Conocé los adelantos tecnológicos que podrían liberarnos para siempre de este transtorno incapacitante.
¡Ay, qué dolor de espalda! Si alguna vez lo ha afectado, no es el único, aunque eso no sirva de consuelo. En la Argentina, el 90 por ciento de los adultos de entre 30 y 55 años lo ha sufrido alguna vez en la vida. Después del resfrío, es la mayor causa de ausentismo laboral, y la cura parece estar todavía lejos.
Parte del problema es la complejidad de nuestra columna vertebral, una prodigiosa estructura de huesos y cartílagos que envuelve los nervios que conectan el cerebro con el resto del cuerpo. La parte baja de la espalda, o región lumbar, sostiene la mayor parte del peso corporal en cinco vértebras separadas por discos que absorben los impactos y dan flexibilidad con el apoyo de músculos y ligamentos. Sin embargo, con la edad disminuyen esa elasticidad y la densidad ósea, y los discos comienzan a desgastarse lo que deja a la región lumbar más expuesta a sufrir lesiones, y condena al dolor a muchas personas.
El dolor de espalda puede tener muchas causas, y diversas terapias; algunas son más naturales, como el ejercicio y el masaje, y otras surgen de avances científicos, como los fármacos y la cirugía. Lamentablemente, la mayoría de estas opciones suele brindar un alivio sólo temporal, y algunas tienen efectos adversos.
Con todo, se sigue buscando un remedio definitivo y la meta quizás esté más cerca ahora que nunca. Médicos y científicos han obtenido resultados con los siguientes tratamientos experimentales, que alivian el dolor a algunos enfermos y dan esperanza a todos.
1. Neuroestimulador
Barbara Sweeney, de 63 años, capellán de un asilo de Silver Spring, Maryland, pasó dos décadas padeciendo de dolor de espalda y un calvario de consultas y tratamientos. Analgésicos, fisioterapia, infiltraciones epidu- rales y metadona le brindaron sólo un mínimo alivio. En 2000, un equipo de neurocirujanos le diagnosticó estenosis, una estrechez del conducto espinal que comprime los nervios. A lo largo de cinco años se sometió a dos fusiones lumbares para reducir la presión, pero lejos de lograr una mejoría, el dolor empeoró. Los médicos no hallaban solución.
El dolor de espalda se había adueñado de su vida. No podía enderezarse sin sentir un dolor agudo, y necesitaba un bastón para caminar. “Me sentía víctima de una vejez prematura”, recuerda. “Soy muy luchadora, pero no pude evitar deprimirme”.
Más del 25% de los adultos padecieron dolor lumbar en los últimos tres meses.
En el otoño de 2006 oyó hablar de cierto implante electrónico inspirado en el marcapasos cardíaco, que Medtronic Neuromodulation desarrolló y comenzó a poner en venta en 1969. Con los años, la firma fue mejorando este neuroestimulador y lo hizo cada vez más pequeño y duradero. Uno de los últimos modelos, el RestoreAdvanced, puede funcionar durante nueve años, si se recarga la pila una vez por mes. Es un aparato del tamaño de un reloj de bolsillo y actúa transmitiendo suaves impulsos eléctricos a la médula espinal, lo que bloquea las señales de dolor enviadas al cerebro.
(El aparato está disponible también en la Argentina y Sudamérica. Contacto: www.medtronic.com)
“Todavía no sabemos por qué, pero la neuroestimulación produce alivio”, afirma el doctor Richard Kuntz, presidente de la compañía.
Al verse sin opciones, los médicos implantaron el neuroestimulador en Sweeney en febrero de 2007. El doctor Zachary Levine, neurocirujano del Instituto Washington del Cerebro y la Espina Dorsal, realizó el implante a través de una incisión en la cadera derecha. Luego, por otra incisión más pequeña en la parte media de la espalda, conectó los cables de ocho electrodos que salían del aparato implantado con distintos puntos de la médula espinal. Con la paciente sedada, pero consciente, Levine le iba preguntando en qué lugar de la médula la aliviaban más los electrodos. En menos de una hora el médico dio el último punto de sutura, y ella sintió un bienestar del que no había gozado en décadas. “El alivio fue inmediato”, dice.
Sweeney ya no usa bastón, duerme toda la noche de un tirón y ha comenzado a asistir a clases de ejercicios aeróbicos acuáticos. “Me siento como nueva —dice—. Por fin hago cosas que no pude hacer durante años”. Y dando una palmadita a una pequeña prominencia que tiene en la parte baja de la espalda agrega con una enorme sonrisa: “Este aparatito es una maravilla”.
