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Terapia en la naturaleza

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Terapia en la naturaleza

Una dosis de naturaleza y aire libre podría ser el tratamiento ideal para solucionar muchos problemas.

Por Charlotte Hilton Andersen

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El inicio de 2023 fue una época difícil para Taylor MacMahon. Esta estudiante universitaria de 21 años recuerda que estaba “luchando con episodios de ansiedad intensa y depresión, lo que a su vez abrió paso a problemas de salud física”.

MacMahon decidió entonces buscar ayuda y consultó a un médico. El diagnóstico, ansiedad crónica, realmente no la sorprendió, aunque sí se asombró al ver el tratamiento indicado por su médico. “Literalmente me dijo que ‘saliera y tocara el pasto’”, recuerda MacMahon, haciendo alusión a un popular meme de internet que bromea sobre aquellas personas tan atrapadas en su mundo online que olvidan que el mundo real también existe.

MacMahon se rio, pero su médico hablaba en serio. “Me dijo que cuando algo me inquietara, interrumpiera lo que estuviera haciendo, saliera, me quitara los zapatos y posara mis pies sobre el pasto. Dijo que me resultaría terapéutico”.

El remedio para la ansiedad menos pensado

MacMahon se sentía escéptica al principio, pero decidió seguir los consejos de su médico y se sorprendió al ver lo bien (y lo rápido) que surtía efecto. El hecho de estar al aire libre ya provocaba una especie de cortocircuito que desactivaba su ansiedad. “Inmediatamente me sentí más calmada y relajada”, dice MacMahon.

Entonces, cuando uno de sus profesores le sugirió que se inscribiera en un curso de verano llamado “Inmersión en la naturaleza y bienestar humano”, decidió aprovechar la oportunidad. Durante una semana en el campus de la Universidad Estatal de Colorado, experimentó distintos tipos de sanación a partir de actividades en la naturaleza, desde practicar senderismo, nadar y trepar árboles hasta pasar un rato alrededor de un fogón.

“No solo aprendí que la naturaleza funciona como cura para problemas físicos y mentales, sino cómo y por qué funciona de ese modo”, explica. “Esa semana cambió mi vida. Aquello se sintió como algo mágico”.

Prescripciones de naturaleza

Terapia en la naturaleza

La experiencia de MacMahon se encuentra en línea con una tendencia creciente en el ámbito de la medicina: médicos que indican a sus pacientes pasar tiempo en la naturaleza para tratar diferentes cuestiones de salud física y mental. Estas “prescripciones de naturaleza” no son solo recomendaciones para sentirse bien; son intervenciones fundadas en pruebas respaldadas por la ciencia. Y se están volviendo cada vez más populares por el sencillo motivo que señaló MacMahon: funcionan.

Scott Kaiser, geriatra y director de salud cognitiva geriátrica del centro Pacific Neuroscience Institute, es uno de esos profesionales y suele emplear este tipo de tratamientos para ayudar mental y físicamente a sus pacientes.

La naturaleza tiene un profundo impacto en el envejecimiento saludable y en el bienestar general”, explica el experto. “Existen diversos factores que inciden en el envejecimiento saludable, como dieta, actividad física, mindfulness, comunidad, creatividad y propósito, y estar al aire libre puede facilitar el acceso a todos esos factores, generalmente de manera simultánea. No exagero al remarcar lo poderosa que puede ser la naturaleza como agente sanador”.

El doctor Bert Mandelbaum, especialista en medicina deportiva y cirujano ortopédico del centro Cedars-Sinai Kerlan-Jobe Institute en Santa Mónica, California, también indica a sus pacientes pasar tiempo en la naturaleza. “Salir al aire libre nos lleva de regreso a cómo fuimos diseñados para funcionar; es una especie de reinicio para nuestros organismos”, dice. “Siempre les digo a mis pacientes que estar al aire libre aporta beneficios para todo el cuerpo, de la cabeza a los pies”.

Mindfulness en la naturaleza

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“Las prescripciones de naturaleza no necesariamente consisten en hacer actividad física o ejercitar el corazón, aunque también pueden incluir ese tipo de indicaciones. Se trata más bien de mindfulness, de empaparse del entorno”, comenta Mandelbaum. Y Kaiser coincide: “La naturaleza trata a la persona en forma integral, no solo sus síntomas”.

A continuación, algunas alternativas al aire libre que muchos médicos de diferentes especialidades emplean para cuidar la salud de sus pacientes:

Las “caminatas sensoriales” son una opción sencilla para comenzar. Kaiser recomienda caminar en forma consciente en la naturaleza concentrándose en los cinco sentidos, prestando especial atención a aquello que puede ver, oler, escuchar, tocar y hasta saborear. Y agrega que es importante dejar sus cosas en casa y no llevar nada encima, así evitar distracciones y vivir la experiencia en profundidad.

