El Sr. K era un hombre viudo, de 70 años, cuando conoció a una joven mujer por Internet. Conozca estos casos reales de amor en los tiempos de ciberestafas.
Un alarmante caso de estafa llevada hasta el final
El Sr. K era un hombre viudo, de 70 años, cuando conoció a una joven mujer por Internet. En ese momento, él no podía creer lo afortunado que era, hasta que este encuentro fortuito lo arrojó a las garras de una industria global valuada en miles de millones.
El Sr. K compró una torta de frutillas para que compartiéramos mientras conversábamos sobre su nuevo, aunque complicado amor. Está entusiasmado y nervioso al mismo tiempo. Su porción de torta se cae del plato y él se enoja. “¿Ves? Ya te lo dije”, insiste. “No puedo hacerlo solo. ¡Necesito una esposa!”. El Sr. K tiene 79 años, es un hombre jubilado que vive solo en el área de Renania, Alemania. Su nombre completo no es relevante. Lo importante aquí es comprender su historia, una historia verdaderamente difícil, incluso para el propio Sr. K. “Es muy complicado”, admite.
El Sr. K vive en una casa que se volvió demasiado grande para él luego del fallecimiento de su esposa por cáncer de mama en 2013. Habían estado juntos 37 años. Las mantas de crochet tejidas por ella aún cubren los sillones. La vajilla buena y la cama matrimonial son las mismas de entonces. La televisión es quien habla ahora en lugar de ella, mientras el Sr. K fuma y come su torta. En 1976, el Sr. K había conocido a su esposa a través de un anuncio personal en el diario Rheinische Post. Ella era de nacionalidad checa y mucho más joven que él. Él le explicó la dinámica del mundo.
Juntos hicieron un viaje en auto de Nueva York a San Francisco. Recorrieron Canadá y durmieron en carpa. Al regresar, se mudaron a esta casa en Renania. Tuvieron un hijo y vivieron una hermosa vida juntos.
Cuando su esposa falleció, el Sr. K no era miembro de ningún club, había perdido contacto con sus excompañeros de trabajo y su hijo ya había crecido. El Sr. K no soportaba el silencio. En lugar de amor había un enorme vacío en él. Desde la muerte de su esposa, el Sr. K creía que ese vacío solo podía ser llenado con amor nuevo.
Se registró entonces en Finya, un portal de citas en línea. “Es gratuito, pero muy serio”, dice. Para crear su perfil usó una foto tomada 20 años atrás durante unas vacaciones en España y cortó de allí a su esposa. Si bien recién tenía 70 años, indicó 66 y señaló que buscaba una novia que tuviera entre 45 y 55 años.
Los rechazos son moneda corriente. Pero también hay muchas mujeres del exterior en Finya. “Te escriben por su cuenta”, dice el Sr. K. Esta práctica hace que todo parezca más familiar, como solía ser cuando respondió por primera vez el anuncio en el Rheinische Post, solo que en forma más moderna y con fotos.
“SOY UNA MUJER muy abierta y simple”, escribe al Sr. K una tal Antoinette, en alemán. “Me gusta el arte, la cultura y la fotografía. Busco un hombre maduro con alma joven y buen corazón. Mi corazón es muy grande, pero allí solo hay lugar para el hombre indicado, ¡un hombre repleto de amor! Escríbeme a mi correo electrónico”
Comienzan a intercambiar correos electrónicos. “Buen día, ¿cómo pasaste la noche? No pude dormir bien porque sentía mucho calor; todo mi cuerpo estaba cubierto de sudor. Pienso en ti”, escribe Antoinette. “En Alemania no se necesita aire acondicionado en las casas, pero sí calefacción en invierno. Mi casa es muy grande y tengo calefacción central con madera en el primer piso y calefacción a gas en el segundo”, responde el Sr. K. Intercambian fotos. Antoinette tiene cabello largo, sonrisa pícara y el tamaño de su busto impacta al Sr. K. “Cuando miro tus fotos quiero acurrucarme contigo, besarte y amarte. Te necesito”, escribe él.