2. Sonda discal
Los expertos estiman que muchos casos de lumbago se deben a compresión o lesión de uno o más discos intervertebrales, sobre todo entre las personas que se exceden en el ejercicio o en los arreglos domésticos los fines de semana. Antes, el tratamiento del lumbago discal consistía en fisioterapia o una infiltración epidural de esteroides para desinflamar la zona. Y en los casos más graves de discos herniados se recurría a la cirugía, pese al riesgo de infección y a que no se garantizaba la curación.
Aunque algunos pacientes necesitan aún la operación, se han ideado técnicas menos invasivas para reducir la presión de los discos sobre las raíces nerviosas. Una de las técnicas más avanzadas, la discectomía percutánea, consiste en la eliminación de una porción del núcleo discal a través de una punción en la piel. La idea es equiparable a sacar aire de un neumático que está muy inflado. El médico puede elegir entre diversas sondas. El Stryker Dekompressor, por ejemplo, extrae la porción de núcleo mediante una aguja, lo que desinflama la zona y restituye al disco a su alineación normal (www.stryker.com/latinamerica). El electrodo ArthroCare funciona de manera diferente enviando una descarga que evapora el tejido inflamado (www.nucleoplasty.com; distribuidor en la Argentina: www.orlosh.com.ar)
En veinte años aumentaron un 15% los casos de hernia de disco lumbar en las mujeres.
Con cualquiera de estos instrumentos la intervención dura menos de una hora, y el paciente puede irse a su casa con sólo un apósito en el sitio de la punción. Por lo menos dos tercios de los pacientes han obtenido buenos resultados. “El alivio es instantáneo”, dice el doctor Netsere Tesfayohannes, director del Centro de Control del Dolor del Hospital de la Universidad Georgetown, en Washington, D. C. “Y se sabe de inmediato si el tratamiento ha funcionado o no”.
3. Fusión lumbar flexible
Todos los años miles de personas aquejadas de discopatía degenerativa se someten a una fusión lumbar, una intervención quirúrgica donde las vértebras lumbares se fijan con varillas y tornillos, y se fusionan con un injerto óseo. Esta operación puede aliviar mucho el dolor por períodos prolongados, pero también tiene sus contras ya que limita el movimiento y puede hacer necesarias nuevas intervenciones para descomprimir las vértebras contiguas.
En el novedoso sistema de fusión dinámica Dynesys en cambio, se emplean materiales flexibles que dan soporte pero permiten mayor movilidad. En vez de varillas se utilizan espaciadores tubulares y cordones de plástico flexible que se fijan a los costados de las vértebras afectadas. “El objetivo es devolver la estabilidad sin restringir el movimiento”, explica el doctor Reginald Davis, jefe de neurocirugía del Centro Médico de Baltimore, quien ya ha realizado la operación más de 200 veces. “He tenido éxito con pacientes de 21 hasta de 75 años”.
La Dirección de Alimentos y Medicinas de los Estados Unidos (FDA) aprobó el uso del sistema Dynesys para fusión lumbar hace tres años. En la Argentina se puede consultar en www.sinaxmedica.com.ar
4. Células madre, al rescate
Muchas terapias para la discopatía degenerativa tratan sólo los síntomas y no la causa del dolor, pero el doctor Stephen Richardson, investigador de la división de medicina regenerativa de la Facultad de Medicina de la Universidad de Manchester, Inglaterra, propone un tratamiento revolucionario y prometedor: reparar la espalda con células madre del propio paciente. Esta idea, surgida en colaboración con la firma biotecnológica alemana Arthro Kinetics y la institución benéfica inglesa Spinal Foundation, utiliza células madre de médula ósea para regenerar los discos intervertebrales dañados.
El médico extrae las células, las mezcla con un gel de cierto tipo de colágeno humano e implanta la mezcla en una operación mínimamente invasiva. Luego, las células madre empiezan a producir tejido discal nuevo con las mismas propiedades que el original, pero sin daños. “Será una terapia segura porque usaremos células madre del propio paciente”, dice Richardson. “Podremos darlo de alta el mismo día de la intervención”.
Los investigadores esperan comenzar las pruebas clínicas dentro de dos años y sacar un producto al mercado cinco años más tarde.
Richardson cree que la terapia de células madre “revolucionará el tratamiento del dolor lumbar” al combatir no sólo los efectos sino también la causa en una sola intervención, en vez de condenar a las víctimas a una dependencia permanente de analgésicos y fisioterapia. “Hemos concebido un tratamiento único y defi- nitivo”, agrega. “Uno llega al hospital, le implantan las células en la columna, y los discos se regeneran. Eso es todo, y el efecto dura toda la vida”.