Para llevar la actividad al siguiente nivel, visite una reserva natural, un bosque, una montaña o un lago y anímese a un “baño de bosque”. Esta práctica de origen japonés, conocida como shinrin-yoku, consiste en zambullirse en un entorno forestal, no con un objetivo en mente, como caminar hasta determinado destino, sino simplemente para existir en la naturaleza y colmarse de ella, tal como si estuviera tomando un baño tibio.

Otra prescripción que está ganando popularidad es la terapia de frío, que implica exponerse a agua o aire helado. Algunos apuestan a esta práctica, aunque investigaciones recientes arrojan resultados variados. Si se anima a probar, una opción es la inmersión en frío. Sumérjase en un cuerpo de agua que le resulte incómodamente frío (¡la incomodidad es precisamente el objetivo!) y permanezca allí entre 30 segundos y un minuto. La mayoría comienza con una inmersión en agua a 10 °C o 15 °C, aunque algunos se animan a incursionar en temperaturas más bajas a medida que su tolerancia aumenta.

Si esta propuesta le parece demasiado intensa, puede probar caminar unos 15 minutos temprano por la mañana. La luz del sol en contacto con la piel estimula la producción de vitamina D, “un elemento realmente esencial para muchos aspectos de la salud y el bienestar”, comenta Kaiser. Y sentir la luz del sol de las primeras horas de la mañana en los ojos lo ayudará a sincronizar su ciclo circadiano.

Otras alternativas sencillas incluyen jardinería, senderismo, ciclismo, nadar o hacer picnic. Las opciones son ilimitadas. Y si las tareas activas le resultan demasiado, según señalan los especialistas incluso sentarse al aire libre en su propio jardín o en un banco de la plaza también le aportará beneficios.

Kaiser y Mandelbaum remarcan que las prescripciones de naturaleza son adaptables. “Se trata de encontrar aquello que funciona para cada persona; por ejemplo, en una oportunidad indiqué observación de ballenas para un paciente porque le encantaba estar en el mar”, comenta el profesional. “Lo suyo puede ser ver el atardecer desde su propio jardín. Lo mío, sentarme en la playa o nadar entre las olas”.

¿Cuánto tiempo debe hacerlo? “Incluso pequeñas dosis de naturaleza pueden marcar grandes diferencias”, afirma Kaiser. “No necesariamente significa escapar a un lugar recóndito por dos años; tan solo sentarse bajo un árbol por cinco minutos reduce el estrés y mejora su estado de ánimo”.

Dicho esto, asegúrese entre 30 minutos y una hora de exposición a la naturaleza al menos dos o tres veces a la semana, recomienda el profesional. Puede combinarlo con ejercicio, como caminar o andar en bicicleta, ya que estos hábitos saludables se potencian entre sí, pero no es preciso hacerlo. Podrá ver beneficios incluso sin acelerar su frecuencia cardíaca.

Para MacMahon, quince minutos es el punto óptimo. Sale al aire libre todos los días, con lluvia o sol, y suele disfrutar de una experiencia en exterior de varias horas una o dos veces al mes. “Mi prescripción de naturaleza favorita es simplemente recostarme bajo un árbol y contemplar las hojas y el cielo”, dice MacMahon.

“Aprendí en mi clase que tan solo estar rodeada de árboles mejora mi sistema inmune, reduce el riesgo de desarrollar cáncer y aumenta mi creatividad, concentración y mis habilidades para resolver problemas, todas herramientas que definitivamente necesito como estudiante universitaria”.

Nuevas investigaciones sobre la terapia en la naturaleza

La idea de la naturaleza como medicina no es nueva. Prácticas ancestrales como el ritucharya del Ayurveda, o sincronización estacional (que consiste en alterar la dieta, la actividad y los ciclos de descanso de acuerdo con la estación del año), el shinrin-yoku japonés, y la medicina china tradicional desde hace mucho tiempo promocionan las bondades de conectarse con la naturaleza.

Sin embargo, la medicina occidental recién ahora está poniéndose al día gracias a un creciente caudal de trabajos de investigación. En estudios realizados en 2023 y publicados en Lancet se analizaron 92 estudios diferentes sobre programas de prescripciones de naturaleza. Los hallazgos fueron sorprendentes: las prescripciones de naturaleza pueden reducir tanto la presión arterial sistólica como diastólica, la inflamación y el riesgo de desarrollar afecciones cardiovasculares. También ayudan a bajar de peso, a reducir el dolor crónico y a mejorar la movilidad.

Con respecto a la salud mental, este tipo de prescripciones pueden aliviar el estrés, la depresión y la ansiedad al mismo tiempo que mejoran la función cognitiva. Y estos son tan solo algunos de los beneficios para la salud que advirtieron los investigadores.

“A nivel personal, pude ver todo esto en acción en una paciente de 80 años con Alzheimer”, comenta Kaiser. “Su familia estaba desesperada porque ella estaba constantemente agitada, molesta e infeliz a pesar de tener todas sus necesidades cubiertas. Yo agregué entonces una ‘prescripción’ para que realizara paseos en la naturaleza todos los días, y la diferencia fue absolutamente increíble. Se la veía más conectada, con funciones mejoradas y, lo que es aún más importante, mucho más feliz. Esa caminata diaria se convirtió en el ‘medicamento’ más importante que tomaba”.

