Inicio Vida Cotidiana Actualidad Chistes del mundo de los niños

Chistes del mundo de los niños

48
0

Lo que dicen no tiene precio, lo que hacen siempre resulta inesperado y sus preguntas desconciertan a los adultos. Divertite con estos cuentos llenos de picardía.

1

Les estaba contando a mis tres hijos la historia de la Navidad y de cómo los Reyes Magos le llevaron al Niño Jesús oro, incienso y mirra. Tras una reflexión profunda, mi hijo de seis años comentó:
—Mamá, un verdadero mago hubiera llevado pañales.

 2

Mi esposo, un fanático de los deportes, estaba viendo un partido de fútbol con nuestros nietos. Acababa de cumplir 75 años y se sentía un poco deprimido.
—¿Sabés? —le comentó a nuestro nieto Nick—. No es fácil envejecer. Supongo que ya estoy en el último cuarto.
—No te preocupes, abuelo —le respondió Nick cariñosamente—. En una de esas vas a tiempo suplementario.

3

Llevan a algunos niños de preescolar al zoológico. Atenta, la maestra los va guiando:
—Miren, éste es un avestruz; aquellos son guacamayos; la de aquí se llama cigüeña.
De pronto, un chiquilín se sale de la fila y dirigiéndose a la cigüeña le pregunta:
—¿Te acordás de mí?

4

Cuando nos mudamos al otro extremo del país, mi esposa y yo decidimos que cada cual conduciría su auto. Nathan, nuestro hijo de ocho años, preguntó preocupado:
—¿Cómo vamos a hacer para no perdernos?
—Vamos a conducir despacio para que un auto pueda seguir al otro —le aseguré.
—Sí, pero ¿y si nos perdemos?
—Entonces me temo que no volveremos a vernos —bromeé.
—De acuerdo —respondió—. Entonces yo me voy con mamá.

5

Una vez, en plenas reparaciones en la casa, uno de los trabajadores se detuvo para observar una fotografía en la que salí muy bien, maquillada y con un vestido de noche. Escuché cómo dejaba escapar un pequeño silbido y que le preguntaba a Joshua, mi hijo, quién era la mujer de la fotografía.
—Es mi mamá —respondió el niño.
—¡Guau! —dijo el hombre—. Mi mamá no se ve así para nada.
—Tampoco la mía — sentenció Joshua.

6

Cuando fuimos de paseo a Manhattan, nuestra familia estaba sorprendida con la vista y la incesante muchedumbre.
—Ésta es la ciudad que nunca duerme —le dije a nuestra hija de 11 años.
—Tal vez sea porque hay una cafetería en cada esquina —reflexionó.

Artículo anteriorPor qué controlar tu azúcar en sangre
Artículo siguienteLas cosas que nunca cambian

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí