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¿En qué casos si es necesario tomar un analgésico?

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Antes de tomarlos, haga una pausa. Lea esta guía y aprenda a usar con prudencia los
medicamentos sin receta.

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Durante unas vacaciones familiares en España, Denis Seguin, de 71 años, comenzó con dolor en la cadera, las piernas y las rodillas. Cuando volvió a Francia, tomó algunas pastillas de diclofenac antes de dormir. Este antiinflamatorio, que puede conseguirse sin receta médica en muchos países, funcionó, pero trajo consigo un efecto secundario inesperado: una reacción alérgica. “Desperté por la noche con hormigueo y sarpullido en la cara e inflamación en los labios”, recuerda este agricultor jubilado y alcalde de la comunidad rural de Le Recoux, al sur de Francia. Interrumpió el tratamiento y el incómodo síntoma desapareció. Entonces, decidió recurrir al ibuprofeno, que no le causó mayor problema. Su experiencia pone de manifiesto la importancia de tener cuidado con los analgésicos del día a día. El hecho de poder comprarlos en farmacias y, en algunos países, en estaciones de servicio y supermercados no significa que sean inofensivos. “Todo fármaco es un veneno en potencia”, señala el doctor Bart Morlion, catedrático y director del Centro de Algología y Control del Dolor en el Hospital Universitario de Leuven, en Bélgica. Los analgésicos sin receta más populares son el paracetamol; los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) aspirina, ibuprofeno, naproxeno y diclofenaco; así como la codeína, que suele combinarse con otros analgésicos sin receta. Pero la facilidad con la que puede accederse a estos remedios varía de país a país. Morlion vive en Bélgica, donde el paracetamol solo se vende en farmacias tras una consulta con el farmacéutico; pero cuando va a los Holanda suele comprarlo en el supermercado.

El adulto promedio experimenta uno o dos episodios de dolor al mes, señala. Y las mujeres entre un 60 y 80 por ciento más que los hombres. “Los dos principales tipos de molestia que suelen automedicarse son la jaqueca y el dolor de espalda o cuello de leve a moderado”, explica Morlion. “Mucha gente también se automedica para las migrañas, jaquecas intensas, cólicos menstruales, achaques menores como los producidos por lesiones deportivas y en casos de fiebre o gripe. Está bien para períodos cortos”. ¿Pero cuánto es un período corto? “Menos de dos a tres días”, recomienda el doctor Serge Perrot, especialista en Reumatología, jefe de Control de Dolor en el hospital Cochin de París y autor de La douleur, je m’en sors (Dolor, puedo vencerte). Pasado ese tiempo, es importante consultar con un farmacéutico o médico. Quizá está tomando algo inadecuado para su tipo de dolor o tal vez necesite un diagnóstico certero y otra clase de tratamiento.

El uso prolongado de cualquier analgésico puede causar jaquecas por abstinencia, apunta el farmacéutico Marcel Bouvy, catedrático de Atención Farmacéutica en la Universidad de Utrecht en Holanda. “Cuanto más tiempo los use, más tiempo tardará en dejarlos”. Siga las instrucciones del prospecto en todo momento y si está tomando otro medicamento, sin receta o con ella, pregunte antes de utilizar analgésicos sin receta. Podrían interactuar y favorecer la aparición de efectos secundarios o disminuir la eficacia de sus medicamentos habituales. “Cada paciente es diferente”, indica Perrot. “La gente debe preguntarse: ‘Según mi edad y mis problemas de salud, ¿hago bien en tomar esto?’” Entonces, ¿qué puede tomar si tiene dolor?

Paracetamol

El paracetamol, que se utiliza para tratar jaquecas, dolor no neuropático y síntomas virales, es el analgésico que los médicos sugieren utilizar primero. “Causa menos efectos secundarios y es igual de eficaz que otros medicamentos», aclara Bouvy. También se recomienda como primera opción en caso de fiebre y dolor asociados con el Covid-19. El paracetamol puede ser genérico o con distintos nombres comerciales. Como con cualquier otro medicamento sin receta, recuerde siempre revisar su ingrediente activo. La principal ventaja del paracetamol es que no produce casi reacciones adversas. “Es bien tolerado cuando se usa de manera apropiada”, señala Perrot. “Se puede dar a la mayoría de la gente, incluso a pacientes frágiles o vulnerables”. Algunos estudios destacan la elevada propensión a sufrir problemas cardiovasculares y hemorragias intestinales al tomarlo; no obstante, según Perrot, eso sucede cuando el paracetamol se da a personas mayores con otros factores de riesgo. “Y el dolor en sí es un factor de riesgo”, afirma. “Si tiene dolor continuamente, no duerme bien y está tenso, eleva su susceptibilidad cardiovascular”. De hecho, el mayor peligro con el paracetamol es la insuficiencia hepática, por su abuso o por problemas previos en el hígado. “En dosis excesivas, el paracetamol es mucho más tóxico que los AINE”, advierte Bouvy. “La principal causa de insuficiencia hepática aguda y trasplante hepático en la mayoría de los países es la sobredosis de paracetamol”, señala Morlion. Evite usarlo junto a otros medicamentos que contengan paracetamol, como los tratamientos para gripes y resfríos: podría provocarle una sobredosis sin darse cuenta. Y no tome alcohol, ya que supondría una mayor carga para su hígado.

