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Aprendé a usar la inteligencia emocional para vivir feliz

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¿Cuánto pesan tus conocimientos y tu formación tradicional a la hora de llevar una vida más plena? Seguramente muy poco.

Glenn Hinds iba a participar en la primera ronda del campeonato individual de su club de golf y estaba nervioso, pero en vez de aguantar la ansiedad y encarar el reto, como hacía siempre, este capacitador laboral de 50 años, de Derry, Irlanda del Norte, puso en práctica una lección que acababa de aprender en un curso de trabajo. Subió a su auto y dedicó unos minutos a analizar cómo se sentía, lo que lo hizo comprender varias cosas. “La primera, que era solo un juego de golf”, refiere. “Segunda, que quería ganar, pero podía perder, y tercera, que era muy probable que mis compañeros me criticaran. Aparte de eso, pensé que todo iba a estar bien”. Se transformó. “Se me fue el miedo y llegué relajado a jugar”, dice. No solo ganó esa ronda, sino también las seis siguientes y resultó campeón del club en 2016. 

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Glenn aprovechó su adiestramiento en inteligencia emocional (IE), la capacidad de manejar adecuadamente las emociones propias y comprender las ajenas. 

La inteligencia emocional —o cociente emocional (CE)— fue definida por primera vez por los investigadores estadounidenses Peter Salovey y John Mayer en los años 90, y difundida por el psicólogo y periodista científico Daniel Goleman en su libro La inteligencia emocional.

Goleman identifica cinco elementos clave de la inteligencia emocionalautoconciencia (conocimiento de las emocione propias), autorregulación (autocontrol), motivación (autodisciplina), empatía (comprensión de los sentimientos de otros) y destrezas sociales (formación de autoconfianza). Suele decirse que las mujeres, tradicionalmente cariñosas y compasivas, tienen más aptitud emocional que los hombres, pero el asunto no es tan simple. “Las mujeres tienen mayor empatía, pero los varones encauzan mejor las emociones”, dice Maria Olsson, directora de la red europea de Six Seconds, organización sin fines de lucro dedicada a la inteligencia emocional. 

La inteligencia emocional en el ámbito laboral

La aptitud emocional se valora sobre todo en el trabajo. Ahora se cree que el CE determina el éxito más que el CI (cociente intelectual). La capacidad intelectual representa solo entre 10 y 25 % de las diferencias en el rendimiento laboral. “En el mundo actual el conocimiento en sí no basta para ser competente”, señala Bresó. “Los teléfonos y las computadoras pueden aportar más conocimiento del que se adquiere en toda una vida. Somos más competentes en algunas tareas intelectuales si tenemos mayor aptitud emocional, porque cuando tenemos claro lo que sentimos, nos resulta más fácil tomar decisiones. Las emociones son mucho más importantes que los datos”. 

Los estudios muestran que los empleados que tienen un CE alto tienden a ser más productivos, permanecen más tiempo en sus trabajos y ganan más que sus colegas menos aptos emocionalmente. Y es más probable que reciban ascensos porque descifran las emociones de sus superiores y se adaptan constantemente a las demás personas. Si bien se considera que la inteligencia emocional es innata, muchos psicólogos creen que se puede mejorar. “Se puede adiestrar a la gente para que sea más consciente de sus emociones”, afirma el psicólogo organizacional Cary Cooper, de la Escuela de Negocios de Manchester, en el Reino Unido. El banco holandés ING capacitó en IE al personal de ventas de sus mercados financieros para fortalecer su confianza y moderar la avaricia y el miedo que llevan a reacciones viscerales en las salas de transacciones. El compromiso de esos empleados aumentó, y los ingresos por ventas de ING se incrementaron con más rapidez que el promedio en ese sector.

La inteligencia emocional también es útil en las profesiones asistenciales. “El personal de medicina, trabajo social, enfermería y psicología clínica necesita un CE muy alto para trabajar con eficacia”, dice Cooper. Estudios realizados en Noruega, por ejemplo, indican que adiestrar al personal de salud para que tome más en serio las emociones podría prevenir la depresión en las madres primerizas. 

¿De qué me sirve el cociente emocional en mi vida?

En la vida diaria es igualmente importante el CE. “Una buena inteligencia emocional nos brinda más felicidad y satisfacción, y nos protege de problemas psicológicos como la ansiedad y la depresión”, dice Moïra Mikolajczak, profesora de psicología en la Universidad de Lovaina, en Bélgica. Ella compara este efecto protector con llevar una bandeja. “Si tu brazo es fuerte —si tenés buena inteligencia emocional—, podrás llevar muchos vasos en la bandeja sin que te falle la fuerza. Pero si tu IE es débil, el menor inconveniente se vuelve un problema. Llevar un vaso está bien, pero poné otro… ¡y la bandeja se cae!” 

Si no reconocés a tiempo las señales de estrés, te resulta más difícil regular tus emociones una vez que alcanzan niveles peligrosos. Podrías tener una reacción exagerada si tu pareja o hijo dijera algo inofensivo, y luego arrepentirte. Si esto se vuelve un hábito, te llevará a la infelicidad. El CE también afecta nuestra salud. Mikolajczak realizó un estudio sobre los efectos del CE para una organización de salud belga. “Cuanto más alto es el nivel de inteligencia emocional, menos fármacos toma la gente y menos veces se enferma”, dice. Si bien un CE alto no garantiza que no te enfermes, es más probable que una baja inteligencia emocional se traduzca en mala salud, sobre todo problemas cardiovasculares y digestivos provocados por niveles altos de estrés. 