“Cariño, eres muy apuesto y siempre pienso en tu tierna sonrisa”, responde ella. El Sr. K no puede creer lo afortunado que es y decide apostar por Antoinette. Imprime todos sus mensajes de manera que no se pierda ninguno de sus intercambios. Los votos de amor ahora están apilados sobre la mesa impresos en papel A4. Eso parece darle un tono oficial a la relación. Desafortunadamente, hay un problema. Si bien Antoinette es estadounidense, por algún motivo está atascada en Ghana. El Sr. K le sugiere conseguirle una visa y reservarle un vuelo a Alemania. “Quiero tenerte entre mis brazos en el Aeropuerto de Düsseldorf”, escribe él. Antoinette prefiere algo de dinero para encargarse ella misma del viaje.
Pero el Sr. K no quiere enviarle dinero. En cambio, coordina una cita para Antoinette en la embajada de Alemania en Accra, capital de Ghana. Ella no se presenta a la entrevista. El Sr. K le escribe: “Hola mi querida Antoinette, me siento muy decepcionado. Quedé en ridículo en la embajada”. Nunca más vuelve a tener noticias de Antoinette.
Unos 5.000 KILÓMETROS al sur de la capital de Ghana se encuentra Offinso, un pueblo de unos 137.000 habitantes. El lugar está repleto de casas básicas de hormigón, cabras que deambulan libremente y senderos de tierra rojiza. Un hombre joven está sentado en un sillón detrás de una ventana con cortinas abiertas en una casa desocupada. Él sugirió este lugar de encuentro. La casa se encuentra en las afueras y nadie lo conoce en el barrio.
Quiere permanecer en el anonimato. El joven se hace llamar Vincent, pero también eso es mentira. Tiene un teléfono en sus manos y me muestra el mensaje que está a punto de enviar: “Sé que un océano nos separa… nunca he logrado tenerte entre mis brazos, pero en mi corazón lo he hecho miles de veces”.
Para un hombre viudo de 81 años en los Estados Unidos, Vincent es ‘Juliette’. Le menciono a un hombre mayor de Alemania llamado Sr. K, pero Vincent dice que no lo conoce y niega ser ‘Antoinette’. Pero tal vez sea su vecino. O alguna otra persona en Ghana. Porque miles de personas en África Occidental hacen lo mismo que él. Son timadores románticos globales, artistas modernos del engaño que cometen un delito del siglo XXI.
Son estafadores. Vincent prefiere usar la palabra ‘Sakawa’, que significa ‘ganar dinero’. Él llama a sus víctimas ‘clientes’. Miente a personas que desean que les mientan. Así es cómo él lo ve. El modelo de negocios es increíblemente simple: “Los blancos no tienen a nadie a su alrededor. Los blancos están solos. Y la soledad es una mujer fatal”, dice. Vincent usa módulos de texto prearmados que ya tiene en su celular: “Cariño”, “Mi corazón” y “Mi amor”.
Tiene carpetas con fotos de diferentes mujeres. Todas las fotos fueron copiadas de Internet. Según Vincent, los fragmentos de videos y fotos de cuentas de actrices porno poco conocidas funcionan muy bien. Encuentra todo lo que necesita allí, desde escenas cotidianas hasta frivolidades, desde fotos con ropa hasta imágenes de desnudos totales. De acuerdo con Vincent, el 90 por ciento de los hombres en los portales responden a su primer acercamiento, y el 80 por ciento pide fotos de desnudos poco tiempo después. “A veces me resulta repugnante”. Nuevamente en Alemania, pasa más de un año desde el último contacto entre el Sr. K y Antoinette. Él mira televisión, fuma, escribe a otras mujeres.
Repentinamente recibe un correo electrónico de esta mujer con la que no hablaba desde febrero de 2016. La hermosa estadounidense comenzó a escribirle nuevamente. “Hola mi querido amigo…”, dice. “Hace mucho que no hablamos, sería lindo si pudieras mandarme algunas fotos nuevas. Yo también te mandaré algunas”. En las nuevas fotos, esta vieja amiga aparece en bikini. Curiosamente, su nombre ya no es Antoinette Nivon sino Earlie Thomas y vive en Texas. Cuando tímidamente le digo que no comprendo, el Sr. K sube la voz en medio de la quietud de su comedor y grita: “¡Yo tampoco!”. No sería correcto intentar justificar racionalmente sus acciones, se trata de sentimientos. Ella le escribe. Él le escribe a ella. Ella quiere ir a Alemania nuevamente. Tres años después de la muerte de sus esposa, el Sr. K envía dinero por primera vez, 380 euros. ¿Para qué necesita el dinero Earlie? ¿Una visa? ¿Un pasaporte? Él dice que no recuerda.
