicamentos en el mundo —incluyendo Reminyl, Aricept y Exelon— para ajustar el equilibrio químico del cerebro y detener el deterioro durante un año, más o menos. Otra droga, Exiba, se utiliza para etapas más avanzadas de la enfermedad ¿Cuál es el problema de estos tratamientos? Que no revierten el proceso subyacente de la enfermedad. Su efecto es temporal, y solamente se utilizan para tratar el Alzheimer, con beneficios limitados en otros tipos de demencia.

Lo que necesita la gente con demencia para revertir su condición es un medicamento que se conoce en círculos científicos como “terapia que modifica la enfermedad”. Cientos de miles de personas en el mundo padecen algún tipo de demencia, por lo que la empresa que desarrolle dicha droga tendrá un éxito asegurado.

En busca de una cura

La betaamiloide es una proteína pegajosa que existe en el cerebro, pero por motivos que no entendemos, en personas con demencia se agrupa para formar placas que matan a las células cerebrales. A mayor cantidad de betaamiloide en el cerebro, más grave es la enfermedad.

Quizás al deshacerse de la betaamiloide se pueda revertir la enfermedad. Esta es la teoría que se investiga mediante una serie de pruebas alrededor del mundo.

Varias de las nuevas terapias que se prueban utilizan anticuerpos monoclonales para buscar e impedir el aumento del amiloide. El medicamento Bapineuzumab de los laboratorios Wyeth está en fase tres de prueba, lo que significa que se han realizado pruebas anteriores para ayudar a algunos usuarios y ahora se está probando en un número mayor de pacientes. Pfizer está comenzando la fase dos de prueba para una droga, y la mayoría de los demás laboratorios tienen productos en etapas tempranas de investigación.

Si bien estos medicamentos parecen ofrecer una solución, también pueden tener efectos secundarios, como microhemorragias cerebrales. Otros investigadores están probando una estrategia diferente: disminuir la producción de la betaamiloide. Una prueba internacional en fase tres realizada por el laboratorio Eli Lilly apunta a inhibir la enzima gamasecretasa, que genera la producción de la betaamiloide. En otros lugares se realizan pruebas con otras enzimas, como la alfasecretasa, que puede detener la producción del amiloide.

Uno de los descubrimientos más interesantes se llevó a cabo el año pasado en Melbourne, Australia. La empresa Prana Biotechnology desarrolló el compuesto PBT2, que le proporciona cinc y cobre al cerebro. La teoría apunta a que los iones, o moléculas electrónicamente cargadas, interactúan con estos metales en conjunto con la proteína betaamiloide, se acumulan en placas y se vuelven tóxicos. El año pasado, la revista especializada Neuron publicó un artículo sobre una prueba realizada en ratones que fueron tratados con PBT2; los roedores presentaban mucha menos betaamiloide en sus cerebros y mejoraron radicalmente su memoria, aprendizaje y comportamiento, a veces a pocas horas de habérseles suministrado la droga.

Además de las placas de betaamiloide, las personas con demencia desarrollan “marañas” de proteína dentro de las neuronas, que destruyen estas células y perjudican la concentración y la memoria. El año pasado, investigadores británicos anunciaron que su medicamento, Rember, podía reducir el avance de la enfermedad hasta en un ocho por ciento al eliminar la proteína tau, que provoca estas marañas.

Otra droga que promete es Dimebon, un antihistamínico que afecta las mitocondrias —las baterías que impulsan las células cerebrales— y detiene su muerte. El año pasado, un estudio ruso realizado durante 18 meses demostró que el medicamento estabilizó la enfermedad en 183 pacientes con Alzheimer.

Todas estas drogas deberán pasar por más pruebas para comprobar que funcionan y son seguras; luego deben cumplir con una serie de procesos regulatorios antes de que puedan comercializarse. “Es cierto que habrá medicamentos más efectivos en el futuro —dice Glenn Rees, director ejecutivo del centro Alzheimer’s Australia—, pero resulta muy difícil saber si estamos hablando de un plazo de tres, cinco o diez años”.

