Un hombre reflexiona sobre su vida y descubre algunos momentos de alegría que pasaron desapercibidos.
Esta mañana, me reuní a tomar un café con un buen amigo que está pasando por un momento difícil en el trabajo. En uno de esos momentos que lo hacen plantearse a uno quién le da cuerda al reloj de la vida. Mientras estábamos allí sentados me vibró el teléfono. Era un correo electrónico de otro amigo, Ryan, y lo único que vi fue el asunto: “Éxito”.
Hace unos 17 años, Ryan y yo escribíamos en la sección de deportes de dos pequeños diarios que “competían” entre sí, en el valle de Shenandoah, en Virginia. Nuestra área de cobertura incluía las ligas de unas seis escuelas secundarias, una liga de Tercera División de una universidad y una liga de béisbol de verano. En esa ávida lucha por controlar la zona, de algún modo terminamos haciéndonos amigos.
Mantuvimos el contacto, pero hacía algunos meses que no hablábamos cuando recibí ese correo electrónico en un momento curiosamente oportuno. En el correo, Ryan me decía que estaba preparando un discurso para la semana siguiente. Ahora es líder de proyectos en una empresa de investigaciones ubicada cerca de Washington, y la charla que iba a dictar se titulaba: “¿Cómo se define el éxito?”. Yo había colaborado en una publicación llamada Success [éxito, en inglés], así que él me hizo la pregunta a mí: “¿Cómo definirías el éxito?”. Pensé en la conversación que había tenido, café de por medio, y escribí lo siguiente:
Hola, amigo.
Me alegra recibir noticias tuyas. Y en un momento oportuno. Recibí tu correo electrónico justo cuando estaba hablando con un buen amigo, que está pasando por un mal momento en el trabajo. Quisiera haber podido aconsejarlo mejor.
¡Qué pregunta inabarcable!
¿Sabes? Cuando me fui del valle de Shenandoah, mi trabajo siguiente fue en Rocky Mount, Carolina del Norte. Ganaba 22.500 dólares al año, y fue en 2005, no hace una generación. Los otros dos periodistas deportivos del staff, Travis y Jeff, tenían veinti pico también. A decir verdad, habíamos ido a Rocky Mount para irnos de Rocky Mount. Nos pasábamos el tiempo hablando de lo que sería la vida en un diario “de verdad”. Nos quejábamos de nuestro lugar de trabajo y soñábamos con el Charlotte Observer y el News & Observer de Raleigh. ¡La cantidad de recursos que tenían ahí! Periodistas que solo cubrían un equipo y que no debían diseñar las páginas ni verificar las tablas de resultados. Eso sí que era vivir un sueño. ¡Si pudiéramos llegar a alguno curva de Travis. Ahora, es correr 200 metros más que la semana pasada. O el sonido de cierre de la puerta que instalé yo mismo. O la mañana en la que mi esposa Laura dijo que sí.
Hace más de un año, escribí una historia y ningún lector me criticó por ella, lo cual, hoy en día, es un éxito. Pero nadie dijo nada bueno tampoco… entonces, ¿es un fracaso? No lo sé.
Cada tanto, y aunque no lo creas, estudiantes universitarios me piden consejos. Tal vez eso es el éxito. Pero anoche, el editor de una publicación en la que moriría por escribir me respondió a una propuesta de trabajo que le había hecho con las crueles palabras: “Esto no encaja con nosotros”,así que me puse a leer avisos de empleo para buscar una nueva línea de trabajo.
De todos modos, tal vez el éxito va más allá del trabajo. En junio de 2018, mi papá me visitó y pasó todo el fin de semana sin caerse al pasarse a la silla de ruedas. Esa es una victoria. Sin embargo, para otra persona, el éxito puede ser obtener un gran descuento en un café o pasar una noche durmiendo en un banco sin mojarse. Supongo que entiendes qué quiero decir.
Tal vez el éxito no se mida en logros, ni en“ser feliz con uno mismo”, ni en ninguno de los clichés al respecto que se encuentran en los libros de autoayuda. Los objetivos y la paz con uno mismo son indicadores egoístas, y no quiero decir que el egoísmo sea algo malo, para nada. El egoísmo es el eje de la humanidad, desde los tiempos de los hombres de las cavernas hasta la era de los astronautas, pasando por los santos en vida. Los logros individuales traen aparejados logros comunitarios, que, su vez, traen logros mundiales. Pero todos los logros del universo tal vez no lo hagan sentirse exitoso a uno mismo, ¿no es cierto?
Me estoy yendo por las ramas, ya lo sé. Pero lo que quiero decir es que, tal vez, el éxito se calcula con hechos menores, con cosas más parecidas a las que sugirió Jeff. Tal vez el éxito sea tener los recursos para ser agradecido en el preciso momento en el que hay algo por agradecer.
Gracias por escribirme, amigo de toda la vida.
Mike
DE NUESTROS LECTORES: ¿Cómo se define el éxito?
Irme a dormir con la conciencia tranquila, sabiendo que fui amable con todos en las últimas 24 horas.
—Yvonne Bodnar Dorr, Michigan
Si eres estudiante y te va bien en un examen después de estudiar, tu esfuerzo hizo que tuvieras éxito. Un día sin beber para un alcohólico en recuperación es un éxito. Como padre, ver a los propios hijos crecer sanos puede ser un éxito. El éxito es relativo a la circunstancia que a cada uno le toque.
—Melissa Everett Berger Fort Worth, Texas
Cuando un estudiante, a principio de año dice: “No puedo” y se va. Después, a fin de año se encuentra haciendo eso que no podía como si lo hubiera hecho siempre.
—J. Cheek Wheelersburg, Ohio
Pagar todas las cuentas a tiempo.
—Janie Archer Griffin, Georgia
En las palabras que se le atribuyen a Ralph Emerson: “[El éxito es] saber que al menos una vida respiró más alivia-da por nuestra existencia”. Eso es el éxito para mí.
—T. González Jacksonville, Florida
Aprovechar al máximo los dones que Dios nos regaló para hacer del mundo un lugar mejor. Algunos podrán cocinar un estofado perfecto; algunos cantarán canciones que harán derramar lágrimas; y otros construirán hermosas mesas. Estos ejemplos muestran que se puede ser exitoso al ofrecer la alegría única y propia de cada uno en este mundo.
—Alicia Webster Ennis, Texas
Jubilarse antes de tiempo.
—Fausto Pestana Pembroke Pines, Florida
REVISTA CHARLOTTE (3 DE JULIO DE 2018), COPYRIGHT © 2018 POR MICHAEL GRAFF, CHARLOTTEMAGAZINE.COM.