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Coronavirus: Selva Misionera se toma un respiro

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La cuarentena para limitar la expansión del coronavirus revela la vitalidad y fecundidad de esta maravilla natural argentina.  

El chiste, que por repetido perdió algo de su novedad, aunque no sabiduría, reaparece en las redes sociales planetarias una y otra vez: una familia en una jaula y los pájaros, libres, volando fuera. U otra familia, primero en el zoológico, admirando animales tras las rejas, y luegoaquella misma familia en casa, mientras un grupo de los anteriores los observan desde la calle. 

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Como sabemos el chiste refiere a una realidad. Con cerca de un 60 a 70% de la humanidad sometida a cuarentena, toques de queda nocturnos o limitaciones en sus movimientos, los grandes centros urbanos, construidos sobre antiguas zonas naturales, descubren que diversos tipos de animales salvajes se aventuran a volver de visita por sus antiguos dominios. Con más razón, lo anterior pasa en localidades donde lo natural está más cerca o se encuentra menos alterado por actividades agrícolas y ganaderas. 


Así ocurrió en Oberádonde un grupo de esos grandes oportunistas selváticos, los coatíes, decidieron dar una vuelta por sus calles en busca de alimentos. Otro tanto tuvo lugar, al menos con un puma el cual, según los vecinos, dio sus rondas varios días con el mismo objetivo.   

Aunque para nosotros la cuarentena se trate de una restricción relacionada con el peligro y la enfermedad, la naturaleza lo vive como un cese momentáneo de la presión permanente que ejercemos sobre los recursos y los seres vivos mismos. En el caso de la Selva Misionera, una de las 7 Maravillas Naturales Argentinas, la situación es algo menos evidente, ya que se parte de ella se encuentra bajo protección. Pero, aún así, el descenso drástico en el flujo de visitantes, le permite “tomar un respiro”.  


Prueba de ello es que, en eParque Nacional Iguazú, que recibe alrededor de un millón de visitas al año, la ausencia de humanos permitió que un mono fuera descubierto completamente dormido, encimado sobre uno de los carteles señalizadores del Parque. Una anécdota mínima, pero decidora. Ocurre algo más, sin humanos que les ofrezcan golosinas u alimentos, algunas especies, como los monos cai, se ven forzados a volver en pos de sus alimentos silvestres, reestableciendo las cadenas alimenticias naturales de su ecosistema. 


Esta coyuntura ofrece una oportunidad para reflexionar acerca del cuidado de estos recursos y las alteraciones inducidas por la presencia humana”, señalaron los guardaparques. Y abren un desafío: “Construir nuevas formas de vincularse con los entornos naturales desde el respeto y la sostenibilidad”. 

 

Lo más importante es agradecer que estos remanentes de la Selva Misionera original, que ha perdido una cantidad enorme de su extensión primitiva en lo que ahora es Brasil, Argentina y Paraguay, posea todavía la capacidad de recrearse. Una gran cantidad de recursos biológicos, de futura importancia, tanto médica como alimenticia y de impacto social, se encuentran disponibles y vivos. 

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