AINE

Los AINE, que suelen considerarse más eficaces que el paracetamol, inhiben la producción de las sustancias químicas responsables del dolor y la inflamación. Se utilizan en caso de artritis, dolor de muelas, cólicos menstruales, lesiones como esguinces, jaquecas, dolor de espalda y fiebre. “Pero producen muchos más efectos indeseables”, advierte Perrot. Morlion hace referencia a estudios según los cuales los antiinflamatorios de todo tipo se asocian con úlceras estomacales y hemorragias gástricas. “Eso puede ser letal”, afirma. Además, se sabe que suelen producir insuficiencia renal en personas con riñones deteriorados; reacciones alérgicas; hipertensión y, en casos poco frecuentes, manifestaciones cardiovasculares graves, como insuficiencia cardiaca, infarto al miocardio y evento cerebrovascular. “No podemos recetarlo a personas mayores, con deterioro renal o problemas cardiovasculares, mujeres en el último trimestre del embarazo o pacientes frágiles”, explica Perrot. “Hay muchas restricciones”. Morlion rechaza las informaciones según las cuales los AINE pueden empeorar el Covid-19. “No se ha publicado ningún estudio científico que respalde esas afirmaciones”, comenta. “¿La recomendación general? Aquellos pacientes que toman AINE para problemas crónicos no tienen por qué interrumpir el tratamiento”. Los AINE pueden disminuir la eficacia de otros medicamentos. Tomarlos junto a dosis bajas de aspirina o diuréticos podría elevar el riesgo de efectos secundarios cardiovasculares. Del mismo modo, combinar antiinflamatorios con el anticoagulante warfarina o ciertos antidepresivos conocidos como ISRS puede aumentar la propensión a sufrir hemorragias gástricas. Y aunque puede alternar paracetamol con un AINE para el dolor, tenga en cuenta que es peligroso usar más de un tipo de antiinflamatorio a la vez: eleva el riesgo. Conviene tomar los antiinflamatorios con comida para que no irriten el estómago. También recomendamos limitar el consumo de alcohol para no propiciar hemorragias gástricas. Todos funcionan de modo similar contra dolores del mismo tipo, pero se toleran de diferente manera: ASPIRINA También conocida como ácido acetilsalicílico, se produce con extractos de la corteza del sauce, que solía utilizarse como analgésico en Sumeria y Egipto hace más de 3.500 años.

Aunque tiene una larga historia, la aspirina debe manejarse con respeto

En especial porque inhibe el proceso de coagulación de la sangre y juega un papel importante en la aparición de hemorragias gástricas. Quienes ya estén tomando dosis bajas de aspirina u otro anticoagulante para prevenir infartos o eventos vasculares cerebrales no deben utilizar este AINE como analgésico sin antes asesorarse con un profesional por esa misma razón. En algunas personas, agrava la gota. Puede desencadenar ataques de asma en pacientes con esta enfermedad; además, se desaconseja su uso en niños debido al posible vínculo con el síndrome de Reye, que causa lesiones en hígado y cerebro. “La aspirina se debe tratar de evitar cuando se puede optar por el naproxeno o el ibuprofeno”, explica Morlion. “Todos los efectos secundarios de los AINE son peores con la aspirina”. Existen versiones con recubrimiento especial, comprimidos con cubierta gastrorresistente, que ayudan a prevenir la irritación estomacal.

IBUPROFENO

Científicos británicos descubrieron este antiinflamatorio en 1961 mientras buscaban una alternativa a la aspirina que no produjera los mismos problemas gastrointestinales. Pero el ibuprofeno no es inocuo para el estómago, ya que puede causar efectos secundarios desde náuseas e indigestión a hemorragia intestinal y empeoramiento de la enfermedad de Crohn. También suele exacerbar el herpes zóster o la varicela y provocar infecciones en la piel. Lo hay en comprimidos y cápsulas, geles, aerosoles y parches. Además existen versiones genéricas y comerciales. El ibuprofeno puede interactuar con ciertos antibióticos, corticoesteroides y anticoagulantes. 

