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¿Cómo evitar los alimentos ultraprocesados?

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¡Lea entre líneas! 3 Trucos para «entender» las etiquetas y por ende, saber si está comiendo alimentos saludables o ultraprocesados.

La industria alimentaria le quiere hacer creer que comprar
comida
es sólo una cuestión de precio y conveniencia. Pero, ante todo, concierne a su salud y a la de su familia. Y también tiene que ver con la agricultura, el
medio ambiente y la economía local, por nombrar sólo algunos factores que
intervienen cada vez que compra un alimento.
Conciba sus compras como votos. Puede votar a favor o en contra del uso de pesticidas, herbicidas,
antibióticos, fertilizantes y conservadores químicos. Puede votar por la comida
que se produjo localmente o por la que se transportó desde cientos o miles de
kilómetros. Y puede votar a favor o en contra del trato digno a los animales.

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Consejos para hacer buenas elecciones alimentarias: 

1. Busque listas de ingredientes cortas
Cuando encuentre en el súper un alimento procesado con una larga lista de ingredientes en la etiqueta, regréselo al estante y busque una versión más sencilla. La verdad alarmante es que varios de esos ingredientes son diversas clases de azúcar y de aditivos químicos, y las empresas de alimentos sólo están pensando en su beneficio, no en el de usted. Éstas “refuerzan” el aspecto, el sabor o el tiempo de conservación por cuestiones de mercadotecnia y de distribución, sin importarles su salud. Se sabe que la mayoría los aditivos no son dañinos (aunque los efectos en la salud todavía se están discutiendo), pero tampoco son, con respecto al sabor y a la nutrición, lo que la naturaleza creó. De hecho, uno de sus objetivos principales es que acabe prefiriendo los alimentos procesados y no los naturales. Así que mejor verifique la lista de ingredientes cada vez que compre un producto. Marion Nestle, profesora de nutrición de la universidad de Nueva York, afirma que, casi siempre, entre más corta sea la lista, mejor.

2. Cuestione la propaganda de “sin colesterol”

El colesterol es un tipo de grasa exclusiva de los productos animales (carne, pescado, huevos, leche y manteca, por ejemplo). Entonces, ¿por qué algunos productos vegetales aseveran en letras grandes que no lo contienen? Porque las compañías de alimentos saben que la gente se preocupa por su nivel de colesterol y que muchos quizá han olvidado o nunca supieron esa información. Los culpables suelen ser el cereal, el pan, las galletas, los aderezos y, sobre todo, los aceites y la margarina. Los aceites son evidentemente grasas, así que los fabricantes piensan que usted se sentirá tranquilo al ver que los de maíz, girasol u oliva no contienen colesterol. La próxima vez que vea esta propaganda dígase a sí mismo: “¡obvio!, si es un producto vegetal, cómo va a tener colesterol”.

3. Aprenda lo que realmente significa “orgánico”
Casi cualquier tema vinculado con las etiquetas resulta confuso. El significado de “orgánico” en algunos alimentos no es la excepción. Una etiqueta se hace acreedora a ese nombre luego de un proceso de certificación que avala que el productor ha seguido una estricta serie de reglas y procedimientos:

  • Las frutas y las verduras orgánicas deben haber sido cultivadas sin semillas modificadas genéticamente, sin fertilizantes elaborados con sustancias químicas o aguas residuales, sin pesticidas o herbicidas químicos ni radiaciones. Los productores están obligados a guardar ciertos registros y a presentarlos a los inspectores acreditados. Los alimentos también se designan como “100% orgánicos”, “orgánicos” (de 95 a 99% orgánico), “elaborado con ingredientes orgánicos” (de 74 a 94% orgánico) o, para contenidos orgánicos más bajos, especifican qué ingredientes incluyen.
  • En la carne, el término quiere decir que los animales sólo se alimentaron de manera orgánica y de ningún producto animal, que no se les administraron hormonas o antibióticos, que se les permitía salir al aire libre y recibieron un trato “humano”.

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