El Sr. K transfiere el dinero a través de Western Union. La empresa ofrece depósitos en efectivo y retiros de efectivo en cualquier lugar del mundo, generalmente sin exigir identificación. El recibo aún está allí, uno de los 100 papeles que hay sobre su escritorio. Como beneficiario en el papel figura: EARLIE THOMAS, Waco, Texas. Sin número de pasaporte, sin domicilio, nada.
Cuando el reloj marca las 18:00 en África Occidental, ya son las 20:00 en Europa Central y en la costa este de los Estados Unidos se acerca la tarde. En Offinso, comienza el horario de trabajo fuerte. “Aquí trabajamos turno noche”, dice Vincent. Se obtienen más de mil millones de dólares en estafas todos los años. Tan solo el FBI recibe alrededor de 20.000 denuncias por año. Y estos son solo los casos conocidos. Ghana está conectada a un cable submarino de comunicaciones entre Ciudad del Cabo y Londres, la conexión de Internet más poderosa entre África y Europa. La cobertura telefónica en el país es superior al 80 por ciento. Ghana es una de las naciones más desarrolladas de África Occidental; aun así, globalmente continúa siendo un país pobre. Según el Índice de Desarrollo Humano, el país se encuentra en el puesto número 138 de la escala global, detrás de Bangladesh. Un certificado de secundario completo no garantiza trabajo allí. Se necesitan relativamente pocos trabajadores para tareas de minería. Casi no hay industrias fuera de las dos ciudades principales de Accra y Kumasi.
Si bien probablemente no se sea buena idea confiar en un timador de tiempo completo como Vincent, aun así vale la pena escuchar su historia. Dice que su madre murió joven, que tiene 34 años, esposa, dos hijos y una hija. Su esposa estudia para convertirse en asistente médica, pero para hacerlo, él debe pagar libros y uniformes, además de los gastos escolares de sus hijos que asisten a una escuela privada. “Soy un buen padre”, dice Vincent. Recientemente obtuvo 22.000 dólares trabajando como Sakawa.
Durante meses, el Sr. K ha estado haciendo planes para que su novia, quien él cree que vive en los Estados Unidos, se mude a Alemania. Earlie le envía por correo electrónico una copia escaneada de su pasaporte. Earlie inunda su bandeja de entrada con mensajes: “Si pudiera describir el amor que siento por ti…”; “Si tan solo pudiera poner en palabras mi amor por ti…”. A diferencia de Antoinette, Earlie no quiere que el Sr K. le envíe dinero para el vuelo. Ella le sugiere, en cambio, que transfiera dinero a la cuenta de una agencia de viajes en Texas donde ella puede comprar el pasaje.
Las demoras continúan. Earlie le escribe al Sr. K para contarle que falleció su padrastro, en Ghana. Ella debe viajar a África, donde podrá cobrar la herencia. El Sr. K paga unos 500 euros para un nuevo pasaje de avión. Earlie promete saldar todas sus deudas con él. Ahora la espera una herencia.
Son los últimos días de 2016. El Sr. K no ha tenido noticias de su amiga ya desde hace un tiempo. Luego en enero de 2017, recibe un correo electrónico de un tal Dr. Frimpong de Accra: “Hola Sr. K, Earlie me pidió que lo contactara”. Aparentemente después de llegar a África, Earlie tuvo un accidente automovilístico. El conductor había fallecido. “Pero su compañera sobrevivió, eso es lo más importante”. El Dr. Frimpong indica que es el médico encargado del cuidado de Earlie. El Sr. K también recibe nuevas fotos: un auto destrozado, Earlie en la cama del hospital con el rostro cubierto por una máscara de oxígeno y con ojos de dolor.
El Dr. Frimpong adjunta también una factura por 950 euros. Desafortunadamente, el paciente no tiene seguro, pero el médico considera que es preciso continuar el tratamiento.
Dese Ghana, Vincent puede organizar secuestros emocionales de sus víctimas tan solo con su teléfono. Por lo que nunca pierde de vista los pequeños sucesos que se presentan en las historias de cada una de estas ‘mujeres’; su teléfono vibra y se enciende constantemente, con avisos de mensajes nuevos en diferentes bandejas de entrada de diferentes cuentas de correo electrónico. Vincent interpreta varios roles, mujeres, médicos, abogados.
