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Aprender por siempre para siempre aprender

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Cuando
se trata de la salud cerebral, el viejo cliché de “Si no lo usa, lo pierde” no
podría ser más verdadero. 

Los seres humanos somos animales de costumbres. Tomamos el mismo desayuno cada mañana, recorremos la misma ruta para ir al trabajo, miramos el mismo programa de televisión a la noche. Esta monotonía hace que nuestros cerebros puedan operar en piloto automático, lo cual tiene sus beneficios, pero entre ellos, no figuran el crecimiento de nuevas conexiones neuronales y la protección del cerebro frente al deterioro. Cuando uno aprende, hace crecer nuevas neuronas, al igual que nuevas y mayores conexiones entre ellas, lo que crea más espacio de almacenamiento para los recuerdos. Tenga en cuenta que los recuerdos de largo plazo (que incluyen hechos e información) se almacenan en vastas redes de caminos de neuronas. Cuanto más ricos sean esos caminos, más permanente —y accesible— será la información en su cerebro. Un ejemplo son los taxistas de Londres. Cuando algunos conductores que pasaban su vida aprendiendo a transitar las calles de Londres se someten a escaneos cerebrales mediante imágenes por resonancia magnética, se descubrió que tienen un hipocampo extraordinariamente grande, un área que cumple un papel importante en la formación de la memoria; en particular, de la memoria espacial. Usted no precisa estudiar mapas de Londres, pero estudiar algo, cualquier cosa, hará que su cerebro se agrande y tenga más capacidad para resistir los cambios de la edad que pueden volverlo más lento.

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Desafiar a su cerebro es lo mejor que pueda hacer
para mantenerlo joven

En un estudio se observó el grado de estimulación
cognitiva que experimentó un grupo de adultos mayores durante un período de
cinco años. Aquellos que tuvieron más estímulos sufrieron un 35% menos de
deterioro de sus capacidades cognitivas que aquellos que tuvieron menos.
Aprender puede hacer más que solo prevenir el deterioro cognitivo; lo puede
revertir. En una revisión de casi 200 estudios sobre el envejecimiento
cerebral, en su mayoría en animales, se halló que con entrenamiento cognitivo y
ambientes que supongan un desafío para el cerebro, puede revertirse casi
cualquier manifestación física de deterioro cognitivo: puede volverse más lento
el índice de muerte celular, la materia gris puede espesarse y las placas
amiloides (asociadas con el Alzheimer) pueden reducirse. Los desafíos mentales
pueden, incluso, restaurar la capa grasosa alrededor de las fibras neurales
que
las protege del daño asociado con la edad, una pérdida que se creía que era
irreversible.

¿Qué es el aprendizaje?

“El aprendizaje” viene en muchos
formatos. Con toda seguridad, es importante desafiar al cerebro con libros, crucigramas y juegos de cartas. Pero la estimulación cerebral también incluye
variantes. Cada experiencia nueva que viva, en especial cuando es diferente a
su rutina habitual, representa una experiencia de aprendizaje.
Algunas de las
experiencias más efectivas son aquellas que involucran a los sentidos. Imagine que
camina por un jardín botánico, rodeado de colores, con una brisa suave sobre su
rostro y, de repente, el aroma a lavanda lo lleva de vuelta a jugar en el
parque de cuando era niño. O asiste a una degustación de vinos y observa a su
cónyuge a la luz del sol del atardecer, mientras bebe una copa de un increíble
pinot noir y recuerda la primera vez que compartieron una botella de vino. Su
cerebro está en alerta, absorbiendo y analizando la nueva información sensorial
y procesándola junto con los recuerdos almacenados, para considerar toda esta
información en un nuevo contexto. Y casi todo esto ocurre simplemente al
permanecer en el momento y detenerse en los detalles que lo rodean.

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