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Por qué los gatos no perdonan y otras curiosidades sobre el perdón

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Los niños pequeños no necesitan oír disculpas para perdonar. Sin embargo, un gato nunca olvidará si en una ocasión alguien lo echó del sofá. 

¿A qué se deben estas actitudes tan diversas respecto al perdón? Prestá atención a los efectos de no guardar resentimiento y seguir adelante.

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1. No hubo bibliografía científica referente al perdón sino hasta 1989. Según algunos investigadores, sin embargo, en la actualidad un mayor número de personajes públicos pide perdón porque nos hemos vuelto más conscientes de la importancia de la reconciliación.

2. Los gatos no perdonan. Entre algunos primates como los bonobos, los chimpancés y los gorilas de montaña, las peleas suelen ir seguidas de expresiones de cariño como abrazos y besos. Se han observado comportamientos parecidos en animales que no son primates, como cabras y hienas; la única especie que hasta ahora no ha dado señales externas de reconciliación es el gato doméstico.

3. No existe ninguna ofensa que sea imperdonable. “No sé de ninguna injusticia en el mundo que al menos una de las personas agraviadas no haya perdonado a quienes la cometieron”, dice Robert Enright, psicólogo precursor del estudio del perdón. 

4. Pero, eso sí, cuidate de la traición. Según un estudio realizado en 2010, la ofensa que menos se perdona es la traición; es más fácil olvidarse de la infidelidad, las mentiras, las promesas incumplidas y los secretos no guardados.

5. Hay dos tipos de perdón. El perdón decisorio es la voluntad sincera de cambiar la manera de comportarse con la persona que te ha hecho un agravio, aunque es posible que sigas sintiendo rechazo hacia ella. Por otro lado, el perdón emocional es un cambio genuino en tus sentimientos hacia la persona que te ofendió: el resentimiento cede su lugar a emociones positivas como la empatía, la simpatía, la compasión e incluso el afecto.

6. Los niños pequeños perdonan con facilidad. En un estudio, los niños de 7 y 8 años, a diferencia de los de 10 y 11, no necesitaban oír disculpas para perdonar; tendían a considerar igualmente valiosos a los ofensores que se disculpaban que a los que no lo hacían.

7. El rencor pesa, literalmente. En un estudio de la Universidad Erasmo, en Holanda, los autores pidieron a los participantes que escribieran sobre alguna ocasión en que hubieran perdonado o negado el perdón, y luego los hicieron saltar cinco veces lo más alto que pudieran sin doblar las rodillas. Los indulgentes saltaron más alto (30 centímetros en promedio), mientras que los rencorosos promediaron 22 centímetros, una diferencia enorme y una demostración asombrosa de que el perdón aligera el ánimo.

8. Los extravertidos necesitan el perdón. Las personas sociables y comunicativas tienden más a pedir perdón y a perdonar. En cambio, para los introvertidos que agravian a otra persona es más importante perdonarse a sí mismos que ofrecer disculpas.

9. Por el bien de tu corazón, sé más indulgente. Cuando una persona se acuerda de un resentimiento, tiende a subirle la presión arterial y a acelerársele el ritmo cardíaco. Al perdón se atribuye, en cambio, una mejoría de la salud cardíaca. Además, olvidar las ofensas nos hace dormir mejor. Pero conviene ser sinceros: los investigadores creen que los beneficios en la salud asociados al perdón se aplican solo al emocional, no al decisorio.

10. A veces, el perdón puede ser contraproducente. En un estudio de parejas, quienes se consideraban más indulgentes con su cónyuge dijeron haber sufrido por su parte más maltrato psicológico y físico en los cuatro primeros años de matrimonio. Se cree que, en ciertos casos, el perdón impide al ofensor corregir su mala conducta.

11. No subestimes el poder de la palabra “perdón”. El economista conductual Dan Ariely ha observado que, a fuerza de pedir perdón repetidas veces, se logra que la persona ofendida termine por pedir perdón también (aunque no sea en serio y ella lo sepa).

12. Las personas religiosas son más indulgentes. Esto quizá no sorprenda; casi todas las religiones predican el perdón, explica Everett Worthington, psicólogo de la Universidad de la Mancomunidad de Virginia. Lo interesante es que, según reveló un estudio de 2013 del que él fue coautor, quienes cultivan la espiritualidad tienden más a practicar el autoperdón que quienes dicen ser religiosos.

13. El proceso de perdón en cinco pasos:

  • Reconocé que te han tratado injustamente.
  • Expresá tu enojo.
  • Procurá entender que a la persona que te ofendió no la define solamente la ofensa cometida.
  • Aceptá que tu dolor quizá nunca se disipe por completo.
  • Buscale sentido a tu sufrimiento, quizá ayudando a otras personas.
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