Como cualquier negocio exitoso, las estafas también se han institucionalizado. Son muy pocos los operadores que trabajan solos. La mafia del amor ha crecido, se ha organizado en grupos. Existen expertos en procesamiento de imágenes dentro de estas redes delictivas, con marcadas habilidades en el uso de programas como Photoshop e Illustrator, capaces de crear pasaportes falsos, diplomas y prácticamente cualquier tipo de fotografía. Para ellos, no es nada del otro mundo producir una foto donde se vea a una mujer en una cama de hospital. Tampoco confeccionar un pasaporte para esa mujer.
Cuando Earlie recibe el alta del hospital luego del accidente, envía al Sr. K un correo electrónico en el que le agradece su ayuda y el “increíble apoyo que me has dado día y noche”. Ahora, ya fuera del hospital, tiene tiempo de hacer los trámites necesarios para recibir la considerable herencia que le había dejado su padrastro fallecido. Para mantenerlo al tanto, Earlie le envía una copia del testamento de su padrastro, que según indica el membrete fue presentado ante el Tribunal Superior de Justicia de Accra. El fallecido, Wilson Bernard Thomas, se dedicaba al comercio de commodities.
De acuerdo con las disposiciones del testamento, había dejado a Earlie, su hijastra, exactamente 7.631 kilogramos de oro y diamantes y 800 millones de dólares en efectivo. Este impresionante legado se encontraba guardado bajo llave en bóvedas de la empresa de seguridad PMS Logistics. La herencia solo se entregaría a Earlie si contraía matrimonio. El Sr. K se casa con Earlie in absentia y abona un arancel de 3.000 euros a una oficial de registro llamada Esther Acquah. Las solicitudes de pago provenientes de Ghana siempre son en monedas occidentales.
Los pagos del Sr. K a Earlie ya han alcanzado las cuatro cifras. Más tarde recibe un correo electrónico con un recibo y un certificado de matrimonio adjuntos. Los ahora recién casados intercambian correos electrónicos prácticamente a diario. También hablaron por teléfono una vez, recuerda el Sr. K, y durante la llamada habló con una mujer.
En otra oportunidad logró establecer una breve videollamada durante la cual Earlie movía los brazos para saludar a Sr. K, pero desafortunadamente el audio no funcionaba. Earlie informa desde Accra que las leyes impositivas de Ghana exigen la aplicación de impuestos sobre las herencias y que ha recibido una factura por 1.015.000 euros que debe abonar para poder acceder y exportar sus bienes. Afortunadamente, el jefe de la empresa de seguridad, un tal Sr. Saw, logró negociar con la agencia impositiva y consiguió que se redujera el monto a 26 500 euros. En África todo se reduce a contactos y Earlie está muy agradecida de que el Sr. Saw haya logrado este beneficio para ella. Si el Sr. K le paga dicha suma, Earlie se compromete a darle parte de la herencia. Pero no quiere abrir las cajas fuertes en Ghana por temor a que le roben.
A partir de ese momento, el Sr. K comienza a recibir correos electrónicos del jefe de la empresa de seguridad, el Sr. Saw. Sus mensajes revelan cierta urgencia e instan al Sr. K a actuar rápidamente ya que nadie puede esperar que soborne a las autoridades de la agencia impositiva por siempre. En vista de que se trata de una gran cantidad de dinero, el Sr. K le dice a Earlie que quiere hablar él mismo con las autoridades. Earlie interviene y le pide: “No quiero que los llames, me enteré de que nos quieren estafar porque saben cuánto dinero hay en juego”. Unos días más tarde, suena el timbre de la casa del Sr. K. Al abrir encuentra a un repartidor de la empresa DHL quien le entrega un sobre amarillo con envío expreso proveniente de Ghana.
Es un sobre pesado, abultado y hace ruido. Lo envía Earlie y contiene las llaves de las cajas de seguridad. Después de todo, él es la única persona en la que ella confía. El Sr. K comienza a reunir a duras penas todos sus bienes. Su apoyo a Earlie había alcanzado ahora las cinco cifras. Para juntar más dinero vende una casa heredada de un familiar fallecido.