DICLOFENAC

Aunque se considera más eficaz que el ibuprofeno, produce más efectos secundarios y de peor naturaleza. Durante un estudio danés, el uso de cualquier AINE se asoció a un riesgo un 31 por ciento mayor de sufrir un paro cardíaco en los 30 días posteriores. Pero entre quienes tomaron diclofenaco, dicho riesgo fue 50 por ciento mayor. Los autores del estudio, que se publicó en el European Heart Journal en 2017, incluso se atrevieron a afirmar que el diclofenac era el AINE “más peligroso” y que debía evitarse. Este antiinflamatorio produce muchas de las interacciones medicamentosas típicas del ibuprofeno, y más aún. Puede encontrarse con muchos nombres comerciales. Si quiere tratar un dolor articular, lesión deportiva o dolor de espalda, le recomendamos utilizar diclofenaco en gel o parches, ya que es menos dañino.

NAPROXENO

El naproxeno alivia el dolor similar al diclofenaco, pero es más fácil de conseguir sin receta médica. Se utiliza con frecuencia para dolores menstruales y dolor de espalda. Vienen con una larga y preocupante lista de efectos secundarios, como alteraciones de hígado y riñón, úlceras gástricas, confusión, trastornos de la vista, anemia y otros problemas hematológicos, así como inflamación del páncreas. Los problemas cardíacos asociados son, según algunos médicos, menores. “El antiinflamatorio que preferimos recetar a pacientes con problemas cardiovasculares es el naproxeno”, indica Perrot. “Resulta menos peligroso”. 

Codeína

Este analgésico impide que los impulsos dolorosos viajen desde las fibras nerviosas al cerebro y solo debe utilizarse si no funciona el paracetamol o los antiinflamatorios. Tal vez le sorprenda saber que la codeína, disponible sin receta médica en ciertos países donde se consigue en dosis pequeñas, y combinada con paracetamol, aspirina o ibuprofeno, es adictiva. “La codeína es un medicamento opioide de composición química similar a la de la morfina”, explica el farmacéutico especialista en control de dolor Roger Knaggs, profesor en la facultad de Farmacia de la Universidad de Nottingham, en Reino Unido. De hecho, el hígado convierte la codeína en dosis bajas de morfina. “En Occidente, el dolor persiste en una de cada ocho personas porque su organismo es incapaz de efectuar dicha transformación; otros pacientes metabolizan el medicamento con tanta eficacia que se llevan una buena dosis de morfina”, afirma Morlion. Durante una encuesta realizada por investigadores del King’s College de Londres y del Waterford Institute of Technology de Irlanda con 316 usuarios de codeína, se concluyó que el 17 por ciento sufría adicción. Hay que ser estricto con la dosis indicada en el prospecto y tomarla con alimentos o después de la comida para evitar náuseas. También puede causar estreñimiento o somnolencia, que se agrava con el alcohol. Los problemas respiratorios y las convulsiones son menos frecuentes, pero inquietantes. Algunos medicamentos, como antihipertensivos y antihistamínicos, para la depresión o el insomnio, aumentan el riesgo de efectos secundarios. Se desaconseja el uso de codeína durante el embarazo, con problemas renales o hepáticos, crecimiento de próstata, cálculos biliares, colitis ulcerosa, hipotensión o hipotiroidismo. Tampoco en menores de 12 años.

Muchos médicos se oponen a la venta de analgésicos con codeína. “Para mí, no existe lugar para la codeína entre los medicamentos sin receta”, señala Morlion.

Los expertos en control del dolor señalan que hay alternativas de eficacia comprobada a los analgésicos. Entre estas se encuentra el método RICE (reposo, hielo, compresión y elevación, por sus siglas en inglés) en caso de esguinces o distensión muscular. Para el dolor a largo plazo, las cremas y geles con mentol o capsaicina (extracto de chile) así como las técnicas de relajación y autohipnosis, que permiten aprender a usar recursos internos, podrían ser útiles. Haga ejercicio, si es posible. El mindfulness, yoga y tai-chi ayudan a manejar el malestar. “No todos los dolores necesitan analgésicos”, subraya Morlion. Pero si son necesarios, la recomendación es: “los analgésicos sin receta deben usarse lo menos posible y no tomarse habitualmente sin consultar al médico”, apunta Knaggs. El dolor articular de Denis Seguin se propagó a otras zonas y decidió ir al médico. Un reumatólogo le puso tratamiento para la artritis. “No tiene nada que ver con tomar un montón de antiinflamatorios”, apunta Seguin, quien está más activo que nunca en su huerto y en sus tareas de alcalde.

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