Diagnóstico

Diagnosticar demencia sigue siendo un proceso delicado, pues las pruebas de memoria no reflejan los cambios sutiles de las etapas tempranas de la enfermedad; también es difícil distinguir los síntomas del Alzheimer de los de la depresión, la ansiedad o una educación deficiente. Los institutos especializados en trastornos cognitivos diagnostican la demencia con un 90 por ciento de exactitud. Aun así, la mayoría de quienes son diagnosticados se encuentran en una etapa muy avanzada.

“Lo que necesitamos es una prueba biológica basada en genes, proteínas de la sangre o imágenes cerebrales”, dice David Ames, director del Instituto Nacional de Investigación de la Vejez en Melbourne. “En la próxima década, seguramente si tenemos un tratamiento efectivo temprano, podremos administrárselo a las personas antes de que presenten síntomas”.

Hoy en día hay mejores técnicas de diagnóstico por imágenes, con lo que los médicos pueden observar el cerebro y ver cambios que indicarían si una persona puede desarrollar Alzheimer. Un estudio muy esperanzador, la tomografía por emisión de positrones (PET) utiliza un agente, PIB, que se une a la proteína betaamiloide. En caso de que hubiera gran cantidad de betaamiloide en el cerebro, se puede estar seguro de que el paciente padecerá Alzheimer.

Los investigadores usan imágenes PET/PIB para comparar los niveles de dicha proteína en numerosos pacientes con el fin de conocer su eficacia para predecir el Alzheimer. “Si la carga de amiloide tiene una alta tasa de predicción, esta sería una prueba muy útil”, dice Ames.

Tom Valenta sabía que su esposa, Marie, padecía Alzheimer, pues le fue diagnosticado un año antes de que le practicaran el PET/PIB. Pero quedó impresionado por la manera como el estudio mostraba la extensión de la enfermedad. Las áreas cubiertas por la betaamiloide, coloreadas en amarillos y naranjas brillantes, parecían ocupar la mayor parte del cerebro.

“Mi principal esperanza, y creo que es realista, es que [los estudios PET] formen parte de la solución que impedirá que mis tres hijos padezcan Alzheimer”, dice. Está muy entusiasmado con el estudio porque este puede detectar el aumento de la betaamiloide antes de que haya un cambio en el comportamiento o pérdida de memoria. “Con suerte, en el futuro mis hijos y otros que conocen su historia familiar podrán ir a una clínica a realizarse este estudio —dice— y si hay alguna señal de Alzheimer podrán obtener un medicamento preventivo”.

Sin embargo, a pesar de que puede ser muy exacto, un estudio de este tipo es costoso, y a los pacientes se les inyecta una sustancia radiactiva.
 
Lo que realmente se necesita es una prueba de sangre. Falta mucho para esto, pero hace 50 años nadie hubiera pensado que se podría diagnosticar el colesterol alto con una gota de sangre. Lo cierto es que los trabajos ya se han iniciado.

La Universidad de Stamford recientemente publicó resultados prometedores sobre pruebas de sangre que detectaron cambios en la forma en la que las células se comunican entre sí cuando se desarrolla el Alzheimer. Otros investigadores en los Estados Unidos descubrieron que se pueden detectar señales de la enfermedad en el líquido cefalorraquídeo 10 o 15 años antes de que se manifiesten los primeros síntomas.

Prevención

Sabemos mucho de lo que sucede durante el curso del Alzheimer; lo que no sabemos es lo que inicia todo ese proceso.

Hay un gen que es muy común en la gente que desarrolla Alzheimer después de los 65 años, pero ese gen lo tiene una cuarta parte de la población. Entonces, ¿por qué algunos tienen la enfermedad y otros no?