Transcurre un año, luego otro. Las llamadas de Earlie para pedir dinero se mantienen constantes porque ahora, después de haberle contado a algunos africanos sobre el oro, la están presionando y debe sobornarlos. Sus correos electrónicos al Sr. K ahora comienzan con el siguiente encabezado: “Es urgente, mi querido”. No es sencillo ver a través del alma del Sr. K. Por momentos pareciera como si su amor por Earlie se hubiera enfriado un poco: es ingenua, confía en las personas equivocadas y siempre le causa nuevos problemas.
Hoy el Sr. K lo cuenta así: con el tiempo decidió mantenerse fiel a ella, principalmente por razones financieras. “Tenía que pagar si alguna vez quería cobrar mi dinero”, dice, aparentemente aferrado a ella como a una acción que continúa desplomándose con la esperanza de que finalmente vuelva a recuperar su valor.
En Ghana, existen muchas teorías sobre por qué este tipo de estafas funcionan tan bien. Una teoría proviene de Joe, un transportista propietario de diez ómnibus de lujo equipados con asientos reclinables, pantallas de televisión y aire acondicionado. Entre sus mejores clientes se encuentran los estafadores, los Sakawa. Los ha escuchado hablar despectivamente sobre estos hombres mayores de occidente: ¿Cómo pueden pensar que una mujer joven puede estar interesada en ellos?
¿Dónde está su humildad? La venganza por África también forma parte de su motivación: los Sakawa recuperan aquello que alguna vez les fue robado. Los fuertes desde los que los gobernantes coloniales conquistaron el continente, donde cargaron oro y esclavos a sus barcos, aún están allí en las costa de Ghana. Hasta el día de hoy, los blancos son llamados ‘obroni’ en Ghana. Las palabras ob ‘malo’ y roni ‘humano’ dan significado a la palabra compuesta.
En agosto de 2019, seis años después del fallecimiento de su esposa, cinco años después de Antoinette y tres años después de que Antoinette se convirtiera en Earlie, el Sr. K vuelve a encontrar la esperanza.
Earlie le avisa que estará abordando el avión en los próximos días en compañía del Sr. Saw, el dueño de la empresa de seguridad. La acompaña para garantizar que las cajas de seguridad con el oro, los diamantes y el efectivo, aborden y desciendan del avión. “Cariño, estos son los datos de mis vuelos. Aeropuerto Internacional de Kotoka, Accra –Heathrow Londres – Dusseldorf”
Earlie y el Sr. Saw no llegan a Dusseldorf. Ella es arrestada en Londres por problemas con los documentos de embarque de las cajas de seguridad. Para que el Sr. K no pierda la fe, Earlie le envía su tarjeta de embarque de British Airways. Un Sr. Rodgers del área de inteligencia de Heathrow le envía luego al Sr. K un correo electrónico con una fotografía adjunta en la que se puede ver a Earlie en una celda de la Policía Aeroportuaria de Heathrow. El Sr. K compra la ‘libertad’ de Earlie, cifra con la que supera la marca de 100.000 euros de su ‘asistencia’.
Durante esta última odisea, él imprime más recibos y los guarda en una nueva carpeta transparente. Earlie es luego deportada a los Estados Unidos. Allí, confía su herencia a un abogado llamado Lance Grover, quien le envía una factura al Sr. K por costos de depósito, cobra cargos por administración y manda una copia de su pasaporte donde se ve a un hombre de cabello gris, peinado de costado, vestido con traje y corbata.
Grover envía correos electrónicos amigables mientras que Earlie comienza a mostrar una actitud despreciable. El Sr. K finalmente tiene que buscarla y pagar una última vez, de manera que el tesoro y la llave puedan encontrarse, insiste ella. Pero el Sr. K ya no tiene más dinero, ha gastado un total de 150.000 euros. “Si no confiamos uno en el otro, no es amor verdadero”, escribe Earlie. Al poco tiempo el abogado ya no puede pagar los costos de depósito, las cajas son trasladadas a Nueva York y entregadas al departamento de Earlie. Ella lo llama varias veces, pero cada vez que el Sr. K responde, la conexión se interrumpe.