5. Redensificación ósea
Cientos de personas de edad avanzada sufren dolor de espalda por osteoporosis y fracturas graves. ¿Se puede devolver a los huesos frágiles la densidad que tenían en la juventud? Esa es la idea que está detrás de la estimulación local para la regeneración de hueso (SDBG, sus siglas en inglés). La persona aquejada de un trastorno o lesión vertebral se somete a una operación ambulatoria de mínima invasión en la que se le aplica un anabólico para acelerar la formación ósea natural en la parte afectada. El hueso así densificado mitiga el dolor.
“La originalidad de esta terapia es que se dirige a una zona específica”, dice la doctora Agnès Vignery, profesora de cirugía ortopédica de la Universidad Yale, quien ideó la SDBG en colaboración con médicos de los Laboratorios Unigene, de Fairfield, Nue-va Jersey. “La mayoría de los fármacos que se usaban hasta ahora afectaban a todo el cuerpo; esto, en cambio, aumenta la densidad ósea sólo donde se necesita”.
Las vértebras más afectadas suelen ser las inferiores: la tercera, cuarta y quinta.
Los investigadores han demostrado la eficacia del SDBG en experimentos con ratas y ratones. En 2005 el equipo de Unigene pidió autorización para realizar pruebas clínicas con humanos en los siguientes dos años. Y aunque Vignery no puede asegurar cuán- do se pondrá la SDBG a disposición del público, habla con entusiasmo de su poten- cial para curar una amplia gama de padecimientos.
6. Faja infrarroja
Los rayos infrarrojos se descubrieron en 1800, pero llevó dos siglos más su aplicación terapéutica para aliviar el dolor de espalda. La faja lumbar Wrap, creada por el inventor canadiense Lawrence Gordon, se parece a las fajas negras que usan algunos estibadores. Esta faja emite radiación infrarroja de baja intensidad (como la que se usa en los restaurantes para calentar alimentos) a fin de aumentar la circulación y promover la curación. En un estudio realizado en 2006, investigadores de la Clínica Rothbart de Control del Dolor, en Ontario, vieron que la faja reducía a la mitad las molestias.
Los 39 participantes adultos que padecían lumbago desde hacía más de seis años, sintieron alivio usando la faja a diario durante siete semanas, y dijeron experimentar menos dolor al girar y doblar la cintura. Gordon inventó la faja a raíz de una lesión de espalda que sufrió mientras adiestraba caballos, y afirma que otras personas aquejadas de lumbago también han mejorado usando la faja al dormir o realizar sus actividades habituales. Un posible efecto secundario de este sistema es que su uso prolongado puede producir un bronceado relativamente inofensivo. Otra desventaja, por el momento es su precio de 2.335 dólares.
Gordon está tramitando el permiso para el uso medicinal de su invento en Canadá y los Estados Unidos, y espera que médicos, kinesiólogos y clínicas del dolor difundan su empleo. Esta tecnología está disponible en la Argentina, pero no es de utilización masiva.
7. Todo depende del colchón
Si toda la tecnología anterior falla o le implica demasiadas agujas para su gusto, piense en la conveniencia de cambiar el colchón de su cama. Los investigadores de la Universidad Estatal de Oklahoma observaron que basta deshacerse de un colchón desgastado para reducir en gran medida el dolor y la rigidez de espalda.
El estudio que llevaron a cabo, dirigido por el doctor Bert Jacobson, concluyó que los participantes que sufrían este tipo de dolor obtenían un alivio duradero solamente con un cambio de colchón.
“Casi toda la gente usa su colchón por mucho tiempo, aún cuando ya no sirve”, comenta Jacobson, director de la Facultad de Estudios Educacionales. “Sin duda, un colchón nuevo ofrece mayor bienestar a la región lumbar”.
En el estudio, realizado en 2006, los investigadores examinaron a 59 individuos de uno y otro sexo y de todas las edades que durante cuatro semanas durmieron en su colchón viejo, y cuatro semanas más con uno nuevo. En ese lapso realizaron una evaluación diaria de la lumbalgia, rigidez de espalda y calidad de sueño.
Los participantes expresaron sentir mejoría en todos los aspectos cuando comenzaron a dormir en colchones nuevos de firmeza mediana. Aquellos que al comenzar el estudio sentían los peores dolores de espalda fueron quienes obtuvieron en realidad mayor alivio.
Aunque esto parezca una publicidad ideada por los fabricantes de colchones (de hecho una agrupación del ramo, la Asociación Internacional de Productos para Dormir, financió parte del estudio), Jacobson señala que la investigación fue aprobada por un comité universitario de revisión e insiste en que los resultados son válidos por su rigor científico y pueden resistir cualquier escrutinio.
“Es una opción terapéutica sin necesidad de fármacos, operaciones ni otras manipulaciones”, agrega Jacobson. “Y lo único que hay que hacer es cambiar de colchón”. Es un tratamiento sin dolor que seguramente muchas personas están dispuestas a aceptar de buena gana.