El mayor impacto de la inteligencia emocional es en las relaciones interpersonales. “En el contacto con sus amigos, vecinos o compañeros de escuela, tener inteligencia emocional es un atributo realmente positivo”, dice Cooper. “Si querés cortar un árbol en el límite de la casa del vecino y la tuya y tenés un buen CE, irás a hablar con él sobre ello. Quizás a tu vecino le guste ese árbol. Es cuestión de empatía. Tal vez necesites su ayuda en algún momento importante”. Y no nos olvidemos del éxito en el amor. “Las parejas cuyos miembros son emocionalmente inteligentes duran más”, afirma Mikolajczak. 

Tener inteligencia emocional también ayuda a criar niños que se vuelvan adultos felices y exitosos. Nomeda Maraziene, médica y psicóloga de Vilnius, Lituania, se dedica a fortalecer la inteligencia emocional de jóvenes en un país que tiene una de las tasas más altas de suicidio en el mundo y, según un informe de 2013 de Unicef, cifras elevadas de niños desdichados. Ella empieza la capacitación en IE con los padres, maestros y otros adultos que son ejemplo para los niños. “El trabajo comienza con nosotros los adultos para aumentar la autoconciencia, el optimismo y la motivación interna —dice—, ya que somos responsables de las emociones que suscitamos en los niños. De nosotros depende ser la mejor versión posible de nosotros mismos en cuanto a actitudes, creencias y expectativas”. De lo contrario, podríamos pagar un precio muy alto, advierte la experta. Una consecuencia posible es el egocentrismo. 

Si no inculcamos la empatía en los niños —afirma—, podrían crecer aislados, con una actitud individualista, y no aprender a trabajar en equipo”. Ella recalca la importancia de la cooperación para la comunidad: “El respeto incondicional es el ingrediente clave. Todos tienen derecho de expresar su opinión; luego, podemos discutirla y estar de acuerdo o no”. 

Hace poco Maraziene trabajó en un hogar de crianza con niños que habían sufrido rechazo y daño físico y psicológico. Para reforzar su autoestima e inculcarles empatía y sentido de responsabilidad, los chicos ayudaban en un albergue canino: cuidaban a los perros y les daban paseos. Esta y otras actividades funcionaron. En particular, dos niñas muy retraídas se abrieron. “Empezaron a participar”, dice Maraziene. “No solo expresaban su opinión, sino que la hacían valer”. 

¿Y cómo podemos los adultos fortalecer nuestra inteligencia emocional?

 “La destreza más importante es ser capaces de apreciar nuestras emociones”, dice el doctor Bresó. “Antes de una reunión de trabajo, de vender un auto o de iniciar una tarea, preguntate: ‘¿Dónde estoy? ¿Me siento bien? ¿Soy muy negativo o muy positivo?’” 

También podemos aprender técnicas de control emocional. “Si sabés que vas a enojarte con tu pareja, simplemente pensá: ‘Bien, voy a salir del cuarto y a respirar hondo’”, sugiere Mikolajczak. “Luego, salí y no hagas nada durante dos minutos”. Y añade que si tenés un empleo muy estresante, harías bien en tomar días de descanso a intervalos; por ejemplo, tres días cada dos meses.

Mejorar la inteligencia emocional no se logra de la noche a la mañana. “Lleva tiempo y práctica”, dice el golfista Glenn Hinds. Pero no hay duda de que en el mundo de alta tecnología y súper actividad en que vivimos, deberíamos preocuparnos menos por el CI y más por el CE, a fin de disfrutar de una vida más feliz y saludable.  

¿Cómo mejorar mi inteligencia emocional? 

Daniel Goleman identifica cinco elementos clave en la inteligencia emocional. 

AUTOCONCIENCIA

Quienes tienen alto nivel de autoconciencia, dice Goleman, “identifican sus estados de ánimo mientras los experimentan”. Concentrate en el ahora y en cómo te sentís. Llevá un diario para analizar tus fortalezas y debilidades emocionales, y pedí a tu jefe, amigos y colegas confiables que te digan cómo podrías mejorar. 

AUTORREGULACIÓN

Es la habilidad de mantener el control. Para desarrollarla, aprendé a manejar tus emociones eficazmente. Si solés enojarte, identificá qué desencadena tu ira. Usá técnicas de respiración profunda para calmarte, y hacé una pausa antes de contestar e-mails, para no hacerlo de un modo que luego te arrepientas. 

MOTIVACIÓN

Si tus emociones te distraen, te costará más trabajo realizar tareas. Para elevar tu motivación, desarrollá autodisciplina y celebrá los pequeños triunfos que te den una sensación de logro. Y proponete metas de largo plazo. Concentrarte en cosas que te importen reforzará tu motivación. 

EMPATÍA 
Empezá por pensar en las opiniones de las otras personas. Imaginá cómo podrían estar sintiéndose y escuchalas con atención cuando expresen sus emociones. Tratá de no interrumpir. Fijate en su lenguaje corporal. Si observás y escuchás a los demás, muy pronto te sentirás identificado con tus sentimientos. 
DESTREZAS SOCIALES 
Aun si no sos una persona sociable por naturaleza, podés desarrollar mejores habilidades sociales. Aprendé a lidiar con los conflictos y otras situaciones negativas con mayor eficacia. Trabajá en su autoconfianza. Empezá poco a poco, pero luego buscá oportunidades de practicar tus destrezas con grupos más grandes.

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