“Unos ladrones han tratado de forzar mi ventana”, informa Earlie. “Ya no puedo proteger nuestros bienes, algún día alguien vendrá y me matará”. El Sr. K publica artículos de su casa en eBay, vende muebles y repuestos de auto. Su hijo adulto intenta ayudarlo a darse cuenta de que Earlie es una estafadora, pero finalmente se rinde. El Sr. K se niega a escuchar a los últimos amigos que le quedan, quienes también intentan intervenir. Pero él mismo ha tratado desentrañar la verdadera historia.
En el transcurso de los años, se contactó dos veces con la embajada de Alemania en Ghana, se presentó en el departamento de policía local y envió correos electrónicos a autoridades estadounidenses. En algunos de estos intercambios expresó dudas sobre toda la historia. Particularmente, pedía a las autoridades que ayudaran a su esposa y a él a transferir los contenidos de la herencia guardados en las bóvedas.
La respuesta de la embajada de Alemania fue contundente: debía poner fin al contacto. No consiguió ningún tipo de respuestas de las autoridades estadounidenses. Ahora el Sr. K espera que los medios lo puedan ayudar. Un periodista comienza a investigar el caso.
En otoño de 2021, en el Hospital Achimota de Accra, la responsable de administración examina el certificado de defunción del padrastro de Earlie Thomas presentado ante el Tribunal Superior junto con otros documentos formales y el testamento. Un ventilador remueve el aire encima de su cabeza. Finalmente dice: “El escudo se ve diferente”. Llama entonces al hospital. Wilson Bernard Thomas jamás fue paciente de ese hospital ni tampoco conocen el nombre del médico que firma el documento.
En el Registro Civil Central de la capital, el director comenta que tiempo atrás robaron algunos certificados de matrimonio. El documento es genuino y al mismo tiempo inválido, porque el matrimonio in absentia no es legal. En el Tribunal Superior, un funcionario examina el testamento a partir del cual se trasmite la propiedad de la herencia compuesta por oro, diamantes y dólares en efectivo. Luego de evaluarlo, escribe una carta en la que indica que el documento no fue emitido por el tribunal ya que el papel utilizado es diferente. La compañía aérea British Airways examina la tarjeta de embarque que Earlie Thomas dice haber utilizado para volar a Londres y señala: “Este no es un documento emitido por BA”. La foto del pasaporte de Lance Grover, el abogado de cabello grisáceo peinado de costado, es en realidad una foto del exalmirante de marina James A. Winnefeld, quien en una oportunidad operó una aeronave de transporte y ahora es víctima del robo de identidad.
La foto, que supuestamente muestra a Earlie en la celda en la estación de la Policía Aeroportuaria de Heathrow, fue tomada de la serie de televisión Orange is the New Black. El rostro de Earlie fue montado sobre la cabeza de la actriz principal de este programa de ficción. Todas las fotos en las que el joven y complicado amor del Sr. K sonríe, guiña el ojo y se despereza en la cama fueron robadas de la cuenta de Myspace de una mujer californiana. Muchísimos estafadores han creado perfiles falsos a partir de las fotografías de esta mujer. Cada una de esas fotografías representa a la mujer de fantasía de una víctima inocente.
El mismo rostro se ha llamado Anita Johnson, Ashelly Cole, Shakira Dale, Rachel Aasomani. Y Earlie Thomas. “Es imposible que sea un hombre”, dice el Sr. K después de escuchar los resultados de la investigación y mostrarse incrédulo ante la información provista. Para el Sr. K, Earlie tal vez solo haya querido su dinero desde el principio, pero su codicia e ingenuidad probaban su existencia. Una mujer ficticia solo habría sido amable con él. “Estoy convencido por la honestidad de su intención de engañar”
En Offinso, Vincent recientemente compró un tercer auto, un Toyota. Está construyendo una casa. “Cuando nos mudemos, dejaré de hacerlo”, insiste, luego desaparece por las calles de tierra del pueblo. En Alemania, el Sr. K no pudo pagar los costos de las reparaciones que necesitaba su auto para estar en condiciones de circular. Se sienta en su casa y fuma. Escribió recientemente un mensaje a Earlie Thomas: “Hoy desayuné tres tostadas pequeñas con manteca y mermelada porque no tenía nada más en mi casa…” Earlie no responde como solía hacerlo. Pero, el Sr. K recibe un correo electrónico de una nueva mujer. Su nombre es Catherine Morin y es francesa. Es el nombre de una actriz de cine que aparecía en películas 50 años atrás.
Por Henning Sussebach