Mandelbaum añade que aquellos pacientes que toman en serio sus prescripciones de naturaleza incluso parecen recuperarse mejor de intervenciones quirúrgicas. “La ciencia es clara en este punto”, afirma Kaiser. “La naturaleza no es solo un lujo; es una necesidad para un buen estado de salud”.

Veronica Ivy, exciclista profesional de 43 años, coincide. En 2017, en el pico de su carrera, repentinamente advirtió que le estaba costando seguir el ritmo de sus entrenamientos. Se sentía exhausta, mucho más de lo que se suponía debía sentirse con su rutina de ejercicio habitual, y eso le causaba profunda tristeza. Le diagnosticaron trastorno de estrés postraumático crónico y trastorno de ansiedad generalizado.

“No podía dormir, no podía funcionar”, recuerda. “Mi psiquiatra advirtió que yo procesaba el estrés a través de la actividad física, pero la intensidad de mi entrenamiento estaba empeorando mis síntomas. Entonces, lo primero que me indicó, antes de cualquier medicamento, fue intentar algo físico que yo no percibiera como algo de rendimiento. Me prescribió… practicar paddleboard”.

Ivy nunca había incursionado en esta disciplina, sin embargo, se tomó con total seriedad la indicación, alquiló una tabla de paddleboard y se dirigió a Shem Creek en Carolina del Sur. “Lo disfruté casi de inmediato”, dice. “No me exigí, solo me enfoqué en disfrutar el estar al aire libre, en el agua. No tenía ningún objetivo en sí más que observar y experimentar lo que me rodeaba. Incluso pude ver a un delfín nadando a mi lado, lo que me resultó encantador. Nada en mí anticipaba esa sensación”.

Kaiser afirma que la sensación de asombro y alegría de Ivy es clave. Explica que estar en la naturaleza produce felicidad “eudaimónica”, profunda sensación de propósito, esperanza y significado (en oposición a la felicidad “hedonista”, que prioriza el placer y el evitar el dolor). “La naturaleza nos ofrece felicidad de larga duración”, dice, “en contraposición con el tipo de felicidad de gratificación inmediata. Esa sensación de asombro y sorpresa es valiosa e impacta en el bienestar de la persona”.

Desde entonces, Ivy se ha mudado a un área de clima más frío, por lo que ya no practica paddleboard con tanta frecuencia. Pero la prescripción de naturaleza se ha vuelto parte de ella y ahora participa de aventuras de senderismo y montañismo con regularidad. “Estar al aire libre es una parte esencial del cuidado de mi salud ahora”, afirma.

Inicie su propio camino de sanación en la naturaleza

Terapia en la naturaleza

No hay que consultar a un médico para comenzar a experimentar los beneficios de estar al aire libre. Aquí algunos consejos de expertos para incorporar una dosis de naturaleza a su rutina:

1. Coordine su cronograma de descanso con el sol. Si sus horarios lo permiten, intente levantarse simultáneamente con la salida del sol y cerrar el día cuando el sol se esconde. Aproveche el sol de las primeras horas de la mañana, preferentemente con una caminata al aire libre. Puede estacionar lejos de la entrada de su oficina o sacar al perro para un paseo rápido después del desayuno.

2. Pase entre cinco y veinte minutos todos los días en espacios verdes. Beba su café en el balcón en lugar de hacerlo en el sillón o almuerce bajo un árbol.

3. Practique técnicas de grounding. De aquí parte la idea de la famosa frase “sal a tocar el pasto”. Camine descalzo lo máximo que pueda.

4. Practique mindfulness en espacios naturales. Cuando se encuentre al aire libre, guarde su celular y observe las nubes, escuche a los pájaros o, simplemente, observe el entorno.

5. Cuide un jardín. Y asegúrese de ensuciarse las manos: existen microbios saludables en la tierra. Si tiene acceso limitado al aire libre, incluso un jardín de interior puede ofrecerle beneficios para su salud mental.

MacMahon dice que ha visto una marcada mejora tanto en sus síntomas mentales como físicos desde que concluyó su clase de inmersión en la naturaleza. “Ahora realmente deseo que llegue mi momento de contacto con la naturaleza y comienzo a sentirme inquieta si no logro tener ese espacio”, afirma. “Me recuesto bajo un árbol y me escurro en la tierra como el agua. Observo las diminutas hojas que revolotean sobre mi cabeza. Y entonces me invade una sensación de gratitud”.

Todos pueden sentirse así de bien solo por estar al aire libre. Las prescripciones de naturaleza funcionan aun cuando no cree tener tiempo para implementarlas. Kaiser lo resume así: “Cuando se siente tan abrumado con la vida que piensa que no puede incorporar ni una sola cosa más, ese es el momento de redactar su propia prescripción de naturaleza. Se sentirá inmediatamente más feliz, más saludable y más productivo en el resto de la vida. Vale la pena intentarlo”.