Una teoría es que las personas que van a padecer Alzheimer generalmente poseen los mismos factores de riesgo que las personas con enfermedades cardiovasculares. Y esto nos lleva a un importante descubrimiento australiano: miles de personas pueden prevenir el Alzheimer con sólo cuidar su presión arterial.

“A menudo, las placas se observan encima o cerca de una microhemorragia cerebral, y uno de los principales factores de riesgo de una microhemorragia es la hipertensión”, dice Michael Valenzuela, investigador de neurociencia regenerativa de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia.

“La hipertensión en la mediana edad está ligada a tener un riesgo dos veces y medio mayor de padecer demencia 20 años más tarde. Si podemos reducir el índice de presión arterial, podremos bajar el índice de demencia”, agrega.

Una vez que se padece la enfermedad, la presión arterial juega un papel insignificante; de hecho, la gente con Alzheimer tiende a tener la presión arterial baja. Pero a partir de los 40 años, vale la pena controlar la presión mediante dieta, ejercicio y, si es necesario, medicamentos.

El ejercicio es una estrategia fundamental para prevenir la enfermedad, pues tiene una serie de efectos positivos sobre el cerebro: fomenta la generación de neuronas (neurogénesis), promueve las conexiones entre las mismas y eleva los niveles de las hormonas que controlan la función cerebral. “Es una medicina muy poderosa”, dice el doctor Valenzuela.

También se investiga el papel de mantenerse social y mentalmente activo. La gente que lo hace presenta menores tasas de demencia, quizá porque exigen más de sus neuronas.

El futuro podría ser aún más prometedor para la prevención del Alzheimer. Se están analizando formas de estimular el sistema inmunitario para prevenir el desarrollo de la proteína betaamiloide.

Si las pruebas resultan exitosas, significará una vacuna contra el Alzheimer. Sin embargo, los esfuerzos por desarrollar vacunas se han visto empañados por un efecto secundario: la inflamación cerebral. Dice Michael Woodward, jefe de la Unidad de Cuidados a los Adultos Mayores del centro Austin Health en Melbourne: “Si se demuestra que las vacunas son seguras y efectivas, posiblemente se puedan administrar a personas de entre 20 y 30 años de edad para evitar que desarrollen Alzheimer”.

¿No sería la vejez una perspectiva más brillante si eso fuera posible?

Diez consejos para prevenir el Alzheimer

  1. Mantené tu cerebro activo: aprendé cosas nuevas, armá rompecabezas, realizá actividades sociales.
  2. Cuidá tu dieta: reducí tu consumo de grasas saturadas, tomá vitaminas y comé alimentos ricos en antioxidantes.
  3. Tomá mucha agua. Es un elemento esencial para la vida. Recordá que el 60 por ciento del cuerpo humano está formado por agua.
  4. Hacé ejercicios al menos 30 minutos todos los días.
  5. Hacé chequeos médicos frecuentes de presión arterial, colesterol, glucosa en la sangre y peso corporal.
  6. Evitá el estrés; no vale la pena preocuparse demasiado. ¡Disfrutá la vida!
  7. Descansá lo suficiente, no bebas demasiado alcohol y no fumes.
  8. Tomá los recaudos necesarios para no lastimarte la cabeza; por ejemplo, usá el cinturón de seguridad y evitá las caídas.
  9. Tené vida social.
  10. Escuchá música, es relajante.

¿Es Alzheimer o demencia?

“Demencia” es un término que se usa para describir más de 100 patologías que provocan un deterioro progresivo en el funcionamiento cognitivo. La demencia es más común luego de los 65 años, pero también puede afectar a las personas después de los 40 años de edad.

El Alzheimer es la forma más común de la demencia, y causa entre el 50 y 70 por ciento de los casos.

Otras formas comunes de demencia son la demencia vascular, causada por problemas con la circulación de la sangre al cerebro; la demencia con cuerpos de Lewy, causada por estructuras anormales dentro de las neuronas, y la degeneración lobular frontotemporal, que implica la degeneración de uno o ambos lóbulos frontales o temporales del cerebro.

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